La reinvención del trabajo y
el futuro del freelance.
Llevo
trabajando por cuenta propia desde el final de la década de los 80. Excepto un breve lapso de tres años, entre el 2003 y el 2006, que me sirvió para hacer tabla rasa y volver a empezar, llevo 30 años sin el paraguas que da cobijo a quien trabaja por cuenta
ajena. Ya estuve ahí durante unos años y no me sentó bien. Eso sí, tenía un sueldo que no estaba nada
mal. Está claro que la seguridad del
sueldo fijo no es el único valor en el que sustentar
el trabajo profesional.
El
trabajador que vive sin paraguas, el freelance, también denominado mercenario, es un emprendedor continuo, un
empresario de su libertad, la cual pide presupuestos rigurosos. Vivimos
momentos de auge en lo referente a esta figura, está claro. Unos llegan a ella por vocación; otros llegarán por necesidad, dado el
actual contexto.
Aún con todo, la figura del freelance no es nueva. Hemos de
tener en cuenta que el trabajo a sueldo estable ha sido un invento reciente. Lo
normal ha sido trabajar, a menudo, en situaciones precarias. Sin embargo, todo
hay que decirlo, hay freelances privilegiados. Su presencia es tan habitual que
no nos parecen freelances, y ni mucho menos mercenarios, en parte porque son
conocidos por el nombre de su oficio, usualmente de prestigio. Ahí tenemos a muchos abogados, médicos, arquitectos, diseñadores, artistas, etcétera. Estos freelances, especialmente los adscritos a profesiones de
postín, cuentan con que su profesión se ha hecho necesaria para la sociedad, y por ello nadie
se libra de solicitar sus servicios en un momento u otro de su vida. Estos
perfiles profesionales, freelances tradicionales, funcionan en medio de redes
formadas por colegas con los que complementarse y protegerse, relaciones de
conveniencia, clientes y prescriptores que les recomiendan, además de formas de publicidad muy variada. Se trata de personas
muy habituadas a trabajar así. Está muy en el ADN de su cultura y costumbres. Son muy
conscientes de la importancia que tiene su presencia social. Toman muy en
cuenta, como se dice hoy en día, la redarquía.
Actitud funcionarial vs. Actitud Freelance.
He citado
nombres de profesiones muy reconocidas. Sin embargo, y disculpen que sólo cite a unas pocas, hay muchas más: psicólogos, coaches, correctores y
agentes literarios, diseñadores, lampistas, fontaneros,
etcétera.
Sin
embargo, a quien quisiera referirme ahora es al freelance que accede a este
estatus desde una actitud funcionarial, de sueldo fijo, como es el caso de lo
que ocurre en España. Se trata de personas cuya
cultura no había requerido de una
visibilidad, de un estar haciendo publicidad de sus servicios. Es el caso del
opositor que estudia, que se presenta a exámenes y consigue una plaza.
También incluyo en este grupo a
quienes optan por trabajos por cuenta ajena en la empresa privada, que
presentan su curriculum, que se ajustan a las funciones por las que son
contratados. De alguna manera, bajo este patrón cultural están todas aquellas personas cuyas funciones podrían ser desarrolladas por cualquier otra. Se trata, pues, de
quienes desarrollan tareas hasta cierto punto anónimas o impersonales.
Sin
embargo, quienes acceden al estatus de freelance desde una cultura no
acostumbrada a la autogestión se encuentran con
situaciones que habría que tener en cuenta, tanto
en lo que se refiere al conocimiento del mercado como al conocimiento de uno
mismo.
Con
respecto a este punto, les diré que percibo dos grandes
grupos:
- El
formado por personas que priorizan lo pragmático, que establecen redes de
gran complicidad, son flexibles, transversales, inventivas, creativas y
visionarias. Ven claramente cuáles son las necesidades
sociales presentes y futuras. Además, se manejan bien con el
marketing y se han ocupado de crear una marca personal que resulte tan
atrayente, o más, que el servicio que
ofrecen.
- Por
otro lado, está la actitud poco pragmática por parte de personas que perciben su trabajo como una
identidad con la que mostrarse. Nada malo en ello, de no ser por el componente
emocional al cual se le da más prioridad que al pragmatismo
que debe comportar la pretensión de situarse en el mercado.
Con ello vengo a decir que los proyectos profesionales, la emprendeduría, por más emociones que generen, no
pueden ser juguetes con los que dar de comer a la recién nacida necesidad de protagonismo. En una cultura que ha
propiciado el trabajo anónimo, pasar a sentirse
estrella puede desnortar a más de uno. Con ello quiero
advertir del peligro consistente en permanecer enamorado del ideal de imagen
que se quiere transmitir o de los propios proyectos.
También percibo en este grupo una desconexión o falta de visión con respecto a las
necesidades del entorno acerca de los servicios que podrían prestar. Cada uno, acaso por la necesidad de encontrar
un lugar, no llega a percibir claramente lo que la comunidad le pide o
necesita. Las personas de este grupo, tanto o más que la formación o valor añadido con el que presentarse,
deberán aprender a captar e
interiorizar las necesidades que perciban del mercado en el que pretendan
situarse.
Otro
factor a tener en cuenta, y muy relacionado con lo anterior, es la falta de
cultura de equipo, el excesivo individualismo. Ya saben, el choque entre las
viejas mentalidades y las que ahora se requieren. El trabajador del futuro
formará equipo con otros y con la
sociedad, de quienes deberá acostumbrarse a aceptar su
feedback si no quiere perecer.
Está claro que la actitud funcionarial está en las antípodas de la actitud que
conviene tener como freelance.
Ah, y a todo lo dicho habría que añadir el temor a la exclusión social que no sólo afecta a colectivos obvios, sino que puede cernirse por profesionales de valor cuya actitud no acaba de encajar en las nuevas normas del mercenariado que nos están viniendo encima, en gran parte dadas por el clima de crisis e incertidumbre que nos acompaña.
Ah, y a todo lo dicho habría que añadir el temor a la exclusión social que no sólo afecta a colectivos obvios, sino que puede cernirse por profesionales de valor cuya actitud no acaba de encajar en las nuevas normas del mercenariado que nos están viniendo encima, en gran parte dadas por el clima de crisis e incertidumbre que nos acompaña.
La futura organización feudal del
trabajo.
Sin
embargo, permítanme que les diga que el
futuro del trabajo ni será el convencional, obviamente
que no, ni tampoco el freelance-que-trabaja-independiente. Si cada uno de
los
freelances-que-trabajan-independientes trata de ocupar espacio en el
mercado, y cada uno va a lo suyo, está claro que el mercado se va a
saturar. De ahí que el trabajo y los
freelances deban pasar por una etapa de atomización. Y hasta es posible que los
freelances lleguen a ser cada vez menos mercenarios -o que lo sean de manera corporativa- una vez finalice la actual etapa de eclosión. Pasaremos del mercenariado al vasallaje.
Así, pues, el futuro son los gangs, los trusts, los clusters,
las redarquías, los multiniveles, las pirámides, las mafias, los blindajes o las feudalizaciones
orientadas a controlar el espacio a ocupar. De hecho, ya lo estamos viendo, se
están produciendo fenómenos curiosos como, por ejemplo, el despuntar de nuevas
familias de profesionales o señoríos feudales, con vasallos, esclavos de nuevo cuño, etcétera. Lo más chocante es ver cómo profesionales que dicen
estar a la vanguardia de la nueva conciencia estén, por decirlo en pocas
palabras, gestionando su posición social de modo feudal.
Motivos de izquierdas defendidos con intenciones de derechas.
La revolución laboral y el
futuro del trabajo.
Cierro el
post con un apunte.
Hasta los
años 80, la creación de empleo vinculado a la
industria fue creciendo. A partir de esa década este crecimiento se
encuentra detenido y a la baja. Sólo se ha creado empleo desde
el sector público. Esto quiere decir que
la bonanza laboral de las últimas décadas, exceptuando el periodo de larga crisis en el que
estamos, ha venido dada por el aumento de la disponibilidad de puestos de
trabajo en instituciones y en el sector servicios y por el creación de empleos derivados de la inversión hecha con dinero público. Como las tres curvas de
los ritmos de la economía van a estar yendo a la baja
durante largo tiempo, podemos asegurar que la generación de trabajo también disminuirá. Y si a ello le añadimos el papel que juegan las
tecnologías, ya podemos visualizar que
el trabajo convencional va a quedar muy reducido. Y, más aún, los tijeretazos y recortes
presupuestarios que aplican las instituciones va a agravar este hecho, lo cual
augura una proliferación de freelances, con todo lo
que comporta.
El efecto futuro de la crisis es su verdadera causa.
Nota:
La argumentación astrológica ya ha sido expuesta en otros posts como, por ejemplo, este:
El cerrojo de Capricornio
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