miércoles, 25 de enero de 2017

Lilith y el enloquecimiento


Lilith y el enloquecimiento físico y emocional.

La Lilith astrológica alberga grandes sorpresas. Podemos percibir su influjo en la psicología de las personas y en la psicología colectiva. En Astrología Mundial se nota en determinados acontecimientos, todos ellos relacionados con lo psicopático, con los actos que parece que lleven a las personas a enloquecer transitoriamente. Por ejemplo, en los casos de asesinatos inexplicables; o en actos terroristas que causan gran conmoción en personas inocentes. También podríamos ver la influencia de Lilith en cierto tipo de comportamientos que no encajan dentro de lo habitual. Se trata de comportamientos que escapan a toda lógica.

En el plano psicológico individual, Lilith nos habla de los secretos que actúan en nuestra vida de forma poderosa. Para eso son secretos, para que actúen con pleno poder a despecho de nuestra atención consciente.

Incluso se podría tener en cuenta en temas de salud. Por ejemplo, en Astrología Médica. Ahí veríamos que, cuando es aspectada fuertemente con planetas personales, Lilith provoca enloquecimiento sobre el órgano y sobre la función mental con el que el planeta se relacione.  Incluso podríamos asociar el enloquecimiento del órgano o función con una emoción que actúa de tal manera que desestructura a la persona, que la desquicia o que la pone al borde del descontrol.

Sin embargo, el asunto más espinoso es cuando Lilith aspecta a planetas transpersonales, especialmente cuando se trata de cuadraturas, quincuncios, semicuadraturas o sesquicuadraturas. Y aún más, cuando forma figuras con aspectos rojos. También, claro está, todas las conjunciones, especialmente si éstas son aspectadas por cuadratura con otros planetas (especialmente los lentos).

Este tema lo he desarrollado pormenorizadamente en el libro Lilith. El enfado interior.

domingo, 22 de enero de 2017

Somnia

Somnia es una película encajada en el género de terror. También podría ser considerada como thriller paranormal. Si a Somnia la encajamos dentro de lo sensacionalista, propio del género de terror, nos quedaremos sólo con emociones y sustos. En cambio, el relato subyacente en Somnia me pareció bien interesante. Ahora les explico.

Un niño llega adoptado a casa de sus nuevos padres. Según vemos más adelante, el niño viene de haber pasado por otras familias. El caso es que es hijo natural de una madre que murió de cáncer. Vemos, avanzada la película, la escena -a todas luces terroríficamente exagerada- en la que la madre se despide de él. Sin embargo, esta exageración es un punto necesaria para describir lo que la película tiene de valor, que es comprender la transferencia que un niño emocionalmente herido hace de sus sueños sobre la realidad mental de la vida de los adultos. Lo vemos, por ejemplo, en el caso de la última familia a la que llega, que es justamente la que permite el desmantelamiento de estas emociones.

Según mi entender, el hecho narrado, consistente en explicar cómo es posible que los sueños de un niño insomne puedan materializarse en la vida mental de determinados adultos, es lo más interesante de Somnia. Los sueños están relacionados con el pánico, la muerte, etcétera. Así, pues, vemos a los padres adoptivos secuestrados por las sensaciones que el niño experimenta cuando buenamente puede dormir. Por lo general, el niño es insomne. Y es insomne para evitar soñar en lo que usualmente sueña cuando duerme.

Por fortuna para el niño, para los nuevos padres adoptivos, y para la historia misma, el asunto acaba a través de un gesto de la madre. Hasta ese momento, las imágenes que el niño absorbe durante la vida diurna son metabolizadas, proyectadas y materializadas hacia la mente de sus nuevos padres. El gesto de la madre deriva de la comprensión de esta proyección. Su forma de desactivar se ve al final de la película. El abrazo al terror lo desactiva. A partir de este hecho, el horizonte queda limpio para poder emprender una nueva vida.

No me gustó de la película el terror gratuito, o el susto efectista. Sin embargo, tales exageraciones pueden servir para poder comprender el fenómeno de los mecanismos de proyección en los que todos podemos estar participando, por activa o por pasiva, y con temas de fondo que no tienen por qué ser terroríficos.

¿Es posible que los contenidos de la mente inconsciente de una persona -cualquiera de nosotros- se materialicen en la vida de los demás? No es descabellado pensar que sí lo es, aunque no necesariamente con temas tan terroríficos. O si lo prefieren, viceversa: ¿es posible que lo que vemos como real sean proyecciones materializadas que otros hacen de sus sueños sobre nuestras vidas?

Creo que Somnia gustará más a quien les interese comprender cómo funciona la mente inconsciente que a quien guste de las películas adscritas al género fantástico y de terror.

jueves, 19 de enero de 2017

El populismo y los astrólogos

Esto que escribo también me lo digo a mi mismo, reconociendo, pues, que no voy a ser todo lo neutral que quisiera. El asunto gira en torno a una pregunta: ¿por qué los astrólogos hacemos predicciones en público? O mejor aún: ¿qué sentido tiene hacer predicciones en relación a temas sobre los cuales el ciudadano normal no tiene posibilidad alguna de intervenir? Pongo el caso de las recientes elecciones en Estados Unidos. Teníamos a dos candidatos, que suscitaban simpatías y antipatías muy claras. Muchos astrólogos predijeron el triunfo de Hillary. Una minoría, en cambio, acertó apostando por el triunfo de Trump. Llegados a este punto, me pregunto si el astrólogo tiene alguna ideología o prejuicio que le haga predecir según su gusto y no en base al uso científico y neutral de las técnicas que maneja. Ser neutral ante un candidato que nos resulta antipático (o lo contrario, muy simpático) es bien difícil. Sin embargo, hay quien lo hizo muy bien. A parte de este detalle, sigo preguntándome lo siguiente: Si lo importante es hacer una prospectiva sobre el futuro, que de eso va la práctica astrológica, para poder enfocarnos mejor desde el momento presente, ¿qué sentido tiene predecir el nombre del candidato ganador y nada más? Sería más interesante hacer una prospectiva sobre cómo van a ser las políticas a ciertos años vista, más allá de si el candidato vencedor es uno u otro. Si el candidato a presidente es una pieza más del engranaje, ¿qué sentido tiene predecir si va a ganar a o b?; ¿o es que la predicción forma parte del show permanente?. ¿No sería más interesante salir de la dinámica "este" o "aquel"? Como ven, el astrólogo cae en lo mismo de lo que nos quejamos en relación al sensacionalismo propio que los medios de comunicación fomentan. 

Entiendo que ser populista o sensacionalista puede ayudar a vender el producto más fácilmente -aunque tengo serias dudas acerca de este tipo de marketing-. A partir de este punto, tendríamos otra cuestión dolorosa que a continuación expongo. Me referiré a las aspiraciones que algunos astrólogos se plantean en torno al reconocimiento académico de la astrología. Llevo en el asunto desde los años 80 y es una constante que se repite. Y creo que tal reconocimiento no es posible. Ahora lo expongo:

El marco mental de nuestro mundo sostiene que el individuo crea su propia vida. Por lo tanto, nada que hablar de influencias astrales. Vivimos en un mundo especulativo concurrido por políticos, economistas, psicólogos, sociólogos, predicadores, coaches y demás practicantes de la autoayuda. De este mundo especulativo muchos profesionales viven. Si lo astrológico tuviera prestigio y reconocimiento, ello entraría en contradicción con dicho marco mental.
El coaching, por poner un ejemplo, es muy claro: el individuo es y vive así por obra y gracia suya. Es decir, la responsabilidad de cada cual es lo que determina el resultado de nuestras acciones. De tal manera que si un proceso de coaching fracasa es debido a una falta de implicación por parte del cliente. En la astrología sucede lo contrario, especialmente si hay predicciones encima de la mesa. En cambio, en la astrología psicológica el mensaje es muy parecido al del coaching: cada uno es influido por el cielo y es responsable de lo que haga con dicha influencia.

Sobre temas económicos hay economistas que tienen en cuenta los ciclos astrológicos. Con un ojo miran la marcha de la economía y con el otro, las posiciones astrales. Ninguno de ellos reconocerá que está usando la astrología. Con la de prejuicios que hay flotando en el aire no sería interesante proclamarlo abiertamente, so pena de ser excomulgado públicamente. ¿Se imaginan qué podría pasar si un economista (o un historiador, o un médico, o un sociólogo, o un politólogo, o un filósofo) dijeran a las claras que hace uso del conocimiento astrológico? Se les echaría el establishment encima.

El uso populista por parte de los astrólogos, de haber alguna esperanza de reconocimiento de la astrología, cierra todas las puertas

Por este lado lo tenemos crudo, queridos astrólogos (especialmente aquellos que aspiran al reconocimiento universitario de la astrología).
Además, al establishment universitario no le interesa reconocer la astrología, ni aunque se demostrara que puede ser una ciencia. La razón de ello es que la incertidumbre vende mucho. Y si la astrología nos ayuda a ver más allá de la incertidumbre, no conviene que sea aceptada. Las razones ya están expuestas: la incertidumbre permite especular sin fin. El mundo de las finanzas vive de la incertidumbre, y los políticos, y aquellos y los otros. A nadie le interesa el reconocimiento de la astrología. Y no les interesa porque el interés prioritario es fomentar la ignorancia, la especulación, la incertidumbre.

martes, 17 de enero de 2017

Sidney. Hard Eight

Sidney es una película estrenada en los años 90. Es de los primeros trabajos de Paul Thomas Anderson, director que luego lo fue de Magnolia, The Master o There Will Be Blood (aquí titulada Pozos de Ambición). Vistas ellas, y alguna otra más, me declaro admirador de la forma y contenidos del cine de Paul Thomas Anderson. Veo en él a un cirujano que pone al descubierto los males de la sociedad, los prejuicios y las mezquindades. También, la ambición y lo que sus personajes están dispuestos a hacer por ella. La realización del sueño a toda costa, con lo que de peligroso que tiene eso. La avaricia, la lujuria, la gula y la ira. Y no solo eso, pues no denuncia, sino que muestra de forma equilibrada el funcionamiento de los humanos. Digamos que Paul Thomas Anderson no quiere que sintamos rabia al ver los comportamientos de sus personajes. Lo que pretende es que los veamos para poder aprender de ello. Ahí está la grandeza del cine: poder aprender de lo que la historia nos cuenta.

En concreto, Sidney es una parábola. Narra la historia de un hombre cuyo pasado no nos es revelado más que al final. Su presencia primera nos muestra un encuentro entre este hombre y otro ante la puerta de un supermercado. Ahí vemos a un humano abandonado (el personaje que encarna John C. Reilly) y el hombre que puede sacarlo adelante (el tal Sydney, interpretado por Philip Baker Hall). Estas dos personas tienen un pasado común, de ahí la parábola, que necesitan cerrar (aunque sólo es una de ellas la que sabe de qué va ese cierre). La historia nos cuenta, muy medidamente, las claves que luego nos darán a entender la acción de ese destino. Sydney es un hombre hermético, que guarda un secreto, el cual es revelado ya muy avanzada la película. El ritmo es magistral. La intuición y la inteligencia de Paul Thomas Anderson son verdaderamente brillantes.
El final de la película es hitchcockiano. Aunque es posible que toda ella lo sea.

Toni Erdmann

Los brotes de surrealismo de Toni Erdmann, una película alemana que trata de la relación entre un padre y su hija. Un asunto serio tratado con un sentido del humor que a veces se desborda de lo que la historia cuenta.

Toni Erdmann es el título de una película alemana (a punto de estreno). Toni Erdmann también es el pseudónimo que el protagonista de la película utiliza para poder formar parte de la vida de su hija. Empezaremos por el principio.
Toni Erdmann trata de la relación entre un hombre mayor y su hija. La historia comienza dando a conocer que nuestro protagonista recién ha dejado atrás un episodio difícil en su vida. Pronto vemos que las mentes y los corazones de padre e hija están muy alejados unos de otros. Él es un hombre intentando aproximarse a su hija. La hija, en cambio, está muy concernida en su trabajo. Ella es ambiciosa, aunque parece vivir en falso. Sin embargo, aun siendo el asunto cosa seria, Toni Erdmann tiene mucho de surrealista. Y lo es por las características del protagonista: el padre que busca a hija es un personaje de vuelta de muchas cosas, y sin prejuicios; incluso capaz de disfrazarse para poder estar más cerca de su hija, adoptando el ficticio nombre de Toni Erdmann. La hija, en cambio, quiere mejorar y aceptar retos que su profesión le demanda. 

Podríamos entender que Toni Erdmann trata de la diferencia mental y sentimental entre una generación (la del padre) y la siguiente (la de la hija). Sin embargo, también trata de las diferencias de clase social, encarnadas en otros personajes. Por tanto, tiene la película intención de mostrar aspectos igualmente importantes en la relación entre humanos, no sólo los que conciernen directamente a padre y a hija. Ambición no falta en el equipo que ha hecho posible Toni Erdmann. Más bien, y así lo sentí, sobra excesiva proliferación de detalles, que no añaden sino que quitan a la película la agilidad que podría tener. Es decir, con media hora menos la película hubiera subido de nivel de calidad. Se enzarza con cosas sobre las cuales acaba no profundizando. 

Lo mejor es la actuación de hija y padre, especialmente él. También, el sentido del humor que rezuma la obra. Así, pues, estamos ante un asunto muy serio, que es tratado de forma surrealista y con mucho sentido del humor.

martes, 10 de enero de 2017

2008-2017: Perversiones del discurso

Yendo unos pocos años hacia atrás, en el 2008, nos encontramos con el inicio de la crisis. Veíamos la caída de Bernie Madoff, de Lehman brothers... a partir de ahí una bola empezó a rodar de arriba abajo. La corrupción del sistema se extendió ante nosotros como si hubiera caído de golpe de un agujero celeste.

Al poco de iniciarse la crisis apareció por televisión Juan Carlos I diciendo que todo era cosa de los mercados. Me pregunté yo entonces: ¿qué función ejercen las instituciones de los países cuando los mercados han adquirido tanto poder? Bien, el caso es que nadie, y hablo de los políticos, ha desmentido al monarca. Sin embargo, hay un acuerdo para seguir haciendo ver que los políticos y las instituciones públicas siguen teniendo poder. En pocas palabras: el mismo discurso que afirma que los mercados tienen el poder, también afirma que las instituciones pueden hacer algo que restituya el poder cedido a los mercados. Así, pues, ¿cómo hacerlo, si los mercados se han adueñado de la economía de los países?


El poder de los mercados y la debilidad de las instituciones: ¿cómo se puede volver a poner la pasta dental dentro del tubo, una vez apretado y sacada la pasta?

El discurso de estos hechos nos lleva a pensar que un gobierno mundial puede ser la vía a través de la cual contener y capturar lo cedido a los mercados. O al menos eso es lo que se nos cuenta. La pregunta, pues: ¿será la solución un gobierno mundial, que pueda poner la pasta, desparramada a favor de los mercados, dentro del tubo? ¿o será que la crisis es la excusa perfecta para la instauración de un único poder global?


Por cierto, el 2008 suma 1, al igual que el 2017. Y el 1999, que también sumaba 1, fue el año en el que se derogó la Ley Glass-Steagall. De aquellos polvos, estos lodos.

Hace un tiempo publiqué un artículo sobre este tema, por si lo quieren revisar: Astrología y corrupción.

Así, pues, el 2017 se nos presenta con estas credenciales.

Para finalizar, les adjunto un video relativo a una conferencia de Arcadi Oliveras en el que explica cómo los gobiernos no pueden, o no quieren, regular el poder de los especuladores. Presten atención a partir del minuto 21. Habla del episodio protagonizado por George Soros en relación a la libra esterlina. Llama la atención la respuesta de los gobiernos: no hacer nada al respecto, todo y que el principal protagonista ya había advertido de este hecho (la especulación y la falta de regulación).