Cuenta Maudie la historia de una mujer maltratada, marginada, excluida, especialmente en su juventud y primera madurez. Padece una forma de artrosis prematura que la va dejando progresivamente incapacitada para llevar una vida normal. Sin embargo, esta vida suya es, y acabará siéndolo aún más, extraordinaria. Maudie se basa en hechos reales.
Maudie es pintora y, aún más, una persona que trata de llevar una vida digna en medio de tanto inconveniente. Sin embargo, y lo digo ya, las mayores trabas no están en su artrosis sino en la respuesta mezquina de los que la rodean, empezando por su propia familia y siguiendo por el marido que le ha tocado en suerte, aunque su relación con él va transformándose según avanza la película. Sin embargo, como decía, todo va cambiando lentamente, y aunque del final nos podemos hacer una idea, lo que hace buena esta obra de arte, además de la historia que cuenta, es la prodigiosa interpretación de la actriz que encarna a Maudie, Sally Hawkins. Si van a ver la película encontrarán a la verdadera Maudie justo antes del final del visionado. Y ahí es cuando nos damos cuenta de que la recreación de Sally Hawkins es de apoteosis.
Me resultó curioso observar que mis compañeros del pase de prensa alabaran la película sin mencionar las lágrimas que derramaron mientras la veían. Estando en la sala escuché algún que otro sollozo, además del mío. Pudorosos que somos.
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