Si retrocedemos a 1989, un año clave para entender lo que ahora está sucediendo, nos encontraremos con que pocos años antes España había firmado el acta de adhesión a las Comunidades Europeas. La entrada en vigor fue fijada para el 1 de enero de 1986. En este mismo año, unos meses después, Barcelona fue designada sede de los Juegos Olímpicos de 1992. Eso fue a las 13:32 hrs. del 17 de octubre de 1986. Con el horizonte de 1992 en mente, España, además, acometió la celebración de la expo de Sevilla. Los fondos de cohesión empezaban a llegar. Entre unas cosas y otras, el nivel de empleo estaba en lo alto.
En 1989 se formó la gran conjunción entre Saturno y Neptuno, un aspecto al que se le suele atribuir un tono izquierdista. Dicho de otro modo, cuando Saturno y Neptuno forman aspectos en el cielo, y la conjunción es uno de ellos, es factible que las políticas de reparto de riqueza sean más equitativas que cuando Saturno hace aspectos con Plutón o con Urano.
Sin embargo, en relación a los aspectos entre Saturno y Neptuno, tengo mis más y mis menos. No digo que las políticas no puedan ser más izquierdistas en consonancia eon este aspecto. Más bien, lo que intento comprender es si esas políticas son formas maquilladas que el mismo poder, que ahora le da por facilitar la concentración de dinero en pocas manos, usa para eternizarse. Es decir, la pregunta que me hago es si las políticas sociales son realmente consistentes o son, más bien, burbujas o situaciones de poca duración.
La conclusión a la que llego es que los momentos históricos en los que la izquierda gana sólo sirven para crear burbujas que llevan, a poco tardar, a que todo vuelva a que sea la banca la que siempre gane.
Los aspectos Saturno-Neptuno pueden reinterpretarse de la siguiente manera: cuando los gobiernos hacen políticas favorables al trabajador no lo hacen para favorecer sino para fomentar la desmovilización. Ello sirve para que se encarne, desde el punto de vista del trabajador, el famoso dicho: pan para hoy y hambre para mañana.
Los aspectos Saturno-Neptuno pueden reinterpretarse de la siguiente manera: cuando los gobiernos hacen políticas favorables al trabajador no lo hacen para favorecer sino para fomentar la desmovilización. Ello sirve para que se encarne, desde el punto de vista del trabajador, el famoso dicho: pan para hoy y hambre para mañana.
El valor del trabajo humano.
Los años en los que se produjo esta conjunción fueron los de la gloria de los gobiernos de Felipe González. Pocos años después sobrevinieron los casos de corrupción y el consiguiente declive de su figura. Además, coincidiendo con la decadencia, y ya celebrados los Juegos Olímpicos y la Expo, los niveles de paro empezaron a subir alarmantemente. Estos fastos supusieron el estallido de la burbuja laboral.
Más cosas. Fue en los años 80, los anteriores a la conjunción que nos ocupa, en los que la creación de empleo por parte de las empresas no públicas empezó a ir a la baja de forma irreversible. Sin embargo, y por todo lo que les acabo de comentar, sí que va a más la creación de empleo público (o creación de empleo con empuje institucional por parte de lo estatal), lo cual sirve para compensar lo anterior. Es decir, en los años que circundan a esta conjunción se crean las condiciones de lo que luego nos ha estado viniendo. Si quien creaba empleo era al rebufo del empuje dado por lo estatal, cuando lo estatal se ve recortado por la crisis y por un modelo que le está llevando a la miniaturización definitiva, ya vamos viendo que el asunto del empleo y del paro han entrado en una vía bien difícil.
Dicho con otras palabras, esta conjunción entre Saturno y Neptuno, que abre un ciclo que durará hasta el 2026, supone la creación ilusoria de puestos de trabajo en un primer momento, hasta los primeros 4 años (de 1989 hasta 1993), que ha llevado a la situación de paro estructural que se ha mostrado con todo su dramatismo como resultas de la crisis en la que estamos desde 2008.
Entre unas cosas y otras, el resultado es que el trabajo ha perdido el valor. O, mejor dicho, ha perdido precio. Se unen a ello varios factores: la incorporación de la mujer al mercado de trabajo a partir de la década de los 70, la inmigración, las deslocalizaciones empresariales, la evasión fiscal, etc. Se busca mano de obra barata en el exterior, con lo que el trabajo se va haciendo cada vez más precario en el interior.
La significancia del grado 11.
El signo de Capricornio, el terreno de la élite, conserva en su memoria dos momentos estelares: el grado 19 y el grado 11. Del grado 19, en el que se formó la conjunción entre Urano y Neptuno de 1993, he escrito mucho en este blog. Este grado tiene mucha relación con el proyecto europeo. Por otro lado, el grado 19 representa el proceso de acumulación financiera. También, el cambio de modelo que llevará a la clusterización (privatización híbrida de lo que hasta ahora era gestionado por instituciones públicas), En cambio, el grado 11, el que alberga la memoria de la conjunción entre Saturno y Neptuno, representa al trabajador. En este caso, al trabajador de élite, el que trabaja para proteger al poder establecido. Se puede decir que esta conjunción representa un proceso de feudalización o aristocratización del trabajo (y de los trabajadores).
Este grado 11 hace cuadratura con Ceres, un asteriode que representa el valor del trabajador, el mérito, el aprendizaje, el progreso. Se puede decir que esta conjunción ya contenía la semilla del hundimiento del nivel de empleo. Si vemos la diferencia en grados, 4, para que esta cuadratura llegara a la exactitud , ello ya anunciaba que las políticas de izquierda se iban a acabar 4 años después. En concreto, a partir de 1993.
Lo curioso del caso es que sobre este grado 11 acaba de pasar la máquina de arrasar formada por la cuadratura transitante de Urano y Plutón. Quiero pensar, y eso espero, que el nivel de rebaja del valor del trabajo haya llegado ya a su máximo.