martes, 9 de octubre de 2012

La soledad de Artur Mas


Las dos legislaturas de Artur Mas.
x Jesús Gabriel, un astrólogo de Barcelona.
En otro artículo de este blog expuse con detalle los momentos clave en el proceso que va a llevar a Catalunya a proclamar su independencia. En dicho artículo -La cara y la cruz-, escrito dos días después de la multitudinaria manifestación de la Diada, expuse un listado con las mejores fechas para dar brío al proceso. Esas fechas no fueron escogidas con afán predictivo sino en función de su eficiencia energética. Por otro lado, este asunto coincide con el declinar de la monarquía borbónica, la cual alcanzará en el 2014 (+-) su fecha de caducidad definitiva. Así, pues, coinciden aquí diversos considerandos que dan lugar a un marco muy inusual. De todo ello hablé en otro artículo -El poder del 39-, en el que establecía una relación de hechos en la historia de España que ofrece una curiosa perspectiva acerca de sus ciclos. En concreto: 1898, 1936, 1975 y 2014.

Por otro lado, en otros dos textos ofrecí las semblanzas respectivas de Artur Mas y Oriol Pujol respectivamente, las cuales complementan, junto con las antes citadas, lo que en este post les contaré.

Y a ello voy.

Los dos mandatos de Artur Mas.

Junto con la actual legislatura, a punto de extinguirse, a Artur Mas, si hace lo que dice en relación a su deseo de no volver a presentarse una vez alcanzado el objetivo, le quedan dos legislaturas enteras por delante. Este es el tiempo que media entre la situación actual y la situación estabilizada tras el paso por el cuello de botella que el proceso va a suponer. Por otro lado, y según mis estudios, el momento óptimo para la proclamación de un sucesor, presumiblemente Oriol Pujol, va a ser en el 2019. Esta suma de factores es lo que me da lugar a pensar que el proceso de transformación de la relación entre Catalunya y España va a ocupar esas dos legislaturas enteras.

Y ya que estoy hablando de Artur Mas, voy a atreverme a dar una pincelada acerca de cómo le van a ir estos años.

La primera legislatura, la que se va a iniciar tras las próximas elecciones, va a estar caracterizada por una puesta a punto de las alianzas internas y externas que serán necesarias para avanzar en los objetivos propuestos. El primer tramo va a ser el más delicado, 2013-2014, pues ahí se verá si existe la cohesión que el asunto necesita. Es posible que haya una falta de bloque, de coherencia o de honestidad tanto por parte de los correligionarios como por parte de aliados estratégicos que a día de hoy han hecho explícito su apoyo, o eso dicen. Dicho con otras palabras, puede haber cambios de parecer, dudas o actitudes poco firmes. Ello supondrá estar haciendo campañas internas y externas en pro de lograr y apuntalar la coherencia y la honestidad.
La situación mundial, agravándose en el 2013, hará que todo quede mucho más removido de lo que está y que acabe afectando de igual modo al proceso. La sensación de soledad será fuerte. Sin embargo, la soledad, la cual va con él desde que está en este mundo, es un valor añadido muy adecuado ante situaciones de desesperanza. Con ese valor no caben grietas que temer.

A partir del 2015 la situación entra en otra dinámica y la posición de Artur Mas demostrará que el apoyo al proceso por parte de la base social, política y empresarial es aún mayor.
Hay que decir que el proceso de independencia puede ayudar a precipitar el final de la monarquía, dando lugar a una crisis descomunal de la identidad española similar a la de 1898. En este sentido, atención al periodo que va desde ahora y hasta el primer trimestre del 2015.

El bienio formado por los años 2017-2018 es el más fructífero. Supone la consagración de Artur Mas como un político llevado por la fuerza de una idea que le ha ayudado a trascender las carencias experimentadas durante los años anteriores.
Y, como he dicho anteriormente, el 2019 se presenta como el año de la emergencia definitiva de la figura de Oriol Pujol como candidato presidencial a la Generalitat, siempre y cuando no emerja un liderazgo más potente formado por alguna figura de nuevo cuño, lo cual no sería de extrañar.

Y ahora, para acabar, me pregunto qué hubiera pasado si Artur Mas hubiera llegado a la presidencia de la Generalitat en el 2003; si, de haber llegado, ¿seguiría hoy? ¿No será que un orden ineludible lo ha orquestado todo para que pase lo que está pasando? Tengo la sensación de que el no haber llegado en el 2003 ha sido muy beneficioso para la idea que motiva este escrito. Bien, el caso es que, si todo sale adelante, más tarde o más temprano, será llamado por la historia.

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