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domingo, 23 de febrero de 2014

La desvalorización del trabajo humano

El poder del grado 11 de Capricornio.

Alrededor de 1989.

Si retrocedemos a 1989, un año clave para entender lo que ahora está sucediendo, nos encontraremos con que pocos años antes España había firmado el acta de adhesión a las Comunidades Europeas. La entrada en vigor fue fijada para el 1 de enero de 1986. En este mismo año, unos meses después, Barcelona fue designada sede de los Juegos Olímpicos de 1992. Eso fue a las 13:32 hrs. del 17 de octubre de 1986. Con el horizonte de 1992 en mente, España, además, acometió la celebración de la expo de Sevilla. Los fondos de cohesión empezaban a llegar. Entre unas cosas y otras, el nivel de empleo estaba en lo alto.

En 1989 se formó la gran conjunción entre Saturno y Neptuno, un aspecto al que se le suele atribuir un tono izquierdista. Dicho de otro modo, cuando Saturno y Neptuno forman aspectos en el cielo, y la conjunción es uno de ellos, es factible que las políticas de reparto de riqueza sean más equitativas que cuando Saturno hace aspectos con Plutón o con Urano.

Sin embargo, en relación a los aspectos entre Saturno y Neptuno, tengo mis más y mis menos. No digo que las políticas no puedan ser más izquierdistas en consonancia eon este aspecto. Más bien, lo que intento comprender es si esas políticas son formas maquilladas que el mismo poder, que ahora le da por facilitar la concentración de dinero en pocas manos, usa para eternizarse. Es decir, la pregunta que me hago es si las políticas sociales son realmente consistentes o son, más bien, burbujas o situaciones de poca duración.
La conclusión a la que llego es que los momentos históricos en los que la izquierda gana sólo sirven para crear burbujas que llevan, a poco tardar, a que todo vuelva a que sea la banca la que siempre gane.

Los aspectos Saturno-Neptuno pueden reinterpretarse de la siguiente manera: cuando los gobiernos hacen políticas favorables al trabajador no lo hacen para favorecer sino para fomentar la desmovilización. Ello sirve para que se encarne, desde el punto de vista del trabajador, el famoso dicho: pan para hoy y hambre para mañana.

El valor del trabajo humano.

Los años en los que se produjo esta conjunción fueron los de la gloria de los gobiernos de Felipe González. Pocos años después sobrevinieron los casos de corrupción y el consiguiente declive de su figura. Además, coincidiendo con la decadencia, y ya celebrados los Juegos Olímpicos y la Expo, los niveles de paro empezaron a subir alarmantemente. Estos fastos supusieron el estallido de la burbuja laboral.

Más cosas. Fue en los años 80, los anteriores a la conjunción que nos ocupa, en los que la creación de empleo por parte de las empresas no públicas empezó a ir a la baja de forma irreversible. Sin embargo, y por todo lo que les acabo de comentar, sí que va a más la creación de empleo público (o creación de empleo con empuje institucional por parte de lo estatal), lo cual sirve para compensar lo anterior. Es decir, en los años que circundan a esta conjunción se crean las condiciones de lo que luego nos ha estado viniendo. Si quien creaba empleo era al rebufo del empuje dado por lo estatal, cuando lo estatal se ve recortado por la crisis y por un modelo que le está llevando a la miniaturización definitiva, ya vamos viendo que el asunto del empleo y del paro han entrado en una vía bien difícil.

Dicho con otras palabras, esta conjunción entre Saturno y Neptuno, que abre un ciclo que durará hasta el 2026, supone la creación ilusoria de puestos de trabajo en un primer momento, hasta los primeros 4 años (de 1989 hasta 1993), que ha llevado a la situación de paro estructural que se ha mostrado con todo su dramatismo como resultas de la crisis en la que estamos desde 2008.

Entre unas cosas y otras, el resultado es que el trabajo ha perdido el valor. O, mejor dicho, ha perdido precio. Se unen a ello varios factores: la incorporación de la mujer al mercado de trabajo a partir de la década de los 70, la inmigración, las deslocalizaciones empresariales, la evasión fiscal, etc. Se busca mano de obra barata en el exterior, con lo que el trabajo se va haciendo cada vez más precario en el interior.

La significancia del grado 11. 

El signo de Capricornio, el terreno de la élite, conserva en su memoria dos momentos estelares: el grado 19 y el grado 11. Del grado 19, en el que se formó la conjunción entre Urano y Neptuno de 1993, he escrito mucho en este blog. Este grado tiene mucha relación con el proyecto europeo. Por otro lado, el grado 19 representa el proceso de acumulación financiera. También, el cambio de modelo que llevará a la clusterización (privatización híbrida de lo que hasta ahora era gestionado por instituciones públicas), En cambio, el grado 11, el que alberga la memoria de la conjunción entre Saturno y Neptuno, representa al trabajador. En este caso, al trabajador de élite, el que trabaja para proteger al poder establecido. Se puede decir que esta conjunción representa un proceso de feudalización o aristocratización del trabajo (y de los trabajadores).

Este grado 11 hace cuadratura con Ceres, un asteriode que representa el valor del trabajador, el mérito, el aprendizaje, el progreso. Se puede decir que esta conjunción ya contenía la semilla del hundimiento del nivel de empleo. Si vemos la diferencia en grados, 4, para que esta cuadratura llegara a la exactitud , ello ya anunciaba que las políticas de izquierda se iban a acabar 4 años después. En concreto, a partir de 1993.

Lo curioso del caso es que sobre este grado 11 acaba de pasar la máquina de arrasar formada por la cuadratura transitante de Urano y Plutón. Quiero pensar, y eso espero, que el nivel de rebaja del valor del trabajo haya llegado ya a su máximo.


sábado, 4 de mayo de 2013

La falacia de la emprendeduría

Llevamos en España unos pocos años, desde el 2010, en que los medios de comunicación y las escuelas de negocios nos embadurnan con la idea de lo buena que es la emprendeduría. Y está claro que lo es. Eso sí, siempre que se apoye a las claras, que no sea una tapadera, que se preste atención a los proyectos que sean verdaderamente de interés para la comunidad. Sin embargo, muchos se quejan, y con razón, de las dificultades que pone el establishment burocrático, por los impuestos, por las condiciones, por las trabas, por la lentitud. Sin embargo, ello obedece a que eso que se dice en relación al apoyo al emprendedor es una falacia que oculta otras cosas. La realidad es que se favorecen unos proyectos sobre otros, y no siempre el criterio es el interés público sino que el proyecto esté en la línea que determinan las corporaciones que los discriminan. Se impiden unos proyectos y se favorecen otros.

Entre esas cosas, se va viendo, no a las claras, que detrás de proyectos de emprendedores, que aparentan ser espontáneos y surgidos de iniciativas creativas, en realidad están impulsados por multinacionales. Muchos proyectos están teledirigidos por corporaciones que ramifican su influencia social a través de escuelas de negocios y demás instituciones que obran para tal efecto. Hay proyectos que no sufren ninguna traba burocrática; otros, sin embargo, son bloqueados sin que se sepa por qué, y más siendo proyectos que podrían favorecer el interés general. Ello da a entender que el apoyo a proyectos pasa por un rasero ideológico. Alguien debería estirar del hilo o hacer explotar la burbuja.

La transparencia es un anatema en este nuevo modo feudal, en el que determinadas corporaciones subcontratan o favorecen determinados proyectos de emprendeduría. El caso es que la vida de los emprendedores está teledirigida por estas corporaciones. Y está claro que el sistema futuro será un híbrido hecho de instituciones públicas y privadas, y que los servicios estarán subcontratados a eso que hoy se llama emprendeduría, y que no es otra cosa que vasallaje encubierto.

Argumentación astrológica.

En el 2010 se formó una conjunción Júpiter-Urano en Aries. Ahí empezó a pronunciarse el discurso favorable a la emprendeduría, en una cultura que no ha dejado de ser funcionarial. Sin embargo, durante este próximo verano vamos a ver cómo el Júpiter que va a entrar en el signo de Cáncer nos va a ayudar a ver a las claras esta burbuja.

martes, 4 de septiembre de 2012

Auge y declive de las marcas personales

Este post viene a ser la secuela de otros publicados con anterioridad. En concreto, los relacionados con temas laborales.
Todo empezó en 1997, cuando un gurú llamado Tom Peters publicó un libro que luego sería referencial. Me refiero al de la marca personal. Lo que hasta entonces era habitual en empresas, productos y comercios se trasladó al ámbito del profesional liberal y del free-lance. Ya saben, cómo crear una marca que identifique una habilidad, una competencia, un servicio, unas personas, etcétera, con una imagen, un logo, una presencia, una mentalidad, una cultura. La eclosión se fue experimentando a partir del año 2000 y la expansión definitiva acaeció con la irrupción de las redes sociales (Linkedin, Xing, Ning, Facebook) en el 2004. Finalmente, y coincidiendo con la crisis, llegó a su máximo en el 2010.

Así, pues, está en declive, aunque su causa no es la mencionada crisis económica. El fenómeno, y no es el único, de la marca personal -personal branding-, y de todo el branding usable por individuos y grupos, está hecho del mismo material con que están hechas otras burbujas: de aire.

Vamos por partes:

1.- En poco tiempo hemos pasado, en España especialmente, de una cultura del trabajo asalariado a otra cultura en la que la emprendeduría va a cobrar un papel decisivo. Entre medio se ha producido el fenómeno de la eclosión del free-lance, el profesional que trabaja por cuenta propia, muchos de ellos en proyectos unipersonales. Sin embargo, el personal branding, para quienes han vivido en una mentalidad asalariada anónima, en el armario, por así decirlo, ha supuesto la oportunidad de lucir una imagen y un protagonismo al que no estaban acostumbrados. Se ha utilizado la marca personal como si se tratara de un juego adolescente. Se ha explotado el narcisismo propio de las personas. Lo sabían bien algunas escuelas de negocios. Incluyo aquí algunos usos y abusos procedentes del mundo del coaching. Otro día trataré el tema de la titulitis y de la certificacionitis, que también.

2.- Otro elemento es que no todos los aspirantes a disponer de marca personal la necesitaban. Es más, hasta es posible que les haya sido contraproducente. Y no sólo no la necesitaban sino que el mercado no dispone de condiciones para asimilar tanta singularidad.

3.- Hay competencias y habilidades que venden por sí solas. Las hay, por otro lado, que sólo pueden ser encarnadas por personas que tengan una buena experiencia en ellas. Así, pues una profesión puede ser vendida por su nombre o apelando a ciertas características o necesidades contenidas en el perfil del cliente potencial. Dicho de otro modo: vendes tu servicio por su nombre (fontanero); o por el nombre de las herramientas y medios que utilizas (soplete, estaño) y en los que eres especialista; o por el nombre de la marca (Hermanos Heredia, fontaneros); o invocando a las necesidadees del cliente (solucionamos escapes de agua). Estos mismos ejemplos se podrían encarnar en cualquier profesión, además de a la de fontanero.

Está claro que la marca indica a las claras en qué consiste el trabajo, el servicio que se ofrece y a qué necesidades pretende ayudar o facilitar soluciones. Sin embargo, cuando se trata de servicios intangibles o filosóficos, la marca personal supone una perita en dulce para el narcisista que llevamos dentro. Hay marcas que sólo hablan de su artífice y no clarifican qué tipo de cosa ofrecen, lo cual muestra que el cliente no tiene ninguna importancia. En este caso, la marca personal está para dorar la píldora de quien la creó.

4.- El cultivo de la marca personal, sin que haya intención de ello, acaba impidiendo la apertura hacia entornos laborales que piden liderazgos y colaboraciones radicalmente distintos a los hasta todavía en uso. Y hasta es posible que este paradigma emergente esté contradiciendo el espíritu que está detrás de la construcción de marcas personales.
Vamos hacia la cultura de la cooperación interprofesional. El profesional libre tiene los días contados, y con ello, también, el afán de protagonismo que inscientemente está detrás del asunto de la marca personal.

5.- Habrán notado que hay personas cuyo nombre es su marca personal. En este caso, el mercado admite a muy pocas personas que puedan darse el lujo de que su nombre sea su marca.

6.- Muchas veces el branding personal, especialmente el vinculado a intangibles, oculta una opacidad. No se sabe qué es lo que hay detrás, no se sabe bien el servicio que prestan, no se ve qué aportan a la comunidad. Eso sí, abducen, seducen, convencen... y hasta es posible que las empresas compren el servicio por el nombre de la marca.

7.- Por otro lado, (algunas) marcas personales parecen haber estado hechas, más que para cobijar un servicio a la comunidad, para dar vía a negocios multinivel. Me refiero a que la marca resulte tan atractiva que sea publicitada por personas sin ser conscientes de estar haciendo un favor no remunerado. ¿Será que la marca es el fundamento de un nuevo feudalismo laboral?
También, y lo enlazo con el punto 1, podemos observar cómo las certificaciones y titulaciones orientadas, según dicen, a proteger la profesión. Y lo que hacen es suministrar marca a quien no la tiene, lo cual comportará que esas personas van a hacer publicidad y, con ello, encarecer y poner por las nubes los precios de dichas certificaciones.

Esta claro que las marcas personales no deberían ocupar más espacio que el de las habilidades, competencias y aportaciones reales que dicen tener.

sábado, 25 de agosto de 2012

La nueva cultura del mercenariado

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La reinvención del trabajo y el futuro del freelance.

Llevo trabajando por cuenta propia desde el final de la década de los 80. Excepto un breve lapso de tres años, entre el 2003 y el 2006, que me sirvió para hacer tabla rasa y volver a empezar, llevo 30 años sin el paraguas que da cobijo a quien trabaja por cuenta ajena. Ya estuve ahí durante unos años y no me sentó bien. Eso sí, tenía un sueldo que no estaba nada mal. Está claro que la seguridad del sueldo fijo no es el único valor en el que sustentar el trabajo profesional.

El trabajador que vive sin paraguas, el freelance, también denominado mercenario, es un emprendedor continuo, un empresario de su libertad, la cual pide presupuestos rigurosos. Vivimos momentos de auge en lo referente a esta figura, está claro. Unos llegan a ella por vocación; otros llegarán por necesidad, dado el actual contexto.

Aún con todo, la figura del freelance no es nueva. Hemos de tener en cuenta que el trabajo a sueldo estable ha sido un invento reciente. Lo normal ha sido trabajar, a menudo, en situaciones precarias. Sin embargo, todo hay que decirlo, hay freelances privilegiados. Su presencia es tan habitual que no nos parecen freelances, y ni mucho menos mercenarios, en parte porque son conocidos por el nombre de su oficio, usualmente de prestigio. Ahí tenemos a muchos abogados, médicos, arquitectos, diseñadores, artistas, etcétera. Estos freelances,  especialmente los adscritos a profesiones de postín, cuentan con que su profesión se ha hecho necesaria para la sociedad, y por ello nadie se libra de solicitar sus servicios en un momento u otro de su vida. Estos perfiles profesionales, freelances tradicionales, funcionan en medio de redes formadas por colegas con los que complementarse y protegerse, relaciones de conveniencia, clientes y prescriptores que les recomiendan, además de formas de publicidad muy variada. Se trata de personas muy habituadas a trabajar así. Está muy en el ADN de su cultura y costumbres. Son muy conscientes de la importancia que tiene su presencia social. Toman muy en cuenta, como se dice hoy en día, la redarquía.

Actitud funcionarial vs. Actitud Freelance.

He citado nombres de profesiones muy reconocidas. Sin embargo, y disculpen que sólo cite a unas pocas, hay muchas más: psicólogos, coaches, correctores y agentes literarios, diseñadores, lampistas, fontaneros, etcétera.

Sin embargo, a quien quisiera referirme ahora es al freelance que accede a este estatus desde una actitud funcionarial, de sueldo fijo, como es el caso de lo que ocurre en España. Se trata de personas cuya cultura no había requerido de una visibilidad, de un estar haciendo publicidad de sus servicios. Es el caso del opositor que estudia, que se presenta a exámenes y consigue una plaza. También incluyo en este grupo a quienes optan por trabajos por cuenta ajena en la empresa privada, que presentan su curriculum, que se ajustan a las funciones por las que son contratados. De alguna manera, bajo este patrón cultural están todas aquellas personas cuyas funciones podrían ser desarrolladas por cualquier otra. Se trata, pues, de quienes desarrollan tareas hasta cierto punto anónimas o impersonales.

Sin embargo, quienes acceden al estatus de freelance desde una cultura no acostumbrada a la autogestión se encuentran con situaciones que habría que tener en cuenta, tanto en lo que se refiere al conocimiento del mercado como al conocimiento de uno mismo.

Con respecto a este punto, les diré que percibo dos grandes grupos:

- El formado por personas que priorizan lo pragmático, que establecen redes de gran complicidad, son flexibles, transversales, inventivas, creativas y visionarias. Ven claramente cuáles son las necesidades sociales presentes y futuras. Además, se manejan bien con el marketing y se han ocupado de crear una marca personal que resulte tan atrayente, o más, que el servicio que ofrecen.

- Por otro lado, está la actitud poco pragmática por parte de personas que perciben su trabajo como una identidad con la que mostrarse. Nada malo en ello, de no ser por el componente emocional al cual se le da más prioridad que al pragmatismo que debe comportar la pretensión de situarse en el mercado. Con ello vengo a decir que los proyectos profesionales, la emprendeduría, por más emociones que generen, no pueden ser juguetes con los que dar de comer a la recién nacida necesidad de protagonismo. En una cultura que ha propiciado el trabajo anónimo, pasar a sentirse estrella puede desnortar a más de uno. Con ello quiero advertir del peligro consistente en permanecer enamorado del ideal de imagen que se quiere transmitir o de los propios proyectos.

También percibo en este grupo una desconexión o falta de visión con respecto a las necesidades del entorno acerca de los servicios que podrían prestar. Cada uno, acaso por la necesidad de encontrar un lugar, no llega a percibir claramente lo que la comunidad le pide o necesita. Las personas de este grupo, tanto o más que la formación o valor añadido con el que presentarse, deberán aprender a captar e interiorizar las necesidades que perciban del mercado en el que pretendan situarse.
Otro factor a tener en cuenta, y muy relacionado con lo anterior, es la falta de cultura de equipo, el excesivo individualismo. Ya saben, el choque entre las viejas mentalidades y las que ahora se requieren. El trabajador del futuro formará equipo con otros y con la sociedad, de quienes deberá acostumbrarse a aceptar su feedback si no quiere perecer.

Está claro que la actitud funcionarial está en las antípodas de la actitud que conviene tener como freelance.

Ah, y a todo lo dicho habría que añadir el temor a la exclusión social que no sólo afecta a colectivos obvios, sino que puede cernirse por profesionales de valor cuya actitud no acaba de encajar en las nuevas normas del mercenariado que nos están viniendo encima, en gran parte dadas por el clima de crisis e incertidumbre que nos acompaña.

La futura organización feudal del trabajo.

Sin embargo, permítanme que les diga que el futuro del trabajo ni será el convencional, obviamente que no, ni tampoco el freelance-que-trabaja-independiente. Si cada uno de los  freelances-que-trabajan-independientes trata de ocupar espacio en el mercado, y cada uno va a lo suyo, está claro que el mercado se va a saturar. De ahí que el trabajo y los freelances deban pasar por una etapa de atomización. Y hasta es posible que los freelances lleguen a ser cada vez menos mercenarios -o que lo sean de manera corporativa- una vez finalice la actual etapa de eclosión. Pasaremos del mercenariado al vasallaje.
Así, pues, el futuro son los gangs, los trusts, los clusters, las redarquías, los multiniveles, las pirámides, las mafias, los blindajes o las feudalizaciones orientadas a controlar el espacio a ocupar. De hecho, ya lo estamos viendo, se están produciendo fenómenos curiosos como, por ejemplo, el despuntar de nuevas familias de profesionales o señoríos feudales, con vasallos, esclavos de nuevo cuño, etcétera. Lo más chocante es ver cómo profesionales que dicen estar a la vanguardia de la nueva conciencia estén, por decirlo en pocas palabras, gestionando su posición social de modo feudal. Motivos de izquierdas defendidos con intenciones de derechas.

La revolución laboral y el futuro del trabajo.

Cierro el post con un apunte.

Hasta los años 80, la creación de empleo vinculado a la industria fue creciendo. A partir de esa década este crecimiento se encuentra detenido y a la baja. Sólo se ha creado empleo desde el sector público. Esto quiere decir que la bonanza laboral de las últimas décadas, exceptuando el periodo de larga crisis en el que estamos, ha venido dada por el aumento de la disponibilidad de puestos de trabajo en instituciones y en el sector servicios y por el creación de empleos derivados de la inversión hecha con dinero público. Como las tres curvas de los ritmos de la economía van a estar yendo a la baja durante largo tiempo, podemos asegurar que la generación de trabajo también disminuirá. Y si a ello le añadimos el papel que juegan las tecnologías, ya podemos visualizar que el trabajo convencional va a quedar muy reducido. Y, más aún, los tijeretazos y recortes presupuestarios que aplican las instituciones va a agravar este hecho, lo cual augura una proliferación de freelances, con todo lo que comporta.

El efecto futuro de la crisis es su verdadera causa.

De acuerdo a lo expuesto, es posible prever que se va a producir una revolución laboral y que se va a convertir en la auténtica causa de eso que llaman crisis, la cual hasta ahora se la había estando explicando desde términos exclusivamente económicos. Ello quiere decir que si la historia reciente ha sido escrita por los economistas, el futuro próximo lo va a ser por los trabajadores. Sin embargo, y atentos debemos estar, dado que el trabajo se ha desconvencionalizado, esta revolución no estará fundamentada en nuevas normas o decretos. Más bien el cambio será creativo y discreto, con un ingenio que vendrá dado tanto por el talento y la inventiva como por la necesidad, la protección y la solidaridad entre trabajadores... aunque es posible que las luchas por hacerse con un pedazo del escaso pastel nos lleve a ver fenómenos chocantes y contradictorios.

Nota:
La argumentación astrológica ya ha sido expuesta en otros posts como, por ejemplo, este:
El cerrojo de Capricornio