sábado, 24 de junio de 2017

Pilares de la sociedad



El poderoso, el discapacitado, el manso y el libertino.

Son cuatro condiciones que todos llevamos en nuestro interior. También lo están en las dinámicas sociales, de tal manera que esta cuadruple tipología es posible encontrárnosla en lo público y en lo privado, en el exterior y en el interior. Estas cuatro condiciones pueden estar más o menos despiertas (o más o menos dormidas) en una proporción que es diferente en cada persona. Hay quien tiene más pronunciado el poderío, o la discapacidad, o la mansedumbre, o el espíritu libertario.

• Poderoso es quien ha alcanzado el dominio de sí mismo y de sus circunstancias. Son personas que pueden hacer lo que quieran, puesto que su voluntad está alineada con la fuerza de la vida. El poderoso no tiene por qué hacer esfuerzos. Sin embargo, es posible un aspecto perverso en el que puede caer, y cae, deviene de la tentación de condicionar o intervenir en las conductas de los demás. En este sentido, el poderoso querrá que su poder sea reconocido y alabado por los demás. Sin embargo, este hecho puede suponer el fin del poder del poderoso, una contradicción. Ello nos lleva a pensar en que hay poderosos avaros y fraudulentos, presentando rasgos que son más propios del libertino o del discapacitado.

• Discapacitados lo somos todos. La muestra es que necesitamos unos de otros. La compañía, si es buena, apacigua las congojas del discapacitado. Discapacitado es, por ejemplo, el enfermo, puesto que necesita cuidados médicos y afectivos. El médico también puede ser un discapacitado, en la medida en que necesitará de otro médico cuando sufra de algún problema de salud. Si nos fijamos bien, la mayoría de las profesiones que prestan servicios a la comunidad ofrecen paliativos a los discapacitados. Por ejemplo, además de los médicos, los abogados, que median para que un conflicto que afecta a discapacitados (cualquier persona que tenga un conflicto con otra y que requiera de asistencia legal). La mayoría de profesiones relacionadas con el sector servicios tienen relación con la ayuda a personas que están discapacitadas para resolver un determinado problema. Únicamente un discapacitado puede ayudar a otro. Incluso los hay que tienen cualidades sanadoras para los demás (excepto para sí mismos).

• El perfil del manso se complementa con el del discapacitado, del mismo modo que el del libertino se complementa con el del poderoso. El manso lo somos todos en alguna proporción. El sistema social en el que vivimos necesita de un nivel de mansedumbre en el que sostenerse. Sin mansedumbre, la pirámide social no podría funcionar y se desmoronaría. 
El manso apoya al poderoso y espera de él que le brinde protección. Cuando los mansos reclaman sus derechos no lo hacen para dejar de ser mansos, sino para serlo con dignidad y coberturas sociales que garanticen la seguridad que el manso necesita para poder seguir siendo manso y no caer en la discapacidad.
El manso no quiere encarnar forma alguna de autoridad o notoriedad, de ahí que sea el atributo mayoritario entre los humanos. El manso prefiere que la autoridad o la notoriedad la encarnen otros. Lo prefiere porque así se evita responsabilizarse de sí mismo. Sin embargo, puede haber algún manso que aspire a dejar de serlo y se convierta en candidato a dictador o salvador de los demás.

• El libertino es vital y creativo. No soporta las restricciones y es capaz de ganar y perder mucho dinero. Es un emprendedor que necesita horizontes de libertad. La fuerza de su creatividad es su principal motivo de vida. Por otro lado, es hipersocial y promiscuo, aunque también puede ser gregario. Puede tener algo de psicópata, en el sentido de no atascarse en emociones que lo lleven a sentirse dependiente de los demás.
El libertino vive en una vorágine de creatividad, ideas y contactos sociales. Es inquieto y le interesa más la libertad que el poder. Sin embargo, para garantizar dicha libertad habrá un momento en que necesitará protegerla a través del poder. Y aquí es cuando vemos que el libertino preferirá relacionarse con personas de su propia casta o de una casta superior. En este sentido, podrá optar por pertenecer a una logia.
Hay dos tipos de libertinos: uno es más social y el otro, más ermitaño. En el primer caso, el libertino buscará al poderoso para que lo apoye y actúe como mecenas. Este tipo de libertino es muy frecuente en el mundo de los negocios. El otro tipo, por contra, prefiere la soledad y es socialmente inadaptado. En este caso la deriva de su comportamiento puede llevarlo a formas de mansedumbre hiperactivas o a formas más propias de un discapacitado.
El libertino es infiel y leal al mismo tiempo.

Estos cuatro tipos, si observamos bien entre los comportamientos sociales, constituyen los pilares de la sociedad. Si uno de los cuatro falla, los otros tres caerán en picado.

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