viernes, 12 de diciembre de 2014

El berenjenal español

El berenjenal español y la política líquida.

De Alfred Pastor leo un artículo sin desperdicio publicado hace unos días en el que habla de la aversión al riesgo, que me da para pensar si este asunto es extrapolable a otros ámbitos. De su lectura deduzco que es un tema endémico, el del miedo. Miedo al fracaso, aversión al riesgo: todo uno. En ese mismo día escucho a Gemma Ubasart, la representante catalana de Podemos. Denoto en sus palabras algo que me recuerda a otros líderes de nuevo cuño: parece que no tengan ideas propias (o tengan miedo a tenerlas, pues evitan la concisión por sistema), a excepción de las que les sirvan de apoyo a su ambición personal (y no lo digo sólo por ella). Su discurso es una contrucción de mercadotecnia, puro marketing. Nada nuevo bajo el Sol, por otro lado.
Por cierto, de los parlamentos de Gemma, que últimamente veo que sale mucho en TV3, no he entendido nada, salvo que ella esté hecha un lío (o yo).

Entre una cosa y la otra me da por pensar que eso del miedo y la aversión al riesgo lo copa todo y más. Incluso en actitudes aparentemente aguerridas, como las de Oriol Junqueras, etcétera. Me pregunto cómo alguien podrá justificar un cambio de opinión tras haber estado proclamando algo que ha sido contestado desde dentro y desde fuera. Habría que ser muy valiente, además de aguerrido, para contradecir, si ello es mejor, lo que se ha estado sosteniendo públicamente en estos últimos días. Me refiero a lo de las listas separadas, compitiendo con la propuesta de Mas.

Entiendo que estos tiempos de incertidumbre puedan dar lugar a que discursos y liderazgos se conviertan en cosa líquida (parafraseando a Zygmunt Bauman). Es decir, algo sin forma. O que la forma que tienen sólo pretende llegar a lo emocional de las personas, pues en realidad nadie sabe a dónde va, y ni tan siquiera qué ideas defiende (o defenderá, o podría llegar a defender, al cabo de unos días).

Estas personas, vuelvo al caso de Podemos, líderes de partidos emergentes de ideas líquidas, ya no van con un mensaje claro sino con un argumento que parecen haber aprendido en las escuelas de negocios según la moda que toca. Son argumentos, si es que se puede llamar así, artificiales, sin alma. Parecen aspirantes a actores y actrices ensayando para gustar a público y prensa. No importan las ideas sino las escenificaciones y los eslóganes hechos a medida de la indignación, del miedo o de lo que venda más. Sin embargo, de fondo hay una aversión al cambio y a asumir riesgos. Miedo de fondo camuflado de aparente osadía.

De los líderes convencionales, los de la casta, idem de idem: el mismo miedo y la misma aversión. Con un añadido: el fracaso de su modelo.

El lider tradicional tiene mucho que perder; el líder emergente tiene mucho que ganar. Y en ambos casos existe el mismo común denominador: el miedo a soltar lo viejo (unos) o el miedo a no ser consecuente con lo nuevo que dicen defender (los otros).

Vivimos, en estos tiempos que corren, la genial paradoja de ver como la ambición campa por sus fueros, al tiempo que vemos que no hay idea de a donde ir. Es decir: el líder que quiere posicionarse ante su audiencia no sabe a donde ir. Tiene claro que esta es su oportunidad... pero sin saber si lo que dice defender lo podrá defender una vez alcance la cumbre. Nada nuevo bajo el Sol.

Casualidad.

En el mismo periódico leo algo relacionado con Convergencia, que cito textualmente: 
La dirección del grupo de CiU ha visto como algunos diputados han expresado en privado una “lógica inquietud” por su futuro, a los que se ha tranquilizado ofreciendo ciertas garantías sobre salidas profesionales.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Están clavadas dos cruces...

Me propongo en este artículo señalar que los hechos, en concreto dos, pueden contener, más allá de su literalidad, sendas claves simbólicas que pueden interpretadas.

En el plazo de una semana Artur Mas y Oriol Junqueras han expuesto, en sendas conferencias, sus respectivas visiones acerca del panorama abierto a resultas del 9N. La conferencia de Artur Mas, en el Fórum, en el extremo este de la ciudad, allá por donde sale el Sol; la de Oriol Junqueras, en el Palau de Congresos, en el extremo oeste, allá por donde el Sol se dirige a su ocaso. Sólo con este detalle podemos entender que Oriol y Artur tratan de escenificar sus diferencias, por más que digan que quieran llegar a acuerdos. En esas conferencias, según lo visto por los lenguajes no verbales y por los símbolos que concurren, se escenifican las diferencias, más que la voluntad de acuerdo. Es mejor que ocurra ahora que más tarde. Que salga todo ahora, vamos. Imagino que en la próxima vuelta de tuerca, dentro del proceso político, concurrirán otros símbolos. De momento, los que hay indican que cada uno está estirando de la cuerda desde lugares situados a la máxima distancia.

Por cierto, el punto equidistante entre el Forum y el Palau de Congresos se situa en el cruce de Passeig de Gràcia i Diagonal, a tocar de la sede de Convergencia. Curioso, ¿no?

Debo decir que prefiero la lista única integradora propuesta por Mas. La diversidad de listas propuesta por Oriol denota que siente desconfianza hacia Artur. Mala señal. Por otro lado, y esto es lo que chirría, según sostiene Junqueras, que lo de que haya varias listas es para que nadie se sienta excluido. Esto es como decir que esa lista de Mas no puede ser, recela Junqueras, lo inclusiva que dice Mas que debe ser. Según esto, para que nadie se sienta excluido, debería haber listas por barrios, pueblos, gremios, colegios profesionales, asociaciones, sectores sociales, etcétera. Hasta yo quisiera participar en una lista, por favor, para no sentirme excluido.

La otra clave simbólica nos viene dada por la posición respectiva de la Luna en los días de celebración de las mencionadas conferencias. El día de la de Artur Mas la Luna estaba en Capricornio, un signo que indica avance lento, cauto, pragmático, calculador, disciplinado y discriminativo -el seny-. El día de la de Oriol Junqueras, en Aries, como él, un signo impulsivo, directo, impetuoso, aguerrido, espontáneo, rápido -la rauxa-. Estas Lunas denotan incompatibilidad. Habrá que esperar la llegada de otros hitos futuros, los cuales, con sus claves simbólicas respectivas, pueden alumbrar mejor el camino. De momento, la situación expuesta denota que faltan por atar cabos psicológicos importantes.

Artur y Oriol.

Mas y Junqueras, les guste o no, se den cuenta o no, mantienen una relación muy simbiótica y mutuamente interdependiente. De las dos posturas que cada uno defiende sólo una puede prevalecer. No es posible la igualdad, o el pacto a partes iguales, entre ambas posturas. O hay subordinación voluntaria por parte de uno de ellos, o la deriva es la muerte de uno o de ambos, y hasta del proceso independentista. Y esta es la cuestión: ¿quién estará dispuesto a sacrificar su posición en pro de lo que defiende? Y quien deba desdecirse, ¿cómo lo justificará ante su audiencia, especialmente si ésta la ha estado secundando explícitamente?

Según mi parecer, dado lo expuesto, la mejor función de Oriol es velar por que la lista de Artur sea verdaderamente representativa. Es decir, que lo que sostienen ambos acabe encarnándose y transmitiéndose sin fisuras, y no con desconfianzas y tiranteces. Deben aceptar lo simbiótico en su relación. Negar este hecho con tozudería puede llevar a la muerte.

Están clavadas dos cruces.

En relación al proceso soberanista, un elemento clave es la percepción por adelantado de los momentos que en el futuro puedan ser clave. En otros artículos de este blog me he estado refiriendo al 2014, ya cumpliéndose, al 2017 y al 2020. En concreto, el tramo que va de 2014 a principios de 2017 promete ser explosivo. En concreto, y de forma especialmente concentrada, el 2016.

Desde este blog he estado avisando de que en el 2016 se forman dos cruces tremebundas. La primera de ellas la forman Júpiter, Saturno, Neptuno y Quirón, cuya posición en signos mutables se había producido en 1936. Se podría decir que 1936 y 2016 presentan grandes parecidos. Estas cruces, la de 1936 y la de 2016 afectan a aspectos esenciales del carácter de España, en lo social, en lo económico, en lo referente a luchas por el poder, en la tendencia a negar la realidad, en ese espíritu reaccionario que no acaba de soltarse. Así, pues, no hemos llegado aún al annus horribilis español.

La primera cruz, la que asemejará el 2016 a 1936, afectará al primer semestre; la segunda, diferente, lo hará durante el segundo semestre de 2016 y primeros meses de 2017. Esta última se asemeja a la cruz que se formó en el 2010, un año clave en el proceso relacionado con la crisis sistémica. Es de esperar que el 2016, entre una y otra cruz, sea el de los grandes recortes, la de la autodestrucción controlada de la Unión Europea. Lo vamos a notar todos, ya verán.

Yo me pregunto, ante este panorama que les acabo de narrar, qué gobernante querrá estar al frente de un país, con el marrón que nos va a caer encima, si no es por un motivo trascendente.