miércoles, 18 de marzo de 2009

La Diosa en busca de empleo

La Diosa en busca de (mejor) empleo
( sugerencias para una sesión de co-coaching )
Gabriel Gutiérrez
gabriel@pangea.org
http://substracte.wordpress.com/

Recién acabo de asistir a unas sesiones cuyo tema versaba sobre cómo presentar una autocandidatura con el fin de mejorar en el ámbito laboral. Uno de los ejercicios consistía en darse a conocer verbalmente ante el resto de los asistentes, como si se tratara de un cliente a quien quisiéramos convencer de la conveniencia de contratarnos. Cada uno en su intervención citó su formación académica y su trayectoria profesional. Al acabar constatamos que nadie cayó en la cuenta de describir cuál era su talento, su mérito y lo que ofrecía como valor añadido. Sin esta descripción todos los discursos resultaron monocordes, sin diferencia esencial entre unos y otros. Ello podría indicar falta de atrevimiento a mostrarse ante los demás o, lo que es peor, una falta de conocimiento en cuanto al talento innato que sin duda se tiene (dormido). Prueba de ello es que, en una sesión de coaching, a la que hacemos estas preguntas, nos encontramos con que el coachee se suele sentir bastante torpe y dubitativo cuando en primera instancia intenta contestar. Esta situación podría llevarnos a pensar en lo ignorantes que somos acerca de lo que llevamos dentro y podemos ofrecer. Con ello no sólo remito al talento innato que antes mencionaba sino al valor que podemos generar con lo que en la vida hemos cultivado a través de nuestra experiencia vital. Precisamente, los frutos de este cultivo antes los percibe nuestro entorno que nosotros mismos, de ahí la importancia de monitorizar nuestro discurso en compañía de otras personas. A partir de ahí uno toma conciencia de que la empresa que es nuestra vida requiere del feed-back de los demás como vía para el conocimiento de nosotros mismos. Esta ayuda en forma de pantalla nos pone al día acerca de lo que en realidad estamos emitiendo. Así, por ejemplo, una persona expresa conscientemente un objetivo a la vez que los observadores constatan hasta qué punto su actitud es congruente con él. Una persona que nos observara neutral y atentamente puede llegar a captar en nosotros tanto el talento como los defectos de actitud o contradicciones que puedan impedir su brillo y expresión eficaz.
Monitorizar es una de las funciones en el proceso de coaching y cuando esta monitorización es recíproca, la llamamos co-coaching.

Mitología y personalidad

La mitología es una forma de psicología arcaica muy interesante de ser tenida en cuenta. De alguna manera, sus narraciones están incorporadas en nuestros imaginarios. Se puede decir que la estructura de nuestra personalidad está compuesta por los personajes míticos y sus historias, cuyo desarrollo se encuentra en la tradición en la cual se asienta nuestra vida colectiva. La mitología greco-romana es el sistema operativo de nuestra cultura y, por ende, ahí está representado el sustrato de nuestra personalidad. Entre sus personajes está la diosa Ceres, que es quien nos puede ayudar en asuntos laborales pues encarna el potencial de extraer el fruto de esa tierra abonada que es nuestra experiencia.
A diferencia de los dioses, que narran actos y efectos de poderes externos al individuo, las diosas tutelan habilidades y procesos internos que se gestan en el inconsciente y que, a partir de un cierto momento, emergen y se encarnan en actitudes palpables y concretas. Al resultado de esta emanación lo podríamos denominar “frutos de la personalidad”. El caso que nos ocupa está simbolizado por la diosa Ceres, patrona de la agricultura, de los cultivos y, en general, de la extracción de resultados y aprendizajes que el magno y simple hecho cotidiano de vivir haciendo ocasiona. Ceres nos habla de nuestros cultivos y cosechas personales, de lo que brota y se muestra como consecuencia del hacer viviendo. Según nos cuenta Pierre Grimal en su celebrado “Diccionario de Mitología Griega y Romana”, la raíz etimológica de Ceres es “brote”. Brote es, pues, lo que augura el futuro fruto. Sin embargo, puesto que este hecho tan sencillo no puede uno verlo en primera instancia, pues se genera en el inconsciente y se muestra involuntariamente, necesita ser ayudado por una persona externa en funciones de comadrona. Esta función puede ser desarrollada por un observador, que bien puede ser un individuo o grupo en disposición de observarnos atenta y neutralmente. Una de las funciones del proceso de coaching es precisamente ésta: ayudar al coachee a que él mismo sea quien ponga palabras a sus capacidades, a su talento y a lo que de si favorece o entorpece su expresión.

Nuestra Ceres interna

Por otro lado, para acabar de refinar este asunto, quienes utilizamos el mapa energético del nacimiento de la persona como herramienta para orientar nuestras preguntas, podemos ver en la posición natal de Ceres la clave de todo lo dicho anteriormente. La diosa Ceres, representada por el asteroide del mismo nombre, representa nuestro valor añadido en proceso de ser hecho más consciente y fructífero cada día. Como coach que utiliza la astrología como forma de encontrar la idea-fuerza que predomina en mi cliente, pongo atención a la posición de su Ceres. Conociendo esta posición, voy haciendo preguntas a mi coachee para que él mismo vaya verbalizando las excelencias contenidas en su mapa mítico. No describo al cliente nada que no pueda hacer él mismo con sus propias palabras pronunciadas en alto.

Nuestra Ceres externa

Ceres, por otro lado, como acabamos de indicar, es un asteroide que fue descubierto durante la segunda mitad del siglo XIX coincidiendo con grandes cambios sociales relativos a la forma de trabajar y a sus consecuencias en forma de nuevas especialidades. La franja espacial en la que se encuentra Ceres se denomina Cinturón de Hipólita, lugar poblado por miles de corpúsculos que giran entre las órbitas de Marte (fuerza del trabajo) y Júpiter (la sociedad a la que se destina dicho trabajo y de la cual se espera reconocimiento). Se podría decir que el Cinturón de Hipólita es el símbolo del mercado de trabajo en forma de oficios que van siendo descritos por cada uno de los más de 3.000 asteroides que lo componen.
Como el resto de los asteroides, Ceres fue descubierto a través de tecnología y observación minuciosa. El correlato que Ceres tiene en nuestras vidas refleja muy bien este detalle: la mayoría de los descubrimientos que hacemos en nosotros mismos vienen dados a raíz del uso de esos dos elementos (y de sus correspondientes metáforas). Sin este uso no habría descubrimientos y el potencial respectivo quedaría sin tomar conciencia. Así, entonces, la tecnología y la observación equivalen a lo que se consigue cuando una persona acude a una sesión como la descrita en la apertura de este artículo.

Conclusión

Ceres es la diosa de la fertilidad, de las cosechas y de la civilización. El sector productivo con el que inicialmente se le asocia es el que rodea a la agricultura, a la ganadería y a sus derivaciones. En el mundo occidental, éstas últimas son las que mejor reflejan la función que ejerce Ceres en la vida. Entre ellas: el mundo de los negocios; la economía, el ahorro y la inversión de recursos; el almacenamiento y la distribución de bienes; la ley de la oferta y la demanda y su repercusión sobre el valor y precio de productos y servicios, etc,...

Para entender mejor la repercusión de Ceres en nuestra vida, imaginemos el proceso por el que debe pasar un fruto (o cualquier producto) desde su concepción hasta su puesta en circulación en el mercado. Primeramente deberemos ser sensibles a la necesidad de dicho bien, deberemos disponer de un campo fértil en el que labrar y cultivar aquello que se percibe como necesario. Posteriormente, con el fruto recolectado, iremos al mercado (la sociedad) en donde intercambiaremos los excedentes por otros bienes que nos sean necesarios, etc,..... La economía empezó a través de intercambios. Los negocios se hacían, y se hacen, en los mercados (alimentarios, de valores, de trabajo, en la Bolsa, etc,...). Allí se negocia el tipo de productos a intercambiar y el valor de cada tipo.

La posición natal de Ceres indica qué facetas de nuestra vida deberemos cultivar si queremos que la sociedad nos tenga en cuenta y así obtener valor de nuestras habilidades. Estas facetas son bienes que se consumen y que, por tanto, nacen, crecen y mueren, para así dar lugar a otra faceta o ciclo del mismo tipo de fruto, mejorado, que pasará por el mismo proceso. El signo de ubicación de Ceres indica qué elemento de carácter la vida nos pide que cultivemos que nos pueda hacer mejores personas, más eficaces y prácticas. La Casa en donde se encontrara Ceres en una Carta Natal nos indicará el campo en el que cultivarnos. En ese campo habrá que dedicar un tiempo para labrar, para cultivar, para cosechar, y también un tiempo para mantener en barbecho y permitir que el sustrato se ventile y regenere. Por eso es que la posición de Ceres indica situaciones en las que se alternan la abundancia y las restricciones (productividad y barbecho; actividad y pasividad). También indica en dónde deberemos invertir (sembrar, labrar) a corto plazo para obtener riqueza a medio plazo. Y es que Ceres es un icono de referencia de la evolución personal contabilizada a través de logros tangibles no necesariamente acumulables.