miércoles, 26 de noviembre de 2014

Silicea y el grado 14 de Piscis

Silicea y el grado 14 de Piscis: la rigidez blanda o la blandura rígida.

“A una zona del cuerpo excesivamente rígida le corresponde otra excesivamente blanda.”

Este aforismo, procedente de las lecturas de los libros de Alexander Lowen, me parece que cuadra muy bien con el temperamento que se correspondería con el homeopático Silicea. Se trata, pues, de un carácter que siente que le falta consistencia, la cual es compensada con rigidez, tanto en la musculatura como en la actitud. Probablemente se trate de alguien que siente que no puede llegar a donde pretende. Quizá se trate de personas ambiciosas, aunque con una falta de estructura interna difícil de asumir o de definir. La mezcla de ambas cosas puede dar lugar a que la persona pueda actuar laxa, cuando la situación requeriría de firmeza, o rígida, cuando la situación requeriría de flexibilidad. El resultado de ello es una actitud en la que se alternan la permisividad y la prohibición.

El silex, el sílice, es uno de las materiales más duros existentes en la naturaleza. Por esa razón, Silicea puede ser interesante en casos de rigidez muscular y/o falta de consistencia ósea. En lo psicológico, Silicea puede ser excelente para reestructurar actitudes: para flexibilizar los comportamientos rígidos y para aportar firmeza a actitudes a través de las cuales uno permite lo que no debería permitir.

Otra cualidad propia de Silicea gira alrededor del uso de la palabra. Para las personas Silicea, la palabra es el vehículo de transmisión de su agitación interior. Son personas que cuando están bien consigo mismas se muestran agradables y dulces en el uso de la palabra, aunque eluden hablar de lo esencial. Sin embargo, cuando están agitadas, frustradas –recordemos que son ambiciosas y, por lo tanto, frustrables-, trasladan fácilmente a los demás estos estados de ánimo, aunque al igual que cuando están bien, la tendencia es eludir hablar de lo esencial. A través de Silicia observamos cómo con la palabra se puede contagiar emociones de una persona a otra fácilmente, aunque se evite comunicar el por qué real de las causas de semejante caos.
Así, pues, el desorden interior se transfiere fácilmente a través de una comunicación agitada, torcida, confusa o tendenciosa. Con la palabra se puede cortar el aire, aún sin decir nada en concreto. Y eso es precisamente, el no decir, lo que genera y propaga el desorden. Con la palabra se puede enmascarar, herir, confundir o sanar. Aunque las palabras se las lleve el viento, los residuos que deja quedan en la memoria, aunque no tengamos claras las razones de este caos, entre otras cosas porque la palabra, para Silicea, no se usa para comunicar sino para distorsionar, confundir o enmascarar. Sin embargo, cuando un individuo Silicea está bien consigo mismo, usará la palabra con sutilidad y maestría, contagiando positivamente a los demás.

Por consiguiente, el gran problema de Silicea son las ambiciones no reconocidas, las cuales pueden dar lugar a frustraciones confusas, cuyos contenidos anímicos son proyectados o transmitidos a través de una comunicación perversa. Cuando Silicea clarifica y expone sus ambiciones, su comunicación se vuelve constructiva y directa. El caso es aceptar las propias ambiciones. Sólo a partir de este punto es posible una comunicación que facilite el entendimiento.

El grado 14 de Piscis.


Silicea resuena en el grado 14 de Piscis, uno de los grados más saturninos existentes en este signo.
El grado 14 representa a la persona que proyecta sus ambiciones sobre personas, instituciones, comunidades, congregaciones; en definitiva, sobre ideales y causas colectivas, etcétera; o bien, sobre personas, cuando se trata de ambiciones más afectivas o particulares. Es como si al trascender las propias ambiciones en nombre de una causa mayor –el amor a otros, por ejemplo- se pudiera dar uno el gusto de proclamar que no las tiene, que las ha superado, que ha quedado exento de estar obligado a cumplirlas o a realizarse individualmente a través de ellas o que no las tiene –aunque esto es una forma de taparlas-. Es decir, Silicea puede exhibir desinterés o escepticismo para enmascarar un gran interés. O bien, puede dar vía a un interés transpersonal, bajo el cual cobija ambiciones más personales. Dicho de otro modo: las colectividades humanas, a través de ideales colectivos, son el vehículo perfecto para obtener la dispensa para encarnar ambiciones que, perfectamente maquilladas, serían consideradas mezquinas o traicioneras si se expresaran más directamente. Puesto que uno siente que no tiene fuelle para permitirse la realización en primera persona del singular, mejor que sea en nombre de la primera persona del plural; en definitiva, de un nosotros grande que autorice y legitime lo que a un yo pequeño no le resulta permitido.

A menudo encontramos personas representativas de Silicea en entornos de poder de alto rango. En estos contextos los individuos son relevantes en la medida en que la institución lo es. Así, pues, son servidores en comunidades complejas, en las cuales pueden encontrar el cauce adecuado para sublimar sus ambiciones.

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