domingo, 10 de mayo de 2020

2020: El Año de la Máscara


Para empezar, les diré que este escrito se enlaza con los anteriores que escribí más recientemente, en especial con este: La Gran Trampa del 2020, que publiqué en este blog en octubre del 2019.

Uno.
El sistema en que vivimos tiene mucho de gran trampa, y no por lo que ahora ocurre, sino porque la sociedad, en cuanto a las instituciones con que es gobernada, tiene mucho de estafa piramidal. Me explicaré: hay estafas cometidas que sabemos que lo son porque tienen explicación. Es decir: alguien nos engaña y lo creemos, hasta que, a partir de cierto momento, nos percatamos de que nos ha engañado. Y es entonces que le encontramos una explicación, un relato. Nos enfadamos, nos explicamos, nos alzamos y clamamos justicia. En cambio, hay estafas que no sabemos que lo son, debido a que son tan antiguas y cotidianas. Son tan antiguas, que han pasado de padres a hijos sin que nadie se haya parado a pensar en ello, de tan normal que nos parecen. Debido a ello, no nos alzamos. Por ejemplo, la autoridad, o aquello que ante nosotros está investido de autoridad. Si nos paramos a pensar, deberíamos preguntarnos por qué pagamos impuestos. Se dice que los impuestos sirven para dotar al sistema de gobierno de los servicios que el estado nos devuelve. Sin embargo, de un mucho tiempo a esta parte, el dinero parece no venir del trabajo o de la economía real, sino de un sistema financiarizado. Es decir, si los estados emiten moneda (o las macro-instituciones que supervisan y dirigen las finanzas, que determinan de cuánto dinero puede disponer cada estado, a través de sucesivas flexibilizaciones cuantitativas), y pueden darle a la máquina de imprimir billetes, ¿por qué pagamos impuestos? La explicación que le encuentro es que el pago de impuestos es un ritual orientado a que el estado sea percibido como él pretende ser percibido. Es decir, como autoridad que coacciona el comportamiento ciudadano con pleno consentimiento. Esta coacción es la que mantiene la forma de la pirámide social.
La conjunción entre Saturno y Plutón que tuvimos a principios de este año está muy relacionada con ello. Es decir, la combinación entre Saturno y Plutón está muy relacionada con la estafa ancestral, aquella que forma parte de lo que se consiente inconscientemente. Y la conjunción entre Júpiter y Plutón, en cambio, está relacionada con la sospecha de estafa o engaño, al cual, más tarde o más temprano, se le encontrará una explicación.
La combinación entre Júpiter y Plutón está asociada al enfado debido al engaño. Y la combinación entre Saturno y Plutón, por contra, trata de un relato en el que el consentimiento inconsciente hace que no nos demos cuenta de la perversión del sistema de gobernanza social que lo invade todo. Al no darnos cuenta, no respondemos, no nos alzamos.

Dos.
La conjunción entre Saturno y Plutón que tuvimos a principios de año (y que aún tendremos durante el resto de lo que queda, especialmente en noviembre, cuando esta conjunción se vuelva triple) abre un ciclo cuyo nombre aún no sabemos cuál será. El anterior ciclo, el que fue iniciado por la conjunción de 1982, estuvo asociado al neoliberalismo, un modo económico y social que consistió en la supuesta des-regulación de la economía. Recordemos que esta conjunción acompañó a las decisiones de la era Reagan-Thatcher. Sin embargo, aún con la des-regulación, que supuestamente produjo la entrega de empresas públicas a capital privado, no hizo que el estado decreciera. Me pregunto yo para qué tanto estado, si, según el relato que ha dominado, el mercado se ha hecho con casi todo lo que estaba en manos de las instituciones públicas. Una prueba de esta incongruencia perversa es que los estados no solo no decrecieron sino que aumentaron su presencia a través del cobro de impuestos. Me pregunto cómo es que los estados, liberados de empresas que fueron traspasadas a capital privado, han seguido cobrando tanto o más impuestos que en tiempos anteriores. La gran estafa, relatada a través de eufemismos sistemáticos que creemos literalmente, se las ingenia para seguir engañando al ciudadano. Y lo hace a través de relatos que nos inculcan sin que haya respuesta por nuestra parte, pues el ciudadano no se percata de lo perverso que es todo.

Tres.
La conjunción entre Saturno y Plutón que tuvimos a principios de año coincidió con un doble evento. Digo doble porque intuyo que van juntos, y no solo por coincidencia en el tiempo sino por una relación que intuyo totalmente imbricada. En los meses inmediatamente anteriores, durante el último trimestre de 2019, se produjo el evento 201 -el famoso ensayo-simulacro de la pandemia que había de venir-, a la par que el impeachment contra Donald Trump se iba calentando. Cuando al iniciarse el 2020 vimos que el impeachment fue un fracaso, justo después, y en casi total coincidencia, se desató la actual proliferación del virus. Si ambas cosas pueden tener relación, y yo creo que la tienen, y mucho, deberemos prestar atención al próximo noviembre, fecha en que se produce la triple conjunción citada anteriormente, a la vez que está fijada para ese mismo mes las elección presidencial en USA.

Cuatro.
Es posible que Marx tuviera razón: que para que el proletariado llegara a triunfar, primero debía hacerlo la burguesía. Pues bien, poniéndole metáfora a la ecuación, el virus que nos afecta puede ser el equivalente al proletariado. Y si el virus es el proletariado, ¿quién puede ser la burguesía? La burguesía puede ser la clase media, hoy degradada por la crisis financiera que arrastramos desde el 2008. Una clase media que se aburguesó y que ahora debe salir del sueño. Es decir, como ya ocurrió en la revolución rusa, en que la revolución que se hacía en nombre del proletariado dio lugar a la dictadura de una minoría. Y ahora estamos en las mismas: la pandemia servirá para que el mundo sea gobernado por una minoría plutocrática, que usará al virus del mismo modo que los bolcheviques utilizaron al proletariado para sus fines.
Todo aquello que los ciudadanos no han osado hacer, y ni tan siquiera los estados hasta ahora, lo hará el virus, que será adoptado como excusa para una tormenta perfecta, la cual irá mostrando sus fragancias de aquí a noviembre como mínimo.

Cinco.
El nuevo ciclo, el que surge de la conjunción entre Saturno y Plutón en Capricornio, será pro estatalista. Al menos eso indica el tercer decanato de Capricornio. Los estados y las instituciones de gobierno redoblarán sus pretensiones de protagonismo. La cuestión es si estos estados podrán dirigir la economía, recuperando las atribuciones que fueron transferidas a los mercados durante el ciclo anterior, o si bien seguirán siendo igual de vacíos, camuflando sus debilidades con super-regulaciones que afectarán más a los ciudadanos que a las corporaciones, renovando la estafa institucional de la cual hablé al principio del artículo.

Seis.
En la China de Mao, e incluso antes, se produjeron sacrificios humanos promovidos por los gobernantes. Entre la década de los años 50 y 60 acaeció la gran hambruna, primero, y la revolución cultural, después. Ambas causaron fuertes mortandades. China, y otros países, han practicado los sacrificios humanos periódicamente. Incluso ahora, los ciudadanos de casi todos los países estamos siendo sacrificados con un virus como excusa. La actual pandemia dará lugar a una revolución cultural.

Siete.
A diferencia de los países protestantes, en que el trabajo es el factor de progreso que legitima el avance económico y social de las personas, en los países de matriz católica, en cambio, la confianza en la providencia es un elemento importante. Lo es tanto, que ni nos damos cuenta. En estos países se espera de la providencia que traiga la solución a los problemas. Una prueba de ello es que Italia y España son de los países en que las personas más gastan en loterías y juegos de azar. La confianza en la providencia es lo que hace que las grandes estafas abunden como lo hacen. Por cierto, el idioma español es de los más hablados y leídos del mundo. Pues bien, hay un libro llamado Planeta Ponzi, que explica cómo funciona el mundo en cuanto a estafas piramidales de todo tipo. Este libro no se ha traducido al español, y sería todo un éxito, lo cual da como para pensar que no interesa que los lectores en este idioma sepan de qué va la cosa de las estafas.

Ocho.
Con ocasión de la crisis financiera que arrancó en el 2008, y a partir de los años siguientes, se produjeron grandes recortes sociales y sanitarios, provocando protestas por parte del personal vinculado a la seguridad social. Estas protestas no pudieron revertir la situación, pues para ello el nivel de movilización hubiera debido ser más numeroso y transversal. Pero ahora, con la pandemia y la consiguiente emergencia sanitaria, el sistema piramidal médico-farmacrático ha aprovechado para adquirir relevancia.
Esto se lo digo por la siguiente razón: ¿cómo puede progresar la industria farmacéutica si las personas, con los recortes y la precarización laboral, no pueden pagarse los medicamentos? Es decir, si la amenaza de quiebra de la seguridad social amenazara con dejar de subvencionar el consumo de fármacos a los usuarios, bien habrá que hacer algo para revertir la situación. ¿Y qué mejor que una situación de emergencia, en que la pirámide médico-farmacrática está adquiriendo un feroz protagonismo, con facciones luchando entre ellas por la parte mayor del pastel? Parece un golpe de estado en toda regla, solo que esta vez no es el ejército quien lo da, como ocurrió en el siglo pasado. Hoy el ejército es médico-farmacrático, con un generalato que genera órdenes, unos mandos que las transmiten -con el apoyo de medios de comunicación que actúan como correas de transmisión de grandes oligarquías vinculadas a los grandes negocios de los laboratorios- y una tropa sacrificada que las ejecuta. Una tropa, por cierto, que despierta nuestra admiración en estos días pandemoníacos.