lunes, 1 de octubre de 2012

La gran defecación


Unas sugerencias para el periodo 2012-2015.


Aprovechando que el Ebro desagua en el Mediterráneo, y que Saturno está a punto de darse un chapuzón en las aguas turbias y marronosas de Escorpio, cosa que le va a llevar un medio quinquenio, para proponer la siguiente reflexión:
Cuando Saturno entró en Aries -el portal del zodiaco-, en 1996, dio comienzo a su particular ciclo de casi 30 años. En cada signo por los que va pasando nos va llevando a conectar con las 12 grandes torpezas de la especie humana, poniéndonos ante la tesitura de afrontar el asunto con la humildad y con la concentración que cada una de ellas merece.
Las torpezas relacionadas con Escorpio son las cagadas. O mejor dicho: las consecuencias de las cagadas que se fueron comentiendo desde 1996 (•). Estas cagadas pueden ser por activa y por pasiva: las que nos han hecho y las que hemos hecho a lo largo de todo este tiempo. Así, pues, este medio quinquenio que inauguramos nos pone en la tesitura de tener que tocar con las manos las consecuencias de todas ellas. Eso sí, en frío.
Saturno en Escorpio.
Como decía, Saturno está a punto de entrar en Escorpio. Ello avisa de la bondad de una toma de conciencia orientada a chequear nuestra capacidad para experimentar situaciones que no solemos aceptar a la primera. Un ejemplo de esta categoría de cosas es la muerte, la pérdida, la traición, junto con al grito o el llanto congelados. También, otras que no tienen un carácter tan luctuoso pero que también nos conectan con algo difícil, crudo. Ello no quiere decir que esas cosas sean luctuosas de por sí. En realidad, lo que es luctuoso, y acaso patético, es la forma que los humanos tenemos de vivenciar los procesos finales, los anales de algo que apreciamos, y que acaso dejaron en nosotros una costumbre, un atavismo que aún parece que nos llena, un duelo que posponemos. Somos animales de costumbres, que es como decir adictos. Nacemos deficitarios hasta el punto de necesitar de nuestra madre durante mucho más tiempo que cualquier otra especie. Acaso sea la gran prolongación de esta necesidad la que ha dado lugar a tan mal encaje de la muerte.
El caso es que este vaivén con que danzamos la melodía planetaria nos lleva a experimentar este hecho, el de las transformaciones a vida o muerte del sistema, el cual, por cierto, nos viene justamente tan a pelo en los momentos que corren, habida cuenta de lo que está ocurriendo de unos años a esta parte. La lógica de los hechos es coincidente con la lógica del vaivén planetario. Años de muerte.
Lavar la ropa hasta dejarla limpia.
Sin embargo, y dado que no todo es Saturno en Escorpio, puesto que ello es sólo una pieza más del engranaje astrológico, les diré que en el escenario cotidiano a eso que llamamos Escorpio nos lo encontramos, por ejemplo, en el baño, en la taza del inodoro, o en el aclarado y centrifugado de la lavadora. Centrifugar y aclarar, hasta dejar la ropa limpia, recuérdenlo.
Es como decir que durante esta etapa toda la ropa sucia emergerá del inconsciente social pidiendo ser lavada. Ahí veremos al sistema astrológico funcionando como una gran lavadora.
Limpiarse por dentro.
Así, pues, después de estar con la crisis financiera, con los políticos mintiendo, con las campañas de marketing prometiendo que encontraremos la oportunidad de nuestra vida profesional haciendo esto o lo otro, o estando omnipresentes y perpetuamente entretenidos en las redes sociales. En definitiva, hemos estado caminando de puntillas y estirando el cuello intentando ver si se atisbaban oportunidades en lontananza. Pues bien, ahora nos toca defecar. Sí, defecar, sí, que es todo un arte. Después de haber estado erguidos mirando al horizonte y escuchando tanto ruido, después de tanta especulación y de tantos brotes verdes que unos y otros prometían, después de tantos diagnósticos dichos y contradichos, ahora lo que toca es agacharse, poniéndose en una posición fetal mirando para abajo, y soltar. Además, a nuestra espaldita le irá bien.
Contrastes.
Una coyuntura única ha hecho que la entrada de Saturno en Escorpio coincida con la de Júpiter en Géminis. Las albricias creadas por los tinglados humanos coinciden con el asunto de la posición fecal, digo, fetal. Es una mezcla que da lugar a muchos contrastes. La experiencia intensa y justa de la muerte convive con la invención de paliativos y distracciones sin fin. Ruido y dispersión contra silencio y concentración. Nos toca el centrifugado mientras el tinglado de alrededor nos quiere eternamente centripetados.
Retorno al origen.
El acto de defecar es un retorno al origen (Cáncer), por lo de la posición fetal. Eso sí, probemos a defecar con las manos tocando los pies (Piscis). Si la humanidad lo hiciera de esta manera no habría hemorroides, ni enojo, ni estreñimiento. Defecar es como nacer (y viceversa). Y lo mejor es la comuna, claro, o bajar las tazas.
Así, pues, defequemos todos juntos el ruido, los rumores, las promesas no cumplidas, los enfados, los duelos, lo que ya no sirve, la tan cacareada crisis, las especulaciones, el miedo, las conspiranoias. Construyamos un mundo más honesto y veraz, empezando por nosotros mismos.

Con Saturno en Escorpio van a producirse muchas clarificaciones que pasarán a la analidad autobiográfica
Nota hasta aquí:
Si quieren leer algo serio sobre Saturno en Escorpio, pulsen en el artìculo de Anna Cervera que aparece publicado en el blog de Juan de la Fuente.

Post scriptum (aprovechando lo mortuorio de Saturno en Escorpio):

El morir como una de las bellas artes.

Los días finales en la vida de una persona representan la oportunidad más clara para experimentar la conexión profunda entre los propósitos del Sol y del Saturno astrológicos. El Sol representa la luz pura, la que atraviesa todas las realidades densas; Saturno, en cambio, simboliza esa densidad, lo más pesado de la vida, lo que supone para nosotros la mayor demostración de torpeza, lo que nos tienta a abandonar el empeño o a ser neurótica y sufrientemente perfeccionistas. Sin embargo eso así ahi para una razón mayor que es más que la realización o el sufrimiento... y no es fácil de nombrar. Es más, es imposible de nombrar y sólo se nos revela en el momento previo a la muerte, justo cuando el proceso de oxidación llega a su máximo. 

Como ven, lo denso no es la razón del sufrimiento -lo que solemos atribuir a Saturno-. Lo que hace sufrir es la interpretación de lo que significa tener un potencial, cosa que es tomada como delirio realizable únicamente en esta vida material. Exigir a lo denso lo que sólo lo espiritual puede dar es la razón del sufrimiento. Ahí está la clave de las frustraciones: el delirio, el autoengaño, la mente baja y descontrolada, la dualidad. 

Los días finales.

Si se viven con plena conciencia y aceptación, en los días finales de una persona se opera el gran centrifugado final entre el potencial puro y lo turbio, entre lo que la vida de uno es y el delirio con que ha sido vivida. Ahí es cuando nos podemos dar cuenta de que gran parte del potencial no estaba para ser realizado en su totalidad, y ni tan siquiera parcialmente, pues nuestro yo delirante se encargó de ponerlo difícil. Aceptar este hecho es muy relajante. 

Ah, y otra cosa:
En la vida de los humanos lo único que se salva es la conciencia, la portadora de la luz, un antioxidante natural que a menudo descuidamos mientras damos de comer al delirio.

(•) En 1996 es cuando se tramó la fiscalidad de Unión Europea, de lo cual se habla tanto últimamente. 

Preparémonos para vivir una etapa que pasará a los anales, y nunca mejor dicho.

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