lunes, 18 de mayo de 2015

El inconsciente colectivo en España

El inconsciente colectivo de visita por España y sus alrededores.
Comentarios surgidos a resultas de una conferencia dada por Ramón Cotarelo en l'Ateneu Barcelonès.

Sobre el derecho a decidir.


Cuando veo a un político defendiendo la democracia a la vez que niega el derecho a decidir, me pregunto a qué y a quién obedece. Me parecen vasallos de alguien a quien no conozco. Me parecen vasallos haciendo méritos para que alguien más poderoso que ellos les premie con un futuro mejor tras su paso por la exposición a la cosa pública.
Ahora recuerdo las palabras de Juan Carlos I cuando estalló la crisis. Decía que todo viene del mercado. Entonces, pues, pregunto: si el mercado tiene más poder que cualquier gobierno, ¿para qué y para quién los políticos, si es el mercado el que decide? ¿para qué la monarquía, si ya no garantiza ni soberanía patria ni estabilidad ante la vorágine de los mercados?

El caso es que este viernes pasado asistí a la presentación de un
libro de Ramón Cotarelo. Resultó ser una conferencia que se quedó corta. Fue una lástima que no se registrara en video. Ramón hizo una exposición de la mentalidad habitual del gobernante español a lo largo de los últimos siglos. Después, ya acabado el coloquio posterior, pensé que Ramón tenía una visión del karma patrio un tanto cristalizada. Pensé que por qué no podría emerger una nueva generación de gobernantes con otra mentalidad. Sin embargo, y en esto estoy de acuerdo con Ramón, yo no la veo, aún por más novedades que parezca haber en ciernes. No obstante, no perdamos la esperanza.

Es decir, si hay un inconsciente colectivo que va arrastrando los desaguisados históricos hasta el momento presente continuo, ¿no podría ser que la dinámica de esta fuerza de la historia nos esté proyectando hacia un cambio inédito que, más que a las formas políticas concretas, afecte a las mentalidades de los gobernantes?

Ramón dijo que el proceso independentista podría ser un buen detonante. Sin embargo, pienso, un karma de tantos años no se dejará hacer la extremaunción así como así.

Vuelvo a la conferencia de Ramón. En unos gráficos que expuso se mostró muy claro en relación a posibilidades, aunque por el poco tiempo de que disponía no se detuvo a matizar sobre el futuro.
Se me ocurre ahora que, volviéndonos posibilistas optimistas, el gobierno, más tarde o más temprano, podría acordar apoyar un referéndum de autodeterminación. ¿Qué sucedería si el resultado fuera adverso para una declaración de independencia? Según si fuera este el resultado, ¿quedaría entonces legitimado el gobierno central para recentralizar competencias, aduciendo que la UE pide un recorte presupuestario? O por el contrario, ¿serían capaces los políticos catalanes, aprovechando el capital humano independentista generado en estos años, de blindar competencias de tal manera que se llegara a un estado federal de facto (declarado o sin declarar)? ¿o volverán a la ambigüedad de los años de la Puta y de la Ramoneta?

Excepto que haya cambios en la mentalidad habitual del gobernante español, el proceso soberanista seguirá adelante, sin concesiones, y, además, con la complicidad inconsciente por parte del gobierno central. Me pregunto qué hubiera pasado si se hubiese apoyado un referéndum hace tiempo, con buenos debates, de tal manera que las diversas opciones hubieran tenido oportunidad de hacer una elaboración de sus respectivos proyectos de país.
Sin embargo, como deduzco de las palabras de Ramón, la torpeza política española es tal que se nos hace difícil pensar que puedan actuar de una manera diferente de como lo han estado haciendo hasta ahora.

Otra pregunta que me surge gira en relación a qué podría pasar si la negociación se retrasa, se posterga, y más cuando hay cierta inseguridad por parte de los soberanistas de no tener suficiente masa crítica como para dar por hecha la consecución de la independencia. Recordemos el caso reciente de Escocia.
Otra más: ¿qué podría pasar si aparece el cansancio, el desinterés, la desafección política, y se deja que surja una versión nueva del desencanto, de aquel desencanto que tanto procuró Felipe González y los de su quinta, y que me lleva a pensar que a los políticos les interesa que el pueblo participe de la política pero no mucho? Es decir, que los políticos prefieren, en secreto, tener al pueblo lejos y desinformado. Para ello, ¿volverán a hacer los posibles para tenernos cansados y lejos?

6 comentarios:

Jordi E. dijo...

Yo creo que, dado que los politicos no mandan, sino que están a las ordenes de alguien o de algunos que deciden por ellos, creo que nos quieren vender cara la independencia, para conseguirla, tendremos que cargar con un porcentaje de la deuda muy superior a la que nos tocaría, de ese modo alguien que ve viable a Catalunya como estado pero no ve a España como viable, se conforma con recuperar un porcentaje de los que quede como deuda española y un 100% de lo que quede como deuda catalana.

Jesús Gabriel Gutiérrez dijo...

partiendo de que el comentario es economicista, puedo sostener la misma idea que expones en relación al unionismo.
Si un día se llega a la independencia, el paso siguiente será la re-unión... aunque no sabemos si será con el concepto de la España actual o de la España futura. El caso es que hay una fragmentación en ciernes... pero la ley del péndulo se impondrá

Jordi E. dijo...

Entiendo que no te gustan los comentarios economicistas, pero en vista de que es lo único que parece animar algunos movimientos, creo que es pertinente.
En todo caso no me contestas a la cuestión principal que es si mandan o no mandan los políticos y si crees que nos harán cargar con ese volumen extra de deuda para aceptar la independencia.
Por otra parte la re-unión se produce por si sola estando los dos estados (Catalunya y new-España) dentro de la unión europea.

Jesús Gabriel Gutiérrez dijo...

la economía es una metáfora... jejeje

Jesús Gabriel Gutiérrez dijo...

la deuda es una metáfora, también... jejeje

Jesús Gabriel Gutiérrez dijo...

no triunfó el esperanto, como lenguaje universal, sino la economía