domingo, 28 de junio de 2015

¿Quién puede querer ser Presidente del Gobierno?

¿Quién puede querer ser presidente de un gobierno, con los tiempos que corren?


En diversos escritos publicados en este blog he venido diciendo que vamos hacia una zona muy turbulenta, en la que encontraremos grandes incertidumbres y acciones y decisiones confusas. Lo vamos a notar más a partir de las últimas semanas del 2015, durante todo el 2016 y primer trimestre del 2017. A partir de ahí, una vez pasada la zona de turbulencia, lo empezaremos a ver todo más claro, acaso porque nos habremos acostumbrado a vivir en la oscuridad.

Entonces, pues, viendo lo que se avecina, ¿quién podría querer ser presidente de gobierno de un país en crisis creciente? El candidato bien podría ser un heroe, un sacrificado, un optimista, alguien a quien no le importe quemarse. O bien, podría tratarse de que fuera inmune al fuego, al caos, a la incertidumbre. O alguien que hiciera una lectura correcta del caos y supiera sacar partido de las torpezas ajenas.
También se me ocurre la pregunta opuesta: ¿a quién puede interesarle no ser presidente del gobierno, sabiendo lo que se nos avecina? Sin duda alguien igualmente ambicioso pero menos altruista, o menos resistente a la incertidumbre, o alguien que sabe de sobras que no podrá hacer nada de lo que ahora predica y que mejor que el marrón lo cargue otro.

El hombre mejor situado para ser el próximo Presidente del Gobierno de España es Pedro Sánchez, con el apoyo de Podemos. Se trata de alguien que no tiene gran cosa que perder. Y si tiene algo que ganar lo será a consecuencia de saber llegar al final de la legislatura, habiendo dejado atrás la zona de turbulencias que se nos avecina, con el traje bien limpio y planchado.

Pedro Sánchez encarna a la perfección el prototipo de político pisciano, como Felipe González, José María Aznar o Ada Colau.

Lo iremos viendo.

jueves, 18 de junio de 2015

El Yo, el valor y la vida.

El Yo, el valor y la vida.


Frecuentemente hablamos de la autoestima como sinónimo del aprecio con que uno percibe su Yo. Sin embargo, el Yo, que forma parte de la vida junto con otros Yoes, no puede conferirse valor a sí mismo –y ni tampoco le puede ser dado-, pues él mismo forma parte de un engranaje mayor que le obnubila y le interfiere hasta perturbar la percepción de ese valor, si es que realmente tiene alguno. No se puede ser juez y parte.
Así, pues, el valor no se le puede conferir al Yo desde la voluntad de uno sino que, más bien, ésta es la que puede percibir ese valor en la vida por la que transitamos, no en ese Yo que vemos en el lago de Narciso.

Es decir, el valor lo tiene la vida entera; o, aún más claramente, la porción de esa vida entera que cabe en la propia biografía: la parte que se ha vivido hasta ahora, la que está en ciernes en el momento presente y la que será percibida al final del tiempo que nos corresponde vivir.

Así, pues, el valor no lo tiene el Yo sino la voluntad de dar valor a las experiencias que dan sentido a esa porción de vida que nos corresponde encarnar.

Una pregunta muy relacionada con la asunción de limitaciones, habiendo colocado al Yo en su dimensión justa, y dado que nuestras posibilidades de vivir la totalidad está condicionada por nuestra transitoriedad o finitud:
¿Qué nos es dado a comprender y dominar según esta transitoriedad?
¿Qué nos es impedido a nuestra comprensión?

Distinguir entre lo que nos es posible y lo que nos es imposible conlleva estar en condiciones de valorar los límites de nuestra existencia.

El Yo, que trata de desafiar los límites de la transitoriedad de los personajes que pretenden ir encarnándolo, quisiera contenerlo todo, comprenderlo todo, dominarlo todo, ser eterno como Dios. Sin embargo, si queremos ser felices, a nuestra limitada vida no le deberían interesar tales cosas.

Confundir las necesidades del Yo con las necesidades de la propia vida equivale a vivir enfermo.

En el plasma cultural en el que vivimos, que tanta apología hace de la individualidad, el Yo es dotado del atributo de la autoestima. Sin embargo, no está ahí para eso. Aún así, el individuo necesita tener un Yo identificado, pues es lo que le sirve para hacerse responsable de la centralidad y de las consecuencias de sus actos. Sin embargo, y de aquí mi objeción, el individuo haría bien en percibir su Yo como un elemento más de su vida, ni más ni menos que cualquier otro evento autobiográfico, incluyendo en ello a las personas que nos han dejado marca. Así, pues, la autoestima, más que focalizarse en el Yo por encima de cualquier otra cosa, debería repartirse entre todos los elementos que continuamente conforman la autobiografía: desde los hechos ya vividos, incluyendo a las personas que participaron en ellos, hasta los sucesos que han de venir.

Así, pues, las pruebas de la autoestima no deberían estar focalizadas sobre el Yo, sino sobre la valoración y comprensión de los acontecimientos y personas que han contribuido en que seamos como somos.

Aquel que sea capaz de amar toda su biografía, incluyendo a las personas que por ella han pasado y seguirán pasando, no le resultará necesario rendir culto exclusivo al Yo.

Al dar más importancia al Yo, como protagonista de la autoestima, nos exponemos a que venga alguien y lo embadurne para tratar de vendernos lo que ya es nuestro. El Narciso interior es muy peligroso.

Siendo intangibles el Yo, el alma y el espíritu, pues nadie ha podido demostrar su existencia, resulta fácil caer en las trampas sutiles que nos tienden. Trampas intangibles para elementos intangibles. Lo único tangible son los hechos y nuestra relación con ellos. Así, pues, valorar lo que nos sucede es la clave fundamental del asunto, más allá de si nos resultó agradable o desagradable, favorable o adverso. Valorar los acontecimientos y las personas con que nuestra autobiografía se ha ido articulando equivale a mantenerse honesto y claro en la percepción de ese Yo, tan deseado por mercaderes y vampiros espirituales.

Somos lo que somos en función de lo que hacemos con lo que nos pasa.

miércoles, 10 de junio de 2015

La Conspiración de Sagitario (3)


• Introducción.
El conflicto central entre Catalunya y el Estado español. 
• Las líneas rojas pasadas y las líneas rojas futuras.
• El 2020 y el final del ciclo neoliberal.
• 2016: annus horribilis global. 
• ¿Será Ada Colau la primera presidenta de la República de la Catalunya independiente? 
 
En artículos anteriores comenté acerca de la situación en España, aprovechando que Saturno va a estar transitando por Sagitario hasta finales del 2017. En concreto, me referí a la situación en Catalunya y a sus relaciones con el gobierno central, la cual va a removerse, y muy mucho, durante estos próximos tiempos. Y esto lo digo por los efectos que traerá el mencionado tránsito, juntos con otros factores que luego comentaré. Desde hace tiempo vengo sosteniendo que Catalunya tiene la independencia a tiro de piedra, y más con la perspectiva de una triple conjunción entre Júpiter, Saturno y Plutón que ha de tener lugar en el 2020. Las grandes conjunciones auguran cambios de excepción. Por eso sostengo que cuanto más nos vayamos acercando al 2020, más claramente lo vamos a ir viendo.

Algunas personas me han preguntado por qué uso para este vaticinio la Carta correspondiente al Decreto de Nueva Planta de 1716 y no la de la Restauración de la Monarquía borbónica de 1975 o la de la Constitución de 1978. Debo decir que las uso todas, pero si alguna de ellas me aporta una mayor claridad de percepción es la de 1716, pues ese documento arrasa las diferencias legales que había hasta ese momento en los diversos pueblos de España. De forma muy obvia, el Decreto de Nueva Planta impone una horma monocolor, que es la que ha imperado hasta nuestros días. Cada comunidad fue subordinada a diversas normas, todas ellas denominadas Decretos de Nueva Planta. De cada una de esas normas se podría contemplar su correspondiente mapa astral, y se podría ver en él cómo cada comunidad se ha estado relacionando con el gobierno central.

Como es bien sabido, el proceso soberanista está en marcha desde hace algún tiempo. Aún así, no se ha llegado aún a atravesar la linea roja, la cual empezará a ser tocada en breve plazo.

A continuación me referiré a lo que concierne a la relación entre Catalunya y España de acuerdo a las indicaciones que se pueden percibir en el mapa astral correspondiente al día 16 de enero de 1716, fecha correspondiente al Decreto de Nueva Planta, que sirve para imponer una concepción absolutista del Estado Español, y a las consecuencias que ello iba a ir trayendo en cuanto a la relación entre Catalunya y gobierno central.

El conflicto central entre Catalunya y el Estado español.


Este mapa refleja el conflicto entre la élite política y el pueblo. Este conflicto lo vemos en la posición del Sol en Capricornio (la élite) y Luna en Libra (el pueblo). Son dos signos bien incompatibles. Ahí quedaría descrita la animadversión del pueblo catalán por los políticos y administradores del Estado Español que forman la llamada casta.
También vemos a Urano en el Medio Cielo, que refleja el absolutismo del monarca (y a los gobernantes en general a lo largo de la historia), que se sitúa a sí mismo por encima de la ley, contraviniendo la norma anterior que postulaba que los reyes debía actuar bajo la ley y bajo las Cortes (al menos en Catalunya, hasta antes del inicio borbónico).

Resulta curioso que el ascendente sea Sagitario, pues es el del signo solar de Felipe V y de algunos políticos, como Carlos Arias Navarro, Francisco Franco y Manuel Fraga. Como decía, en estos próximos tiempos vamos a asistir al tránsito de Saturno por este ascendente. Las últimas veces que ello ocurrió coincidió con la admisión de España en le ONU (en la época de Franco) y la entrada en la Comunidad Europea (en época de Felipe González).

Lo que es verdaderamente fuerte de esta Carta, como indiqué, es la posición de las luminarias en los cardinales signos de Libra y Capricornio, en el inicio de los terceros decanatos respectivos.

Las líneas rojas pasadas y las líneas rojas futuras.


Desde la entrada en vigor de este decreto, en el 2016 hará 300 años, ha habido un tránsito de grandes resonancias que ha dejado impacto en la historia: hacia 1931, cuando la proclamación de la 2a. República y la proclamación fallida de la República catalana por Francesc Maciá. Me estoy refieriendo a una cuadratura transitante entre Urano y Plutón, dos planetas lentos, transformadores y que causan gran impacto global. Pues bien, resulta que ahora estamos a las puertas de otro tránsito, igualmente conflictivo y sumamente estresante, entre esos mismos planetas y sobre los mismos elementos cardinales que antes les he referido. Ello va a ocurrir de forma cada vez más intensa a partir de este mismo año. La línea roja empezará a atravesarse justo a partir de este mismo año y estaremos en ello hasta el 2018, momento en que el asunto empezará a ver su final.

Además de estos tránsitos, equiparables a los de la época republicana española, se une la cruz que van a formar Saturno, Júpiter, Neptuno y Quirón en signos mutables, algo que no sucedía desde 1936, lo cual coincidió en el inicio de la guerra civil. 

El 2020 y el final del ciclo neoliberal.


En los primeros artículos que escribí sostuve que la mejor fecha para la consecución de la independencia era el 2020, con matices. Es decir, lo mejor es que fuera a partir del 2017, y mejor aún cuanto más cerca del 2020.
Mi argumento es que en el 2020 acaban dos ciclos importantes: el de 20 años, marcado por las conjunciones entre Júpiter y Saturno, y que tiene mucho que ver con la economía. Si la conjunción habida últimamente acaeció en el 2000, dando lugar a una fase ascendente, hasta el 2010, la próxima, siendo en el 2020, augura un cambio igualmente ascendente, después de un decenio de estrecheces generales (del 2010 al 2020).
El otro ciclo, aún más importante, es el formado por las conjunciones entre Saturno y Plutón. La última de ellas aconteción en 1982, dando lugar al ciclo neoliberal, el cual acaba con la próxima conjunción, en el 2020.

2016: annus horribilis global.


El periodo que va de finales de 2015 hasta primer trimestre de 2017 se presenta lleno de dificultades, retos y comprensión difícil. El caos está servido. El marco global, que afecta mucho al devenir español, estará muy alterado, lo cual afectará a los procesos políticos y sociales en marcha.

La primera parte del 2016, en cuanto a lo que acontece en Catalunya, presenta el gran reto de la cohesión política. Mientras no la haya, tampoco puede haber apoyo internacional explícito. Así, pues, pronostico que hasta agosto del 2016 no se verá a las claras una cohesión lo suficientemente sólida. Más adelante, a partir de finales del 2016 y durante la primera parte del 2017 (hasta agosto de ese año), se darán las condiciones para un apoyo internacional.

De este modo, nos vamos acercando a finales del 2018, momento en que vienen las mejores fechas. Suponiendo, eso sí, que la cohesión interna y el respaldo internacional se conviertan en realidad.

¿Será Ada Colau la primera presidenta de la República de la Catalunya independiente?

Como se puede intuir, ante el anuncio de convocatoria de las elecciones anticipadas para el 27 de septiembre, y viendo los plazos que acabo de exponer, es más que posible que sea necesaria más de una legislatura para llevar el asunto a puerto. Lo cual favorecerá la disminución progresiva de protagonismo por parte de algunos actores.

Y, si mucho me apuran, hasta es posible que la primera presidencia de la República Catalana independiente la encarne una mujer. Lo curioso del caso es que su nombre puede ser el de Ada Colau. Pero para que ello ocurra primero han de pasar muchas cosas.

Así, pues, el asunto que atañe el proceso soberanista no está entre independentistas y unionistas, sino entre otras polaridades. A saber, y a título de sugerencia:
- tempo lento o tempo rápido, según conveniencias de los actores en escena, tanto de los que están como de los que aún deben entrar (lo cual quiere decir que habrá quien tenga que salir del escenario definitivamente).
- nueva política contra vieja política: políticos de nuevo cuño que ocuparán el lugar que ahora ocupan otros.
- derecha versus izquierda, tanto entre unionistas como entre soberanistas.
- independentistas auténticos versus independentistas que se hacen pasar por unionistas, acaso para provocar una salida de las élites que hasta ahora han estado manejando el cotarro.

Y es que ante la presidencia de un nuevo país, ¿a qué político en ciernes no le gustaría pasar a la historia por ser el primero en gobernarlo?

Como se ve, hay varios asuntos que confluyen en uno. El caos será predominante. Y como suele decirse: a río revuelto ganancia de pescadores.