domingo, 16 de noviembre de 2014

Consecuencias de no haber votado NO

Sobre la irresponsabilidad de no haber votado NO.

Pasados unos días, tras la consulta del 9N, los rescoldos siguen vivos. Cada cual ha interpretado los resultados según la opción de sus preferencias. Los partidarios del Sí-Sí  han sido consecuentes. En cambio, los partidarios del NO que no acudieron a votar, aduciendo que era un sucedáneo de referéndum, aún pudiendo haber sido coherentes, incurrieron en una grave irresponsabilidad. Entiendo que si alguien opta por la unidad de España, y quiere ser consecuente con esta opción, debe aprovechar todas las oportunidades que se le planteen para manifestarla, incluyendo, y con razón, la del 9N. Debido a esta irresponsabilidad, el resultado del NO resulto claramente minoritario, lo cual da lugar a que el gobierno de Madrid elimine la posibilidad, si es que había alguna, de apoyar un referendum legal en el futuro.
Si los partidarios de la unidad de España que no acudieron a votar, irresponsables ellos, hubieran acudido, el gobierno central hubiera podido empezar a ver con mejores ojos la posibilidad de facilitar una consulta legal. Así, pues, el gobierno central y los partidarios del NO que no acudieron a votar pueden darse como causantes del auge de las opciones soberanistas.

Paralizando toda posibilidad de consulta legal, el gobierno del Estado aporta gran cantidad de motivos al proceso soberanista. Lo contrario, facilitar la consulta legal, hubiera podido servir para pasar página al asunto. Pero parece que a nadie le interesa pasar esta página. Lo cual me lleva a pensar que lo mismo que la crítica a los soberanistas, en el sentido de que utilizan el independentismo para tapar otras cosas, también se les podría hacer a ellos. Es decir, el gobierno fomenta el independentismo para tapar lo mal que funciona España.

La llegada de un gran tsunami: el Crash del 2016.

Y ahora me referiré a algo que ya he tratado en este blog. El elemento nuevo es el auge de Podemos en el mapa de opciones electorales. Recordemos que la próxima convocatoria de elecciones al Parlamento español es dentro de un año, que es como decir que el gobierno que resulte se va a encontrar con un tsunami descomunal. Lo argumentaré a continuación.

Los movimientos planetarios que nos harán danzar de aquí al 2017 auguran un tsunami descomunal, tanto o más que el que nos trajo a la fase máxima de la crisis hasta ahora vivida (alrededor del 2008-2010). La etapa más cruda está concentrada en el primer semestre del 2016, especialmente en el trimestre formado por marzo, abril y mayo. Antes de ese annus horribilis que se nos avecina, el gran lobo nos enseñará su patita en los momentos siguientes:
• diciembre de 2014.
• entre el 20 de febrero y final de marzo de 2015.
• julio y agosto de 2015.
• el otoño de 2015 augura fenómenos comparables a los de las acampadas del 15M, con una indignación popular que se agudizará.
• y todo desembocará en el annus horribilis que será el 2016.

A partir de esta prospección, afirmo y pregunto:

• Los recortes sociales no han acabado. Más bien parece que se estén enmascarando con artefactos semánticos, los cuales caerán a partir de la celebración de las legislativas del 2015. Me pregunto qué partido político quisiera afrontar algo tan impopular en solitario. Es por ello que me inclino a pensar que puede llegar a formarse un gobierno de coalición que reparta las culpas. Y hasta es posible que la formación de este gobierno requiera de los votos de algún partido catalán con representación significativa en el Congreso de los Diputados, lo cual podría favorecer algo relacionado con el proceso soberanista en Catalunya.

• El tsunami del 2016 invita a pensar que las grandes decisiones relativas al futuro de la relación entre Catalunya y España no serán tomadas antes de ese año, por más que la opción de elecciones plebiscitarias adelantadas sea un clamor. Habrá, pues, que manejar, mantener, administrar y no desperdiciar el capital popular que se ha ido generando durante estos últimos años.

• La otra cosa que quisiera comentar es que a la consulta del 9N acudieron a votar jóvenes a partir de los 16 años. Ignoro el peso que ha tenido esta franja de edad, de los 16 a los 18, en los resultados. Sin embargo, ello me invita a pensar que se trata de un guiño por parte del equipo que ideó la consulta. Digo esto por la siguiente razón. Suponiendo que el peso de esta franja haya sido significativo, ¿qué sentido tendría convocar un referéndum legal o adelantar unas elecciones que serían plebiscitarias si la edad legal a partir de la cual se puede votar es de 18 años?

Y ahora sí que acabo:
El tsunami del 2016 acabará por favorecer una federación formada por España y Portugal. Así, pues, a partir de este año (yéndonos hacia el 2020, año en el que empezará verdaderamente el siglo XXI) asistiremos a una evidencia que se hará cada vez más obvia. Me refiero a un cónclave ibérico de dos velocidades en base a dos polos:  uno formado por la región ibero-atlántica y el otro, por la región euro-mediterránea.

2 comentarios:

garrofera dijo...

Bastant encertat, estem damunt un volcà ple de magma.

Jesús Gabriel Gutiérrez dijo...

una etapa excepcional !! tot un privilegi !!