martes, 2 de agosto de 2016

La correspondencia

Lo que cuenta "La correspondencia", ¿hubiera podido suceder antes de la era de internet? Yo creo que sí, aunque con otros medios.

La correspondencia.

La presencia de las nuevas tecnologías es determinante en la película recién estrenada de Giuseppe Tornatore (recuerden de él, por ejemplo, "La mejor oferta" O "Cinema Paradiso). Sin embargo, como luego veremos, lo que verdaderamente determina es la neurosis del personaje encarnado por Jeremy Irons.

Tenemos ante nosotros a un hombre más bien mayor (Jeremy Irons) que mantiene un romance con el personaje que encarna Olga Kurylenko, una mujer muy joven. Encarnan, ellos dos, a un profesor y a una alumna respectivamente. El tema de ambos, a parte de la relación a banda, es la astrofísica. Llevan una relación académica y afectiva. Este último aspecto transcurre a parte del mundo convencional, pues él es un hombre casado. Sin embargo, él padece en silencio una enfermedad que acabará con su vida. Y la lleva en secreto, aunque con una actividad la suya que es preparatoria para el duelo post-mortem. Y todo con el apoyo de las nuevas tecnologías, aunque, debo decirlo ya, las nuevas tecnologías vienen a ser únicamente el contexto del que se vale la película para explicar un afán perfeccionista llevado al límite por parte del profesor. Es decir, trata de un hombre que sabe que va a morir. A partir de este hecho, organiza su vida digital post mortem. 

Me gustó especialmente por el ritmo, la armonía, por la banda sonora de Ennio Morricone, que, por lo general, suena a muy poco volumen. Hay detalles en "La correspondencia" que están más allá de la historia que literalmente se nos cuenta. Por ejemplo, la presencia del cangrejo. El cangrejo como nombre de una nebulosa, recordemos que son astrofísicos; y el cangrejo que aparece mientras ella está en la playa, una vez el hombre ha marchado de este mundo. Lo del cangrejo es un símbolo que podría pasar desapercibido. Trata de los vínculos ocultos que transforman y modifican la vida de las personas. Es posible que el plan de él de seguir dando recuerdos e instrucciones post mortem a través de las tecnologías sea una metáfora de las pinzas del cangrejo. Por ejemplo, ahí, al final de la película, vemos la reconciliación del personaje de Olga con su madre, todo ello planificado por el hombre que ha urdido todo lo posible y más para que las vidas de las personas cambien a mejor.

Me ha parecido "La correspondencia" una obra de arte, con una historia que hoy es posible gracias a las tecnologías y que antes lo hubiera sido con otros medios. Porque lo que aquí se cuenta es el afán de trascendencia de un hombre cuya principal enfermedad no es el astrocitoma sino una neurosis que seguramente venía de antes. Por cierto, el astrocitoma, si leen de qué va por ahí, podría emparentarse con el simbolismo del cangrejo.

Otro elemento de interés son los exteriores utilizados para el rodaje. En concreto, el llamado pueblo de Bergoventoso, nombre ficticio de los alrededores del Lago D'Orta, en la Isola di San Giulio.

Una película como esta me recuerda a "Mi vida sin mi", de Isabel Coixet.

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