domingo, 28 de febrero de 2016

Petroleum y el grado 4 de Sagitario


Petroleum y el grado 4 de Sagitario.
Un estudio sobre el fanatismo y el escepticismo espiritual.

Entre otras exquisiteces, Petroleum aborda la relación entre el ideal de conducta y la actitud real. Beethoven, un claro ejemplo de ello, personificó como nadie la esperanza en un mundo mejor y la decepción consiguiente. Lo que él esperó de Napoleón y lo que finalmente ocurrió describe a la perfección el perfil psicológico de Petroleum.

Diríase que Petroleum acaba por no creer en nada, o eso es lo que parece. Sin embargo, una percepción más fina y profunda nos llevaría a captar un comportamiento decepcionado en relación a lo humano. Llegados a este punto habría que diferenciar entre fe, esperanza e ideal, y lo que las personas somos capaces de hacer (o de no hacer) por ello.
Por ejemplo, hay quien se confiesa ateo, o anti-religioso, porque las personas que dicen profesar alguna religión muestran una actitud inmadura y mezquina en relación a eso que dicen creer.

Desde el punto de vista de quien represente el carácter relacionado con Petroleum, podría decirse que se trata de alguien que experimenta o capta la dramática contradicción entre lo que se dice defender, ya sea de carácter ideológico o religioso, y el comportamiento concreto que se tiene en relación a ello; entre la honorabilidad a la que se aspira y la mezquindad en la que uno cae.

Por poner un ejemplo, alguien que hubiera nacido y crecido en una determinada fe religiosa podría abominar de ella al percibir las incongruencias por parte de aquellos que dicen profesar tales creencias. La percepción de lo discordante o contradictorio entre el valor de lo que dice defenderse y lo que debería hacerse puede derivar en hostilidad hacia el valor mismo. Por ejemplo, si alguien predica la caridad cristiana y su comportamiento no es caritativo, puede llevar a una visión crítica de lo esencial cristiano por parte de quienes observen esta discordancia. Y lo mismo podría decirse en relación a otras religiones, creencias o ideologías proclamadas como nobles y encarnadas superficial o mezquinamente.

Como el mundo es un espejo, podríamos decir que la incoherencia percibida por Petroleum, entre lo que el humano realmente hace en relación a lo que dice hacer, nos llevaría a pensar que se trata de alguien descontento de si. Vamos, que no se soporta. Este descontento tiene una especificidad, y es que es difícil de contener emocionalmente cuando es detonado, lo cual puede ocurrir cuando se está muy implicado socialmente. O dicho de otro modo, cuando la persona Petroleum abdica de defender el ideal y el bien común, debido al descontento, posiblemente intente aplacar su discordia mediante el trabajo y la auto-explotación en beneficio de su propio yo. De este modo, Petroleum convierte su incoherencia en penitencia a través del trabajo y del lucro.

Puede ocurrir, además, que desarrolle una actitud cínica o crítica en relación a valores morales y éticos, especialmente cuando percibe que alguien los enarbola como si fuera una bandera, lo cual nos llevaria a pensar que Petroleum es un escéptico, cuando es más bien alguien que sufre de decepción por ver que un mundo mejor no es posible debido a la mezquindad reinante.

La salida al drama existencial de Petroleum tiene varias vías:

a.- abdicar de toda creencia, procurando una madurez de comportamiento que le lleve a uno a aceptar la patética contradicción entre lo que se dice creer y lo que uno hace en realidad.
b.- volverse escéptico, burlón, frivolo o explotador, tanto de las creencias como de los creyentes.
c.- ser compasivo de corazón en relación a la mezquindad de quienes exhiben fastuosamente su religiosidad o idealismo, sin perder el tiempo criticándolos.

Petroleum y el grado 4 de Sagitario.

La religiosidad (o el interés por lo religioso) sagitariana encuentra en este grado una particularidad: la concentración de lo espiritual en uno mismo. Al situar lo sagrado en el interior de las personas nos encontramos con una paradoja, pues Petroleum y este grado resultan ser una personificación de alguien que sigue siendo idealista por más que lo niegue y lo disfrace con escepticismo. Petroleum, pues, debe sobreponerse a la decepción, a la idealización del humano, tolerándose primero a si mismo.

Con el tiempo y el pulimento que obtendrá en la madurez, Petroleum dejará de identificar las formas concretas con que escenifican los humanos sus creencias espirituales o religiosas con el fondo real de la experiencia comunitaria.
Desde este punto, tal y como le sucedió a Beethoven, Petroleum se ganará el respeto de sus congéneres cuando ya no pueda escuchar sus aplausos.

En definitiva, Petroleum es alguien que debe aprender a tolerarse a si mismo, pues esos reproches que proyecta sobre las incongruencias de los demás son los suyos propios.

Muy relacionado con ello, un factor muy afín a Petroleum y al grado 4 Sagitario es el dogmatismo y el fanatismo, tanto por activa como por pasiva. Es decir, el perfil de Petroleum puede retratar a una persona que ha sufrido de dogmatismo en su propia familia. Por tanto, pues, puede haber un remanente en su interior en forma de censura o autocensura. Y hasta es posible que haya que buscar en el árbol genealógico correspondiente algunas de las trazas que dan de comer al dogmatismo como, por ejemplo: credulidad, candidez y obediencia ciega a dictados de otros, celos y sentimientos de inferioridad no reconocidos, anhelos de autoimportancia o megalomanía, nostalgia de tiempos pasados que ha quedado enquistada en la psique, duelos no completados, intolerancia y falta de empatía, exclusiones y expulsiones del sistema por motivos religiosos o ideológicos, homofobia o xenofobia, etcétera. Por tanto, pues, esta persona puede estar tratando inconscientemente de evitar decir lo que realmente piensa, acaso para evitar una reacción fóbica o dogmática por parte del otro. Incluso, que también podría ser, en su defensa por la tolerancia, la libertad y la apertura, la persona puede llegar a incurrir en una forma febril de defensa que puede llegar a parecer fanática.

lunes, 22 de febrero de 2016

La privatización del Estado (y III)

La confusión entre lo público y lo privado.

Habrá un momento en que el usuario no sabrá si el médico que le atiende, en lo que ahora aún es un ambulatorio público, cobra del Estado, de un cluster privado, o de ambos al mismo tiempo.
El otro tema son los recortes en educación. Hablemos, pues, de las escuelas. Hoy las hay públicas, privadas y concertadas. Nos podría parecer que las públicas no buscan el lucro, y por eso las defendemos. También nos podría parecer, y de aquí mis reservas al respecto, que son ideológicamente neutras. Sin embargo, todas, incluso las públicas, sirven para formatear a los jóvenes para procurarles una buena inserción social y laboral, y con la vista puesta en la universidad. Sin embargo, ésta, tanto la que es pública como la que es privada, recibe apoyo y subvenciones de empresas privadas, lo cual condiciona su independencia.

Por lo tanto, eso que se ve venir, la confusión entre lo público y lo privado, ya existe desde hace tiempo. A lo que vamos, pues, es a una mezcla total, a una con-fusión.

La privatización del Estado.

Podemos decir, que el Estado ha sido privatizado y que las empresas tienen cada vez más interés en lo público (o en lo que queda de lo público). La confusión entre ambas esferas va camino de ser total, excepto que una masa crítica lo impida.

Un ejemplo pequeño de ello, de la publicitación de lo privado y la privatización de lo público, lo tenemos en internet, en el que nuestros datos ya no son únicamente nuestros, y que, además, están siendo objeto de tráfico por parte de Estados y empresas.

Incluso algo tan estatal como los ejércitos y la defensa de los países está siendo influido por la acción de intereses privados. De ello ya dio cuenta el presidente Eisenhower en un famoso discurso pronunciado en los años 50.

sábado, 20 de febrero de 2016

La privatización del Estado (II)

La privatización del Estado (II)

En algún otro escrito he puesto sobre la mesa el tema del TTIP, del cual nadie habla bien. Y quien habla bien no lo hace del todo, o lo hace con la boca pequeña, quizá porque es una decisión que, una vez ejecutada, no tendrá reversibilidad. El caso es que el TTIP es percibido como una amenaza
para la soberanía local por parte de la oligarquía global.

Podría parecer el TTIP una re-edición del absolutismo, que desembocó, acaso como reacción, en la Revolución Francesa y que dejó el terreno disponible para el desarrollo de las ideas liberales y el acceso al poder de la burguesía. Es decir, por hacer una fácil comparación, podríamos ver en el TTIP un intento de perpetuación de la aristocracia -el antiguo régimen nunca murió en realidad-. Ahora, izquierdistas y no tan izquierdistas, liberales y estatistas, proclaman que el TTIP puede llevarnos a que tengamos que ponernos las manos en la cabeza, por lo que de intención perversa y oscura pueda tener. Se trataría, si no entiendo mal, de una re-edición del totalitarismo pre-revolucionario que dejaría a las democracias reducidas (aún más) al pan y al circo de todos los días.

Y ahora yo me pregunto si la emergencia de un partido como Podemos no estará siendo, además de portavoz de la voz de los indignados, de una parte de los empresarios que intuyen que el TTIP puede llegar a arrasar todo lo que no esté en manos de la oligarquía absolutista global.

¿Será Podemos el portavoz de las nuevas burguesías emergentes?


Connotación astrológica:
El tránsito de Plutón por el tercer decanato de Capricornio (2018-2023) será aún más determinante, hasta el punto de que la historia del siglo XXI vendrá determinada por lo que ocurra en el lapso comprendido por la duración de este tránsito. El historial de tránsitos anteriores por este signo así nos lo demuestra. 

martes, 16 de febrero de 2016

La privatización del Estado (I)

• La aniquilación de España o la privatización del Estado (I).
• El final del Estado-Nación y el surgimiento de las Mega-Regiones. 
• La importancia del ciclo de 172 años.

El Estado español apenas influye sobre el 40% de la actividad económica del país.Y parte de ese 40% está influido o coaccionado por el mercado, por la oligarquía global y demás factores. Es decir, del 60% restante el ciudadano no tiene capacidad para escoger o influir a través de las instituciones que dicen representarle.
Todo esto viene a cuento de lo que vengo explicando en la serie de artículos que he titulado con los nombres de "la conspiración de Capricornio" o "la conspiración de Libra", los cuales pueden econtrar pulsando en las etiquetas que encontrarán al final de este texto.

Por si alguien piensa en la posibilidad de restituir la soberanía que al ciudadano le fue arrebatada para dársela a eso que llaman mercados, para neutralizar y hacer reversible el proceso de desregulación que se ha estado poniendo en práctica, la democracia liberal -el Estado, las instituciones- no es suficiente. Es más, es el eslabón más débil, pues la acción política requeriría de un nivel de audacia y agresividad que el sistema no permite, pues se ha vuelto burocrático e ineficiente hasta la exasperación.

A partir de esta hipótesis podemos llegar a la conclusión de que las formas democráticas, al menos tal como funcionan actualmente, no sólo no pueden retornar el poder que cedieron ante los mercados sino que, de tan burocráticas en que se han convertido, son su garante. Es decir, la política sirve al mercado, está subordinada a él. Cualquier otra apariencia que se quiera dar -promesas al pueblo, limitación de la desigualdad, reducción del paro, discursos, etcétera- es mera impostación.

A la otra conclusión a la que se puede llegar es que estando el poder en manos de forofos tecnócratas y capitalistas que ahora se proclaman compasivos o filantrocapitalistas, la economía, lejos de ser un reflejo real de la oferta y de la demanda, se parece más a un Estado bolchevique que a lo que debería ser. La dictadura del mercado, que podríamos decir.

Si Stalin se reencarnara, lo haría a través de algunas de las formas que acabo de esbozar, pues vería como gran parte de su concepto de Estado está ahora siendo puesto en marcha por empresas privadas que se benefician de la confusión democrática y de la falta de liderazgo de los Estados.
Stalin, y demás dictadores, de estar reencarnado hoy, sería un oligarca, no un hombre de Estado, pues éste es insuficiente. Hoy en día tiene más poder un fondo de inversión (hedge fund) que varios Estados juntos. Stalin sería hoy un Hedge Fund.

Alguien podría pensar que estoy apostando por una dictadura. No, pero tampoco estoy contento con las formas aberrantes de funcionamiento de eso que llaman parlamentarismo. Política y democracia han acabado convirtiéndose en una versión actualizada del pan y del circo.

La otra alternativa, improbable a todas luces, sería que el mercado, por propio interés, cediera a las instituciones algunas atribuciones reguladoras (o re-reguladoras) a cambio de obtener algunas ventajas que no me atrevo a nombrar.

Oligocracia y Estado.


Los Estados se mantendrán en pie, aún con deuda soberana, si ello sirve a los intereses de la oligocracia. Es decir, que los Estados tengan como única función ser los policías del sistema. Una policía, claro está, al servicio del dinero. Sin embargo, si la burocracia que lastra a los Estados-Nación resultara incordiante para tales intereses, la oligocracia optará por la creación de mega-organismos (el TTIP, por ejemplo) combinado con la creación de entidades locales más productivas y menos burocráticas (las mega-regiones). 

La connotación astrológica.

Gran parte de lo que acabo de narrar está relacionado con el ciclo sinódico ligado a las conjunciones entre Urano y Neptuno. La última de ellas tuvo lugar en 1993. La próxima, en el 2165.

jueves, 11 de febrero de 2016

Quirón y la política (y V)

Sobre la procrastinación y la tendencia a dejar que los problemas se eternicen.

En relación a la procrastinación, tan relacionada con el Quirón astrológico, no es cosa única de los políticos. En realidad todos somos procrastinadores en el algún punto o area de nuestra vida. Esa tentación de dejar para más adelante asuntos cuya ejecución hoy pondrían en evidencia nuestra incompetencia. Esa es la sombra bajo la que crece la procrastinación.
Entonces, pues, no queremos soltar el elemento de control, aunque sea ilusorio. Ocurre, por ejemplo, en la relación de los padres con los hijos, cuando nuestros mayores no pueden reconocer un error, pues hacerlo pondría en peligro la figura de autoridad que supuestamente encarnan. Es decir, el pilar en el que se sustenta la familia y la política es el mismo: la autoridad, aunque ésta frecuentemente se basa en que las incompetencias estén convenientemente maquilladas. Ya se sabe, la culpa de algo siempre la tiene otro.

Como los políticos, pues también tenemos un Quirón en nuestra vida cotidiana, solemos dejar asuntos para mañana (o para nunca jamás), especialmente aquellos que requieren de un nivel de audacia que nos pondría en el brete de tener que salir de nuestra área de comodidad. Con la procrastinación dejamos para mañana la resolución de conflictos y la toma de decisiones que acaso hoy no nos vemos con la competencia adecuada para afrontar. Y ahí está la cosa: en evitar las consecuencias. Entonces, para distraer nuestros problemas, dejándolos al lado, lo que hacemos es dejar que la burocracia mental ocupe mayor espacio en nuestras vidas. Esta burocracia es la consecuencia de tener claro a qué se es leal, o mantener lealtades que se contradicen entre sí. Y así es como se crean todavía mayores problemas, y hasta enfermedades.

Quirón y la política (IV)

Quirón y la procrastinación de los políticos.

El político procrastinador, puesto que vive de ello, provoca un conflicto a partir de su tendencia a eludir la toma audaz de decisiones. Se cobija en supuestas lealtades, algunas de ellas ocultas o incomprensibles hasta para él mismo. Por decirlo con pocas palabras, el político se debe simultáneamente a su ambición, a la lealtad a las conveniencias del partido que le apoya y al ciudadano del que dice actuar en su nombre. Lo malo es que entre estas tres cosas hay una gran incompatibilidad, lo cual hace que la política, tal como dice Beppe Grillo, haya acabado siendo una enfermedad mental.

Entonces, pues, como el político tiene una gran necesidad de protagonismo y notoriedad, acaso para tapar su falta de poder real -o para justificar el sueldo y las subvenciones que recibe-, lleva a sectores de la ciudadanía a tomar partido por él a sabiendas de que él no tiene en su mano la posibilidad de encarnar o facilitar lo que él mismo propone en sus discursos. En otras palabras, el politico procrastinador lleva a la gente que dice representar a que encarne el conflicto que luego él no será capaz de resolver.

A la conclusión a la que llego es que la actitud del político parece estar orientada más a impedir que a facilitar.

lunes, 8 de febrero de 2016

Quirón y la política (III)

Quirón y el sistema social y político.

A través de rumiaciones que hice del mito de Quirón llegué a la conclusión de que nuestras vidas giran alrededor de una herida fantasma, y que el sistema se mantiene en pie mientras esta herida no cicatrice, ni se toque, ni se cure, ni se reconozca como pilar de la convivencia social y colectiva. La razón está en que la mayoría de profesiones que tocan el tema de lo intangible -desde la religión a la política, pasando por la psicología, etcétera- existen gracias a este hecho. Estas profesiones, y lo que las rodea, son formas de vida que no consienten ser desarticuladas, pues generan muchos puestos de trabajo (y, por lo tanto, modos de vida). Por lo tanto, en la medida en que generan una identidad, son ellas las que procuran que la herida se mantenga presente.

Es por esta herida que el humano necesita vivir en comunidad -un espacio mental colectivo con un ágora en el centro a través de la cual expresar necesidades y obtener ayuda por parte de la vecindad-. Sin embargo, el ágora ha sido intervenida por estas mafias profesionales. Es decir, el activismo comunitario, que podría transformar y restituir el sentido primordial del ágora, no interesa a estas profesiones, las cuales fundan su razón de ser en que el problema continue.
Por algo será que a las profesiones, la política entre ellas, que tratan con lo intangible se les llama solucionistas.

Así, pues, un político debe su existencia a estos hechos. Desde esta perspectiva, político es quien trata de escenificar los anhelos que se expresarían en el ágora procurando que el pueblo le transfiera a él lo que a todas luces es imposible, pues la única manera de hacer una revolución comportaría que el pueblo debería reapropiarse del ágora, ese espacio mental que cedió a los profesionales de lo intangible.

La idea de que un cambio es posible en un ágora intervenida convierte al anhelo en una mercancía más que se disputan los partidos politicos, los medios de comunicación, los banqueros, los economistas, los abogados, los psicólogos y demás profesiones que trafican con lo intangible.

viernes, 5 de febrero de 2016

La corrupción total

Spotlight. La corrupción integral del sistema.

Acudo a ver Spotlight, una estimable película que narra cómo un grupo de periodistas destapa una larga serie de casos de pederastia en el seno de la Iglesia Católica de Estados Unidos. Sin embargo, no trata tanto de los abusos que unas personas con poder cometen sobre otras que no lo tienen, sino sobre cómo es posible que todo un sistema, incluyendo los mismos medios de comunicación que ahora denuncian, hayan estado mirando hacia otro lado mientras ello se sabía que estaba ocurriendo. Es decir, la película propone un debate consistente en que el sistema tienda a señalar a culpables concretos, acaso como forma de tapar que el asunto es sistémico. De hecho, la película gravita toda ella sobre este debate. A partir de un cierto momento, en la trama sistémica de corrupción que la película describe, se percibe que los mismos periodistas que ahora claman y denuncian se reconocen ahora como cómplices de la corrupción que en el pasado tuvo lugar.

De ello deduzco, ato cabos y lo llevo a otro contexto. El sistema en que vivimos es corrupto de raíz. Como ello no tiene solución posible -o no se quiere que se tenga-, el propio sistema propone que sean unas determinadas personas las que encarnen los pecados a la vista de todos. Por ejemplo, los políticos, que son expuestos ante el foso de los cocodrilos, dando de comer al pan y circo mediático.
Entiendo que el sistema ha convenido que los únicos corruptos deben estar adscritos a la esfera de la política, acaso para dejar a salvo de escrutinio al resto de los poderes fácticos de la sociedad. Ello quiere decir que son los únicos candidatos posibles a ser lanzados al foso de los cocodrilos. Sin embargo, la maraña de intereses que ligan a los partidos políticos con el mundo de las finanzas, de las empresas y de los medios de comunicación es tal que habría que entender que la corrupción política es pecata minuta, un simple tentáculo del gran pulpo que es el sistema.

miércoles, 3 de febrero de 2016

Quirón y la política (II)

Quirón y los políticos.

El santo patrón de los políticos es Quirón, el maestro herido. También lo es de quien confía en la política. Es decir, de todo aquel que espere que las soluciones puedan venir por vía política. Desde este punto de vista, Quirón representa un ideal de progreso y conciliación de los conflictos basado en el diálogo, el reconocimiento, la aceptación de los propios límites, el respeto de unos por otros. Sin embargo, además, Quiron también puede tener que ver con el miedo, con las creencias limitantes, con la procrastinación, con la burocratización psicológica y mental, y con una forma de vida que impide lo que podría ser posible. El telón de fondo son los intereses contrapuestos, las lealtades contradictorias, la dificultad para percibir y aceptar las cosas tal como son. La consecuencia de ello lo podemos percibir en la tendencia a complicar las cosas; o a que determinadas soluciones, que requerirían de un alto nivel de audacia, no se tomen por miedo al fracaso o porque ello supondría cuestionar un determinado estado de comfort. Como ven, paradojas.

Así, pues, podríamos definir la política como una forma de hacer que se basa en que los problemas no se resuelvan, por más que se pregone lo contrario. Por lo tanto, político es alguien que se imposta, que se reviste de una actitud de poder aparente con el fin de ocultar una debilidad de fondo que no quiere mostrar o que le resulta difícil de tolerar.

¿Cuándo se ha visto que un político acepte que se ha equivocado? Y aún más. ¿cuándo un político que se ha equivocado señala a otros, a los de la oposición, para tapar sus propias miserias? Y añado otra: ¿cuándo los políticos proclamarán, en una muestra de honestidad sin precedentes, que la politica y las instituciones no pueden hacer nada en relación a lo que la ciudadanía plantea?

Lo que quiero decir con ello es que la politica es un modo de vida, un negocio como otro cualquiera. La politica vende soluciones, del mismo modo que un prestidigitador saca una liebre de un sombrero.

La nueva política.

Ahora me referiré a los politicos emergentes, de los cuales se alberga una cierta esperanza de cambio. Suelen impostarse con discursos de crítica hacia el sistema. Sin embargo, el sistema económico está funcionando, de un tiempo a esta parte, más allá del control político. Deduzco, pues, que el político emergente cree que puede cambiar la tendencia, que puede devolver al estado y a las instituciones la tutela perdida que las desregulaciones de estas últimas décadas se han estado regalando al mercado.

Es decir, si parte de mi escala de valores se ha formado en base a la crítica al sistema es muy posible que yo no quiera que el sistema cambie. Es decir, la crítica se ha incrustado en mi carácter hasta el punto de convertirse en mi razón de vida. ¿Cómo querré, pues, que el sistema cambie si precisamente mi vida se está construyendo en base a que el sistema perviva con las actuales formas, de las cuales hago queja y, por tanto, modo de vida?
Como pueden imaginar, no sólo la política encaja en este modo de funcionar. También lo podríamos ver en otros contextos.

martes, 2 de febrero de 2016

Quirón y la política (I)

Quirón y la política.


¿Quiere realmente el politico la movilización popular, cuando su razón de ser consiste en que el pueblo se quede quietecito como está y le transfiera a él sus esperanzas, para que las gestione según su conveniencia?
¿Es la politica un ejercicio esquizoide o, como dice Beppe Grillo, una enfermedad mental?

El político se mueve entre la movilización y la desafección del pueblo. No le interesa un pueblo desafecto que no le corresponda cuando lo necesita; y tampoco le interesa un pueblo movilizado que le ponga cara a cara ante su propia incompetencia. Le interesa que se le deleguen las expectativas de cambio, eso sí, y que el pueblo renuncie a la acción para que sea el político quien la encarne.
 
Este artículo es el primero de una serie que iré publicando en próximos días.