domingo, 6 de junio de 2010

Una guía astrológica de nuestras zonas mágicas

Este artículo está próximo a publicarse en la revista astrológica Médium Coeli
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Una guía astrológica de nuestras zonas erróneas

Lilith
LOS ASPECTOS REPRIMIDOS DE LA PERSONALIDAD

Jesús Gabriel Gutiérrez

Abstract
La primera información de que dispuse cuando inicié mi investigación sobre la Lilith astrológica -la Luna Negra- procedía de la primera oleada de astrólogos que empezaron a tener en cuenta su influencia, allá en el tramo final de la década de los 60. Ellos dieron a la interpretación de Lilith una fuerte connotación sexual, muy en consonancia con lo que socialmente estaba emergiendo en aquellos tiempos. Sin embargo, esta acentuación me hizo sospechar que la Lilith astrológica no podía reducirse a una sexualidad meramente excepcional, inusual o reivindicativa. Estirando del hilo, he ido viendo en ella algo más: es la otra cara de nuestro temperamento. Representa aspectos de nuestra personalidad y de nuestras motivaciones que no encontraron en la infancia el apoyo, la comprensión o los cauces adecuados para poderse expresar. Sin embargo, estos trazos son muy potentes y tienen una dinámica muy difícil de controlar. En relación a ello, y por ello, Lilith nos puede indicar elementos de nuestra vida emocional que, de no ser reconocidos o atendidos por el adulto que ya somos, pueden llegar causar en nosotros potenciales problemas de salud con fuertes repercusiones en lo físico, en lo psicológico y en nuestros vínculos afectivos con los demás.


Sobre el autor

Jesús Gabriel Gutiérrez.
Astrólogo, Coach y entrenador personal con una experiencia de más de 20 años. Formador. Transversalizador y creativo cultural.
Conferenciante. Escritor. Creador de la Escuela de Reinvención y Cambio.

Autor de:
"Manual de Astrología" (Robin Book)
"La Empresa y los 5 elementos. Una red inalámbrica natural" (Ed. Almuzara. Colección “Economía y empresa”)
“Lilith: el enfado interior. Una guía astrológica de nuestras zonas erróneas” (todavía sin editar)
“Quirón. Viaje alrededor de un sentimiento herido” (todavía sin editar)


LILITH Y LA ASTROLOGÍA
Este trabajo trata de una figura contradictoria y chocante; profunda y sutil, unas veces; exhuberante y procaz, otras. Es Lilith / Luna Negra. Todos la tenemos en nuestra Carta retándonos, tomándonos la medida a través de nuestros prejuicios, invitándonos a disfrutar de un inexistente pastel tal como ocurriría con la visión ilusa de un oasis ficticio en plena travesía por el desierto. En este caso se trataría del desierto de las emociones, un desierto que de tan aplastante, misterioso e intimidatorio nos hace percibir el manjar justo de donde nunca lo podría haber. Lilith es intimidatoria, utiliza nuestros sentimientos y emociones para tomar vida. Nos fagocita. Su presencia es invisible pero contundente. Nuestras motivaciones inconscientes giran en torno a ella. Representa lo inconfesable, nuestros secretos más recónditos,… Y al mismo tiempo señala una vía de transformación cuyo punto de partida es una emoción innombrable y secreta, tan secreta que nos domina. No tenemos a Lilith, es ella quien nos tiene a nosotros. Lilith es un agente provocador del destino.

Las implicaciones que Lilith tiene en nuestra Carta crean un territorio propicio para el cuestionamiento personal. A través de la acción de Lilith observamos lo incompleta que es nuestra vida si tan solo vivimos rindiendo culto a nuestros sentimientos más decorosos y aceptables. Lilith nos enseña que la ocultación de cierta clase de sentimientos (odio, venganza, envidia, ira,...) es negar una parte importante de nuestra personalidad, lo cual puede derivar en problemas de salud tanto en lo físico como en lo psíquico. Así pues, la posición astrológica de Lilith ofrece una información esencial no sólo de sentimientos sino también de facetas que piden ser reconocidas e integradas. Esta petición que ella nos hace viene a través de situaciones chocantes sorprendentes, desestructurantes, caóticas,... Su finalidad es pulverizar toda defensa y hacernos más sinceros y menos remirados. Así, sin protección, emergen del inconsciente, emociones y deseos que han permanecido largamente ignorados. Esta eclosión es altamente desafiante para nuestro status quo emocional. A menudo podemos percibir la acción de Lilith a través de comportamientos anómalos que se sitúan entre la ocultación y la manifestación sin encauzar, como si se quisiera contener lo incontenible. Eso da lugar a incongruencias muy chocantes.

Cuando me puse a indagar acerca de qué cosas nos hablaba Lilith, empecé a detectar, en mí mismo y en las personas con las que más estrecha relación mantengo, algo que delataba su presencia en los comportamientos. Es algo difícil de aceptar. ¿Cómo es posible que una persona pueda al mismo tiempo afirmarse y negarse en algo de si misma? Es una pregunta peligrosa y necesaria a un tiempo. Es peligrosa porque su sola formulación provoca que la negación de lo que se desea todavía se amplifique más. Pero, por otro lado, la amplificación pone luz y hace evidente ciertas actitudes que hasta cierto momento permanecían en la oscuridad del inconsciente. La única explicación es que negarse a uno mismo aquello que más felicidad puede dar, solo puede provenir de un enfado infantil mal curado, como si el castigo de origen se convirtiera después en autocastigo o en enfado que proyectamos sobre los demás. Se trata de un enfado que, aunque sus consecuencias permanecen exiliadas de nuestro comportamiento normal, sigue estando muy vivo. Y la única forma de desactivarlo es sacándolo hacia fuera, drenándolo de los intersticios de nuestro sistema emocional. De este modo, drenando, podemos manejarnos con lo que en realidad somos, con lo que sentimos con lo que anhelamos. Lilith nos invita a simplificar las cosas, a esencializar nuestras motivaciones. Sólo así podemos neutralizar la bomba hecha de sentimientos o anhelos no expresados. Y es que en Lilith está el germen de todas las guerras, tanto internas como externas. Es por eso que Lilith señala el límite entre la cordura y la locura, entre la paz y la guerra, entre el amor y el odio, entre lo oculto y lo manifiesto.

Con Lilith drenar es nacer. El que no protesta no nace, y Lilith es la voz de una protesta largamente guardada. Lilith representa algo de nosotros mismos que no ha acabado de nacer. Para ello utilizará todos los medios posibles: el caos, el desorden, el enfado, la hostilidad, la pérdida, el fracaso, la agresión, la depresión, el divorcio, la enfermedad, los accidentes, el apetito desmadrado, etc… y, sobre todo, los sueños. Incluso los sueños que se tienen cuando estamos despiertos. La cuestión es si uno es consciente de lo que sueña de lo que anhela, de lo que en verdad persigue más allá de lo que conscientemente cree perseguir. ¿Quién se atreve a descifrar sus anhelos verdaderos?, ¿y sus anti–anhelos?

La posición de Lilith por Signo nos ayudará a desentrañar aspectos de nuestro comportamiento que nos perjudican. La posición por Casa nos ayudará a cuestionar los deseos que solemos defender conscientemente y nos llevará a descubrir que tan solo en el inconsciente está lo que verdaderamente deseamos de la vida. La posición por Casa, además, nos indicará en qué escenario de la constelación familiar se han incubado esos comportamientos. Los aspectos nos indicarán, por un lado, cómo nos boicoteamos, y, por el otro, cómo canalizar mejor la rabia interior para así positivizar esos rasgos nocivos de nuestra conducta.

Lilith y Príapo
Al igual que los Nodos de la Luna, Lilith funciona como un eje. Si ella astronómicamente está representada por el apogeo lunar –el punto de la órbita lunar más alejado de la Tierra–, la contraparte está indicada por el perigeo –el punto de mayor cercanía–. Este punto suele ser denominado Príapo. Como tal eje, el formado por Lilith–Príapo, simboliza una dinámica de relación con el entorno, de tal manera que lo que uno cree que oculta resulta que es lo que otros ven con claridad meridiana. Así, cuando ponemos energía en ocultar algo de nosotros (mentir, tergiversar, deformar, camuflar, engañar, etc...), lo que hacemos sin darnos cuenta es llamar la atención de los demás. Es por eso que la invitación que nos hace Lilith es a sincerarnos sin reparar si tal cosa es agradable o no. Mantener oculta una emoción o soportar llevar un secreto a cuestas siempre supone un gasto energético que puede resultar muy nocivo para nuestra salud.
Y ya que hemos hecho mención de los Nodos de la Luna, haremos bien en señalar que tal eje señala el camino evolutivo del alma. El Nodo Sur representa el tipo de conducta menos productiva, mientras que el Nodo Norte señala situaciones y actitudes que nos ayudan a evolucionar. Estableciendo un paralelismo, el eje formado por Lilith–Príapo describe la evolución del temperamento instintivo. Lilith presenta una gran analogía con el Nodo Sur, y Príapo, con el Nodo Norte. Lilith y Nodo Sur son dos puntos de anclaje de los que hay que desamarrarse para que puedan ser integrados y aprovechados, y Príapo y el Nodo Norte representan el punto de llegada, aquellos potenciales que, procurando su desarrollo, nos hacen la vida más feliz.
Quienes en una Carta Natal tengan en cuenta a Quirón podrán comprobar cómo los asuntos que él gobierna tienen muchos puntos de concomitancia con Lilith. En concreto es posible percibir que ambos componen un circuito, ambos describen fallos en la educación recibida, y ambos, por tanto, refieren a elementos de nuestro carácter y facetas que quedaron marginados en el proceso de socialización. En este sentido, la gran diferencia estriba en que si Quirón nos habla a través de creencias que deforman la realidad Lilith nos habla a través de emociones inconscientes no aceptadas por uno mismo. Quirón es mental y Lilith es visceral. Pero Lilith es todo eso y mucho más. Lo iremos comprobando.

La voz de nuestra animalidad inconsciente
Lilith no se refiere únicamente a una determinada vivencia de la sexualidad, sino a una capacidad para transferir su fuerza creativa a través de actos discretos, sencillos y elementales. Lilith representa los poderes femeninos que, de tan naturales, parecen paranormales. Las capacidades telepáticas, visionarias, inspiradoras... están relacionadas con Lilith. O mejor dicho, con el eje formado por Lilith y su punto de oposición, Príapo. Como Lilith señala una zona reprimida o castigada de nuestro psiquismo, para entender en qué consisten esas dádivas y cómo se nutren deberemos acudir a Príapo. Lilith, por otro lado, también representa los impedimentos, no obstante, según cuenta la leyenda, su función consistía en impedir los nacimientos y, por extensión, los inicios de cualquier cosa. Es por eso que se la relaciona con la frustración y el castigo. Aún así, el consiguiente enfado, si es aceptado puede convertirse en fuerza descomunal orientada a abrir caminos por el sólo deseo de querer transitar por ellos. Es por eso que el binomio formado por Lilith y Príapo constituye un eje psíquico capaz de transformar nuestras congojas en creatividad.
Lilith nos da pistas acerca de la vertiente destructiva de la madre, en contraposición al aspecto más nutritivo (indicado en Astrología por la Luna). Aparece asociada a Lamia y a Hécate, figuras ambas igualmente aniquiladoras y depredadoras, devoradoras de niños e impedidoras, por tanto, de la espontaneidad, de la inocencia y de la prosperidad. Las tres Lilith, Lamia y Hécate, personifican no solo el potencial aniquilador procedente del abismo del inconsciente, el cual contiene rastros vivos de nuestro aspecto más animal, sino también la clave para aceptar que una parte de nosotros mismos intenta destruir al tiempo que otra parte intenta construir.

Lilith aparece descrita en las leyendas de varias maneras. Todas tienen un rasgo común: el reptil. En unos casos una serpiente aparece abrazada a Lilith. En otros, Lilith es descrita como un ser ambiguo, mitad mujer, mitad lagarto o serpiente. Una vampiresa, en definitiva. Lilith es, además, enemiga de los partos y de los recién nacidos, a los cuales estrangulaba. Si tomamos en cuenta que un niño es el fruto de una relación entre un hombre y una mujer entonces la destructividad de Lilith no solo va dirigida a los recién nacidos sino a los adultos los cuales ven cómo el fruto de su relación queda abortado o no prospera según lo esperado. Si eso es así, entonces la ubicación de la Lilith astrológica puede dar pistas acerca de las congojas íntimas que los padres desean redimir a través de sus hijos. El niño es la caja de resonancia del anhelo por vivir algo que no fue vivido por ellos y que permanece en el útero familiar a la espera de que él lo rescate. Pero este rescate, cómo se haga y lo que puede producir, no puede estar en manos de los padres, ni ser dirigido o controlado por ellos, sino que está en el fuero interno del niño. Únicamente de él depende el desarrollo de esa función la cual llegará a percibir con sus propios medios. Cualquier expectativa que los padres proyecten sobre sus hijos será abortada si contradice la naturaleza esencial de éstos. Podría parecer que Lilith sea enemiga de las relaciones entre hombres y mujeres y, por lo tanto, de cualquier expectativa que pueda surgir entre ellos. Sin embargo, Lilith lo que en realidad busca es que en una relación entre hombre y mujer no se produzcan proyecciones indeseadas entre ellos o sobre sus hijos. De ocurrir, entonces las relaciones familiares se convertirían en disfuncionales. La abortividad de Lilith, pues, se ceba –más que en los niños– en las relaciones íntimas entre adultos, en la medida en que esas relaciones pueden producir un fruto orientado a la autosatisfacción egoísta o como paliativo de sus propias congojas. Un ejemplo de ello son los hijos que se tienen para compensar desajustes en la relación. Visto así, Lilith es entonces una frustradora de los deseos de los padres con respecto a sus hijos. Como adultos, Lilith es un virus infiltrado en las actitudes que habría que decodificar y reconocer para evitar que los demás (especialmente nuestra pareja o nuestros hijos) se conviertan en ositos de peluche para nosotros.
Podría parecer que Lilith se sintiera más atraída por lo imposible que por lo posible, por lo improductivo que por lo productivo, por la anarquía que por el compromiso. Sin embargo, su función no es impedir el desarrollo de nuestros deseos sino cuestionar nuestro grado de autenticidad y sinceridad en el reconocimiento de los mismos, puesto que de ellos es de donde irá naciendo la realidad que vamos a vivir. El interés de Lilith se centra especialmente en ponernos sobre aviso de que, una vez detectados cuáles son, será nuestra forma de participar la que va a determinar el resultado. Esta forma debe ser limpia e impoluta. En cuanto una doble intención se infiltrara en nuestra conducta, entonces la expectativa correría serio peligro de acabar en aborto o corromperse. El problema radica en que con Lilith a lo único que llegamos es a damos cuenta de que no acabamos de saber qué es lo que en realidad deseamos, ni qué es lo que en realidad somos. Cuando creemos saberlo, aparece del fondo otra capa que denota que no hemos llegado a la verdad. A falta de encontrarla, la única vía es vivir cada momento y cada relación por lo que es y no por lo que esperamos que sea. Para ello, la fórmula es hacer las cosas por amor o intuición pura. Y debe ser así, aún a riesgo de provocar un desgarro en el sistema de relaciones en el que habitualmente nuestra vida se desarrolla.
Por otro lado, el estrangulamiento ofrece una señal esclarecedora ya que significa un corte por asfixia aplicado en el cuello, lugar de residencia de los apetitos que más se relacionan con el placer sensual (Tauro), al tiempo que es la línea divisoria entre la cabeza (gobierno) y el resto del cuerpo (instintos terrenales), entre lo superior y lo inferior, entre la mente y el cuerpo. Estrangular impide la obtención de alimento, al tiempo que también imposibilita que nuestra voz se escuche. El simbolismo de la estrangulación señala la división en dos mitades de la realidad sensible que hasta entonces permanecía unificada en el niño. A partir de la estrangulación –un castigo, un abuso o una grave decepción, por ejemplo–, empezamos a perder nuestra unidad emocional inicial. Podríamos decir que con lo que ese acto simboliza queda instaurada la primera escisión existencial, a la que luego seguirán otras, las cuales, no obstante, constituyen el caldo de cultivo de nuestro posterior desarrollo mental e intelectual. Sin el trauma sería imposible la diferenciación y el consiguiente proceso de individuación. Visto así, el trauma es un comadrón que nos obliga a nacer a una dimensión sin precedentes.
Por otro lado, al impedir los nacimientos o estrangular a los niños, Lilith nos está advirtiendo de actitudes que pueden perjudicar la concretización de nuestras expectativas, o bien nos habla de algo de nosotros que se resiste a crecer y madurar. Sin duda se refiere a un estado de ánimo inconscientemente revanchista, reverberación de aquel primer enfado. Esta actitud –al estar fuera del control consciente– puede llevarnos a una trampa, ya que nosotros somos los destinatarios de nuestro propio comportamiento.
Lilith es una indigente psíquica a la búsqueda de cuerpos, acontecimientos y experiencias en las que encarnarse, para así poder rebelarse contra aquel contubernio. Su infiltración en nuestra vida puede revestir desde la sutilidad más desconcertante hasta el exhibicionismo más procaz. En cualquier caso Lilith representa todo aquello que negamos de nosotros mismos, lo que queda fuera de todo presupuesto. Es la caja negra de nuestra vida, aquel lugar en donde quedan registrados nuestros secretos y demás elementos de nuestra biografía que dejamos de lado o que escapan a toda clasificación. Y precisamente por eso – Lilith es algo de nosotros con lo que usualmente no contamos, no explicamos (porque no nos lo han explicado) y no compartimos fácilmente con los demás (porque los demás tampoco lo hacen)–, que su función es la de ayudarnos a entender que una personalidad no solo se compone de rasgos de carácter, potencialidades y talentos, sino que también se compone de elementos marginados –defectos inconfesables, experiencias vergonzosas, traumas, secretos familiares, mentiras, falsas verdades,...– con los que deberemos contar si queremos transformar nuestra vida en algo más de lo que nos han dicho acerca de ella.
La Lilith astrológica supone la entrada en nuestra vida de una energía que se manifiesta a borbotones que resulta difícil de canalizar y de administrar. Por eso es que muchos prefieren reprimirse puesto que soltar conscientemente esa energía implicaría cambios drásticos en el modo de vida. Para quien todavía permanece inconsciente ante la existencia de Lilith, ella se manifiesta de muy diferentes modos, todos ellos aparentemente azarosos, de tal manera que la persona no asocia esos síntomas con una actitud que quizá haya surgido de un enfado mal curado o de una frustración no tolerada. En cambio, quien quiera hacerse responsable de lo importante que es que la actitud esté en armonía con los verdaderos deseos internos acaba dándose cuenta de que todo cuanto acontece empieza a generarse primeramente en el inconsciente. Desde esta perspectiva, mientras cualquiera de nosotros parece estar actuando constructivamente, es desde el inconsciente que quizá estemos atrayendo la visita de los demonios capitaneados por Lilith. Por eso es necesario que en nuestras conductas y actitudes tuviéramos en cuenta que la incongruencia, la locura y la irracionalidad pueden coexistir junto con el orden, la cordura y la sensatez. En nuestros presupuestos debe haber lugar para todo. Querer apartar o marginar nuestros rasgos indeseados alimentará su expresión descontrolada, ya sea a través de nuestras propias actitudes o de aconteceres aparentemente desconectados de esas mismas actitudes.
De alguna manera, la Lilith astrológica señala la vía para el conocimiento, para el darnos cuenta de que lo constructivo y lo destructivo coexisten en nuestro comportamiento. Lilith es el sumidero psíquico de nuestras congojas no aceptadas, quizá porque cuando se produjo lo que dio lugar a ellas eramos demasiado tiernos e inocentes. Así, la decepción o la congoja, al carecer de forma concreta que nos ayude a retrotraernos con objetividad a su origen, se manifiesta en forma de fobias o animadversiones profundas hacia personas o valores de nuestra propia familia. Esa animadversión se mantiene latente y reprimida, constreñida por las normas y tabúes (el Super Yo), pero si la reconocemos puede llevarnos a desentrañar un conocimiento acerca de nosotros mismos (a través del Ello). Al final nos daremos cuenta de que lo que impide el éxito y la felicidad está en nuestras propias actitudes. Uno es su Lilith.
Aceptando nuestra rabia inconsciente podemos descubrir en Lilith un potencial precioso, el que se mantuvo virgen entretanto no se produjo la primera penalización. Incluso nuestro propio nacimiento pudo haber sido vivido como un castigo para el alma o para el cuerpo. Desde esta perpectiva, Lilith representa una experiencia defraudatoria experimentada con demasiada prontitud y crudeza. Algo así como una ablación emocional propinada en el tuétano de nuestra niñez, cuyas consecuencias tan solo pueden ser rescatadas por el adulto compasivo que ya somos. Y es que nuestra Lilith interior indica una altísima sensibilidad hacia el castigo y sus consecuencias. Desde esta perspectiva, ese castigo pudo haber sido una experiencia iniciática vivida sin ritual o, lo que es lo mismo, sin aviso y sin comprensión. Lilith es un estigma que todos guardamos en algún lugar de nuestro inconsciente, un recuerdo sin forma a la que remitirse y que permanece instalado en lo más profundo del psiquismo, de nuestros sueños, de nuestro cuerpo,.... e inasible por el intelecto. Recordemos que Lilith pactó con Dios que su invisible presencia sería recordada eternamente.
Lilith es el secreto de todos los secretos y la madre de todas las verdades, como Príapo es el santo patrón de lo espontáneo y de lo diáfano.

Acerca de la Luna
Para entender la función esencial de Lilith, lo mejor que podemos hacer es recordar cuál es la función esencial de la Luna, puesto que de un punto de su órbita estamos hablando.
En una Carta Natal la posición de la Luna por signo, por casa, y los aspectos que haga con otros planetas, ofrece una interesante perspectiva acerca de cómo pudieron transcurrir los primeros años de la vida de una persona, cuáles fueron las experiencias que más impacto ejercieron en su entorno emocional, y también alude al poso que constituirá el telón de fondo de su desarrollo posterior. Además constituye uno de los puntos de análisis astrológico que más cosas nos dice acerca del temperamento individual, de las reacciones internas y externas de una persona, y por tanto, de su particular forma de vivenciar e interpretar las reacciones que provienen de otros individuos y del entorno en general. Todo ello bajo pautas que tienen su origen en la infancia. La Luna resulta ser la cobertura psíquica que nuestro Ser emocional necesita para mantener un punto de referencia que le resulte seguro o, cuanto menos, viable para canalizar su propio desarrollo.
Si la Luna ayuda a percibir la base biológica de nuestro temperamento, la posición astrológica del Sol señala cuál es el sustrato en el que se alimenta nuestro carácter. El carácter está muy conectado con el propósito vital, mientras que el temperamento nos vincula con el poso generado por la herencia familiar. Por eso es que Lilith, en la medida en que forma parte de lo lunar, señala un elemento de primer orden orientado a entender qué aspectos de nuestro temperamento biológico han quedado fuera de cauce.
Estos aspectos piden ser tenidos en cuenta creando situaciones que invitan a la persona a desmadrarse, a salirse de la matriz en la que fue educada. De este modo, la posición astrológica de Lilith describe aquello de nosotros que deberemos descubrir fuera de las consignas con las que nuestras emociones fueron moldeadas. Digamos que la Luna señala nuestra forma de adaptarnos a la familia, y Lilith describe qué es lo quedó fuera en ese proceso de adaptación. Eso que quedó fuera solicita nuestra atención a través de señales únicamente descifrables si tomamos en cuenta lo anímico, lo instintivo y lo corporal.
El propósito solar hinca sus raíces en la base formada por nuestro temperamento. En la medida en que este temperamento tanto contiene elementos ya integrados (Luna), como elementos por integrar (Lilith), no podremos conocer qué es lo que verdaderamente deseamos de la vida sin tener en cuenta la totalidad de este sustrato (Luna + Lilith).
Posiblemente este centro de gravedad oculto todavía permanezca sin nacer, sin ser apropiado por la conciencia. Lilith se refiere a algo a lo que, aún deseándolo, nos resistimos. Quizá sea algo nuestro que ha quedado retenido en el útero familiar.

LA LUNA NEGRA ASTROLÓGICA
La Luna Negra es antagónica en su significado a la Luna. Mientras esta última está relacionada con los afectos positivos vinculados a la primera infancia, Lilith parece referirse a los afectos negativos inconscientes que quedaron instaurados ya desde el período de gestación y que posteriormente se encarnan a través de experiencias emocionales que reflejan aquella negatividad. Estas experiencias anidan en acontecimientos concretos como el de la gestación misma, el parto y en cualquier otro suceso posterior que por sus características requiera de una respuesta emocional excepcional. Es decir, que mientras nuestra respuesta ante fenómenos previsibles se expresa a través de nuestra Luna, la respuesta de emergencia ante fenómenos imprevisibles se canaliza a través de Lilith. Todo tipo de estímulos son necesarios para que nuestro sistema emocional pueda sentirse vivo. Unos cuadran con lo emocionalmente correcto, y otros, con lo emocionalmente incorrecto. Los buscados conscientemente –lo emocionalmente correcto– están relacionados con la Luna, y los buscados inconscientemente –lo emocionalmente incorrecto–, con Lilith. Y, como todos son necesarios, nuestro psiquismo atraerá tanto a unos como a otros. Podríamos decir que gracias a los recursos ocultos relacionados con Lilith seguimos estando vivos.
Una forma de contactar con Lilith es relacionando su posición astrológica con experiencias en las que el rechazo inconsciente ha sido la nota clave. Estas experiencias pueden ser sumamente subjetivas pero tremendamente intensas y dan lugar a desencuentros y malos entendidos con personas del ámbito afectivo, cuyas causas no hay que buscar en el trato concreto que se tiene con ellas, sino en razones mucho más profundas, inconscientes y anteriores al hecho concreto que en apariencia detonó en conflicto. Así, por ejemplo, una persona que tuviera a Lilith en Casa I, haya o no haya motivos, se habrá sentido fácilmente rechazada ya incluso antes de nacer.
Posteriormente será ella quien se ignore o ignore a los demás en igual medida, y así se instaura una desconexión emocional con aquello que pueda provocar recuerdos de aquel primer rechazo. En realidad, la experiencia de rechazo queda aderezada con una fuerte desconexión con respecto al fenómeno físico de haber sido gestado. Esta desconexión se traduce en forma de una habitual falta de comunión emocional con el propio cuerpo, como si la mente y el cuerpo estuvieran divorciados. Otro ejemplo: una persona con Quirón en Casa Dos puede haber experimentado rechazo o marginación debido a una falta de nutrientes en el proceso de gestación. Posteriormente esta persona puede convertirse en negadora del pan y la sal para los demás, o bien, ambicionando algo imposible de conseguir, lo cual dará lugar a una mayor insatisfacción. En este caso, el divorcio se establece entre la apetencia (fantasía) y la necesidad (realidad). Incluso puede ocurrir que la persona considere sus necesidades como fantasía (y las relegue) y otorgue visos de realidad a sus apetencias (y las priorice), perjudicando su bienestar. Por eso mismo es que a Lilith se la considera el punto en donde solemos distorsionar la realidad y en donde, por consiguiente, atraemos el fracaso. A menudo las causas de esta actitud están muy relacionadas con ciertos episodios familiares usualmente silenciados, los cuales llegan a nosotros en forma de presiones traumas, castigos, privaciones, ausencias, secretos, muertes prematuras o inesperadas, etc.
En otras palabras la Luna refleja nuestro mejor anclaje con la realidad cotidiana y con nuestros vínculos afectivos ordinarios, mientras que Lilith refleja nuestra forma de desanclarnos de la realidad y de lo que nos vincula a los demás. Si con la Luna nos fundimos con el entorno, con Lilith nos divorciamos de él y de nosotros mismos. La posición de Lilith refleja en qué ámbitos de nuestra vida estamos más alejados de la realidad, en dónde nos damos la espalda a nosotros mismos. Posteriormente, y tras un trabajo personal, cuyos resultados suelen acaecer hacia la mitad de la vida, Lilith se convertirá en nuestro principal modo de entronque con la realidad.
Las regresiones terapéuticas pueden ayudar muchísimo a captar en qué puede consistir el rechazo, su verdadero origen y sus secuelas en nuestra conducta actual.
Este desalojo está muy conectado con Lilith. La posición de Lilith en nuestra Carta Natal indica, entre otras cosas, aquello que intentamos reprimir para ajustarnos a un patrón de conducta supuestamente maduro y adecuado a nuestra edad, y aceptado socialmente. Lilith representa todo aquello que quedó a medio vivir en la infancia y que pugna por expresarse a través de medios poco ortodoxos. Esta necesidad inconsciente, si no es reconocida por la persona, puede desbaratar cualquier objetivo que no la haya tenido en cuenta, por más digno que sea, y por más maduro y sensato que pudiera parecer.
El tema del poder está muy asociado a Lilith. De alguna manera a Lilith le interesa demostrar que todavía sigue estando en el psiquismo de hombres y de mujeres. Muchas veces la encontramos a través de deseos que reprimimos, que son causa de turbación si presentimos que se acercan a la superficie. Esta represión proviene de un sumidero psíquico del cual surgen con el tiempo situaciones emocionales turbias que hay que purgar y drenar, afrontando y expresando abiertamente nuestra auténtica realidad como individuos y la auténtica realidad de nuestras necesidades, si no queremos que la represión haga estragos en nuestra salud psíquica y física. Y es que Lilith nos pide que salgamos del armario moral en el que cada uno ha sido educado.

Lo ancestral y lo transgresor en la formación de carácter
Una buena manera de entrar en la experiencia sensible asociada a Lilith, es mediante el establecimiento de una comparación con la Luna. Tomadas ambas conjuntamente describen un proceso en la conformación del temperamento en el que es posible ver cómo la educación recibida potencia unas cosas mientras que otros rasgos o facultades potenciales quedan marginados y relegados al inconsciente. El niño se adapta a los valores que le son transmitidos positivamente, mientras que él mismo margina o vive conflictivamente, toda aquella parte de sí que pudiera chocar con las consignas consideradas como no aceptables por la propia familia. Muchas de estas consignas no son necesariamente negativas, simplemente pueden haber venido dadas por un desbordamiento de las habilidades de los padres para poder canalizar las necesidades emocionales de sus hijos. Aunque, sin embargo, esta falta de habilidad puede ser percibida dramáticamente por el niño. El niño es eslabón débil y caja de resonancia de un sistema de convivencia imperfecto en el que los problemas no resueltos de los padres pasan a los hijos. Como comentamos anteriormente, el origen de esta transmisión no hay que buscarlo en la vida después del nacimiento sino en el periodo de gestación. Así pues, la posición de nuestra Lilith podrá ayudarnos a desentrañar un conflicto latente pero intenso que anidaba en el seno de nuestra familia o, incluso, en el útero.
La Luna, su Signo, Casa y aspectos, describen rasgos temperamentales que resultarán potenciados en el psiquismo del niño, y que después resultarán ser el recurso emocional que se va a configurar como el mecanismo de ajuste preferente ante cualquier situación previsible enmarcada en lo cotidiano. La Luna, de alguna manera, describiría cómo nuestras respuestas emocionales fluyen cuando lo que nos rodea es considerado como normal.
Lilith, su Signo, Casa y aspectos, describen rasgos de la personalidad que, aunque formando parte de su naturaleza, no forman parte del comportamiento normal. Son recursos ocultos que afloran en situaciones anormales, críticas de emergencia. Estas situaciones pueden presentarse inesperadamente, o bien es uno mismo quien las atrae. En cualquier caso, Lilith describe cómo son nuestras respuestas emocionales cuando nuestro psiquismo está amenazado. De esta manera, Lilith se perfila como nuestro mejor recurso en situaciones de crisis si nos hacemos conscientes de ello.
La Luna guarda relación con el sistema reproductor. Y no solo en el sentido literal de la palabra. Reproducir no es solo generar una nueva vida. También significa volver a producir y propagar una conducta que ya existía en la familia. En la ubicación de la Luna en nuestra Carta Natal podemos tomar conciencia acerca de cómo y de qué cosas estamos repitiendo en nuestra vida emocional que ya existían en la vida de nuestros padres, abuelos, etc.
En cambio, a través de Lilith desarrollamos facetas inéditas en nuestra familia, ya sea porque no fueron bien canalizadas o potenciadas, ya sea porque constituyeron tabú en un momento dado de la historia del clan. Nuestra Lilith representa un rasgo de nuestra personalidad ante el cual nuestros padres probablemente no se sintieron preparados para canalizar adecuadamente en nosotros (ni en ellos mismos). Este rasgo queda sin expresar, y en determinadas situaciones resurge abruptamente a la espera de que se le preste atención.
Los medios que utiliza para darse a conocer son los sueños, los anhelos inconscientes que pueden ser reconocidos a poco honesto que uno sea para consigo mismo. Y todo ello aparece cuando los mecanismos de defensa han bajado la guardia. Esta transparencia, que surge como consecuencia de una desactivación de dichos mecanismos, puede venir dada ya sea como consecuencia de un trabajo personal, o bien por saturación psíquica debido a situaciones conflictivas tanto de orden interno como externo que dejan las corazas emocionales totalmente mermadas. En estos casos, el desgaste psíquico o físico puede actuar como detonante de cambios largamente esperados, pero que todavía no habían sido reconocidos abiertamente por el consciente. A partir de ahí una persona puede dar un giro a su vida emocional. Reconocer esta parte oculta puede suponer el descubrimiento de una fuente de vida que actúe como revulsivo para nuestra inspiración y ayude a recuperar facultades insospechadas, las mismas que teníamos de niños. Así pues, Lilith ofrece una de las claves fundamentales para comprender y conquistar nuestro destino emocional.

ASPECTOS REPRIMIDOS DE LA PERSONALIDAD: EL ENFADO INTERIOR
Lilith representa la expresión más inmadura de la persona, probablemente debido a reacciones que resultaron reprimidas o indebidamente canalizadas por el entorno afectivo. Las necesidades reprimidas, más adelante, en el proceso de maduración individual, pedirán ser atendidas a través de señales que la persona puede llegar a percibir y ubicar. Estas señales no se presentan claramente, sino, más bien, a través de reacciones impropias en una persona adulta. Si no son reconocidas, estas necesidades no canalizadas pueden provocar el desmoronamiento de un estilo de vida aparentemente ordenado.
El Signo, la Casa, y especialmente los aspectos de Lilith con otros Planetas, indican qué rasgos de nuestra personalidad pueden boicotearnos si no han sido atendidos por nuestra identidad adulta. Una posibilidad de percibir estos rasgos nos la proporcionan determinadas expresiones reivindicativas que no cuadran con la manera razonable de autoexpresión que una persona adulta y equilibrada emplearía para dar a conocer sus necesidades. Nuestra Lilith personal se expresa a través de golpes escondidos, que no son más que expresiones de aspectos escindidos de nuestra personalidad que piden ser atendidos reconocidos e integrados. La integración de estos rasgos raramente se hace en paz, sino a través de experiencias turbias o tumultuosas que ponen en entredicho nuestra conducta adulta. Lógicamente la intensidad de estos procesos varía sustancialmente de una persona a otra. Todo depende de la importancia que Lilith tenga en cada Carta Natal. Las personas cuya Lilith tenga una relación crítica con el Sol, la Luna, Mercurio, Venus, o Marte (tanto aspectando como encuadrando), o la tengan ubicada cerca de un ángulo, pueden ser consideradas personalidades “Luna Negra”.
Lilith comporta una alta sensibilidad ante el rechazo. Pero lejos de que este rechazo actúe postrando a la persona, más bien lo que acaba provocando es un fuerte anhelo de recuperación de estos aspectos marginados de la personalidad. Entretanto los anhelos reprimidos o no expresados abiertamente no sean tenidos en cuenta, la persona quizá llegue a optar por llevar una doble vida. Por un lado ejerce como adulta, y por otro hace un apartado en su vida en donde puede experimentar lo que en la niñez y en la adolescencia le fue vetado. Como decía antes, la recuperación finalmente sobreviene como consecuencia de crisis sintomáticas: reivindicaciones expresadas con un tono chocante, golpes escondidos situaciones tumultuosas, actitudes turbias, reacciones fuera de lugar, conductas boicoteadoras, e incluso a través de problemas de salud. Y todo ello puede ser tomado como expresión de un enfado mal curado.
Por otro lado, y como bien se sabe, la amenaza de recibir una muestra de rechazo puede generar en el niño un rechazo hacia sí mismo. Posteriormente, el adulto que llegará a ser (por lo menos en apariencia) puede impedir que los demás le ofrezcan muestras de aceptación, tal es el auto–rechazo generado. Podemos observar estas peculiares conductas a través de los aspectos de Lilith (especialmente conjunción, oposición, quincuncio y cuadratura). Este enfado corresponde a la voz de nuestro niño interior, un niño que no ha aprendido a hablar pero que sabe perfectamente lo que necesita. Una vez reconocida la voz de este niño, el paso siguiente es que el adulto –que en apariencia somos– le ofrezca herramientas para que se exprese con claridad.

Conclusión

Sin nombrarla, Osho expresa claramente y en muy pocas palabras lo que Lilith nos quiere indicar:

Recuerda algo fundamental acerca de la vida: cualquier experiencia que no haya sido vivida persistirá, te asediará: “¡¡Acábame!!, ¡¡Víveme!!, ¡¡Complétame!!”. Hay una cualidad intrínseca en toda experiencia que quiere ser acabada, completada, y tiende a ello. Una vez completada se evapora; incompleta, persiste, te mortifica, te persigue, atrae tu atención. Te dice: “¿Qué vas a hacer conmigo?, sigo sin completar: ¡complétame!.
Todo tu pasado te asedia porque no lo has completado, no lo has vivido realmente, lo has vivido parcialmente, a medias, tímidamente. No ha habido intensidad, pasión. Has vivido como un sonámbulo. Por eso el pasado te asedia y el futuro te asusta.

De la Medicación a la Meditación. Osho

1 comentario:

Unknown dijo...

Excelente artículo, es increíble como este cuerpo influye de manera tan interesante en el individuo y el colectivo... recientemente leí de otros efectos de la luna y en este caso es cuando ella se encuentra fuera de curso... les compartiré el artículo pues la verdad le queda de anillo al dedo a este post y así creo que mas personas estarán más conscientes de este peculiar hecho http://bit.ly/1Pi9gy y lo mejor un generador de lunas fuera de curso para cualquier ciudad en la que se encuentren http://bit.ly/9NVF6K