Acudo a la sala en donde se
proyecta esta película sin saber nada del asunto. No tengo referencias del
director, el rumano Cristi Puiu, ni de sus otras películas. Y ni tampoco del
tema. Sólo sé que la película es más bien larga. Así, pues, ya tienen a este
cinevisionario adentrándose en la oscuridad de la sala, presto a asistir sin
prejuicios, sin expectativas, sin referencias. Pues bien, me encuentro con una
historia compleja acerca de la cotidianidad de una familia, que bien puede ser
representativa de la sociedad de Rumanía. La acción transcurre casi toda ella
en un piso de unos 70 u 80 metros cuadrados. Teniendo en cuenta que hay como
unos 25 personajes (o más), ya se pueden imaginar cómo será de abigarrado el
ambiente.
Cuenta la historia de una familia bastante
numerosa: abuelos, hijos y nietos. Están juntos, por decir algo, para despedir
al patriarca recién fallecido. Es decir, se juntan con ese pretexto, aunque
rápidamente vamos observando la complejidad de sentimientos, de experiencias y
de ajustes de cuentas que unos y otros se tienen entre sí. Debo decir que la
sensación que experimenté mientras veía la película es que el equipo de
guionistas, junto con el director y los actores, se lo han trabajado muchísimo.
No han dejado al azar nada, todo y que parece que haya cierta improvisación. Y
es posible que pueda haberla, aunque lo cierto es que si la hay obedece a una
intención muy precisa: retratar el estado de una sociedad, la rumana, en la que
hay personas que han vivido la dictadura (los más mayores), el final de ella
(los medio mayores) y el mundo post-comunista (los más jóvenes). Incluso se
podría trasladar al caso español. De ahí que nos venga bien una película así
para poder escuchar de boca de los personajes ideas que nos resultan muy
cercanas y actuales.
Sieranevada me ha parecido una película excelente. Y
más que excelente, notabilísima. No solo hay una trama, la que forma la madeja
de emociones y pequeñas historias, sino que todo el transcurso de la historia está
trufado por comentarios muy interesantes, gestos, ambientes y climas. Y todo
parece que transcurre improvisadamente, pero, atención, hay un trabajo de fondo
muy exhaustivo. Y también está llena de símbolos, que el espectador podrá
decodificar aplicándolos a situaciones más cercanas y particulares. Es posible
que Cristi Puiu haya hecho un homenaje a la sociedad rumana (y mediterránea en
general) a través de una familia que lo reúne todo para que cada cual penetre
en la trama a través del personaje con el que mejor empatice.
Sieranevada me ha hecho pensar acerca de hasta qué
punto las familias están más unidas por el dolor que por el placer de estar
juntos. En este caso, el dolor es el plato de todos los días. Incluso la comida
que están preparando, empezada a tomar cuando la película ya enfila el tramo
final, se deja comer de forma tardía y con la familia puesta patas arriba. Es
decir, la preparación de la mesa, que es lo que más ocupa la película, discurre
en paralelo con las cuentas pendientes que unos y otros tratan de zanjar. Y ese
intento, con resultados dispares y hasta desafortunados, desemboca en la
prometida comida, que más que unir muestra la evidencia de una familia que
permanece apegada a sus crisis. Y en esa comida que tarda en llegar, cuando
llega, pone aún más en evidencia la variedad de mundos que hay en un piso tan
pequeño y tan abigarrado de criaturas que tratan de intentar vivir mejor unos
con otros. Por ejemplo, presten atención al papel que hacen las puertas de las
habitaciones dentro de la casa, cuando unos y otros entran y salen de cualquier
estancia. O, por ejemplo, la señora mayor, que durante el primer tramo de la
película aparece con un gorro blanco, y que luego se quita. Pues bien, este
poner y quitar alumbra del cambio de lugar dentro del sistema de la abuelita en
cuestión.
Ignoro si el director dejó que los actores
improvisaran. Es de suponer que sí, pero la sensación con la que me quedé es
que tanto da si improvisaban o no, el resultado es de una lógica que parece que
todo esté tramado al milímetro.
La publicidad de la peli la compara con el cine
de Fellini o Berlanga. Y es posible que la comparación esté bien atinada. A mi
me ha parecido singular e incomparable, aunque la pista es buena.
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