miércoles, 26 de septiembre de 2012

La única solución es la independencia


La única solución es la independencia.
x Jesús Gabriel, un astrólogo de Barcelona. 

A resultas de reflexiones derivadas de algunos posts de este blog, especialmente a los que se referían a la situación política en Catalunya, me pregunté acerca de mi condición. Todo esto viene a cuento de una petición que me hizo un cliente, muy significado en el ámbito político, durante esta primavera pasada. La pregunta giraba en torno a cómo iniciar un posible proceso relativo a la independencia de Catalunya. Como es menester, yo le expliqué lo que podía ver y estaba en mi mano decir. Mi función giraba en torno a proponer qué fechas podían ser mejores, en qué orden y con qué ritmo. De todo ello he ido escribiendo en el blog, claro está, sin mencionar el nombre del cliente.

El caso es que las cosas van sucediendo tal cual. Eso sí, con cierta holgura de fechas.
Debo decir que no me contrataron para ser vidente sino para hacer una prospección acerca de los mejores momentos para dar curso al dicho proceso.
Y yo, ahora, y presenciando el transcurrir de los hechos con mi libertad de conciencia por delante de todo, me pregunto, digo, si los políticos hacen lo que hacen poniendo atención en el beneficio de la comunidad a la que dicen representar, Catalunya en este caso, o en beneficio de unas familias muy concretas. Lo que vaya a ser la Catalunya del futuro va a depender en gran manera de si en la construcción de la independencia va a participar la ciudadanía en su conjunto o si el asunto va a estar capitalizado por las familias de siempre, representadas aquí por el modo de proceder de los partidos. Digo todo esto en medio de un clima en el que el nivel de desconfianza o indiferencia por parte del pueblo a los políticos es muy alto.

Llegados a este punto, y aquí estoy, me pregunto:
¿Estoy actuando como vasallo o como mercenario? Esta pregunta viene a cuento de una reflexión que vengo haciéndome desde que empecé en todo esto. Mi respuesta es que la solución final es la independencia. Así, pues, y así es como me siento, ni vasallo ni mercenario: independiente, consciente y libre. 

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