El post anterior concluía con una gran contradicción. A saber: los políticos siguen insistiendo en que son ellos quienes proponen las soluciones. Insisten porque mercadean con ellas, con los problemas, con nuestras vidas, con nuestros ideales, con nuestras necesidades. Vivimos en un mundo solucionista ante problemas sin solución. Y los solucionistas son mercaderes. Hay mercaderes políticos, mercaderes espirituales, mercaderes médicos, mercaderes analógicos, mercaderes digitales, mercaderes exotéricos, mercaderes esotéricos, etcétera. Sin embargo, deberíamos entender que lo que generará la solución es una suma compleja de factores, pues los problemas también se generaron así. Pero, claro, el humano, que pretende un mundo ordenado y bajo el reino de la razón, idealiza las soluciones porque se idealiza a si mismo e idealiza sus capacidades y su propia existencia (de espaldas a la naturaleza intrínseca de las cosas). Y de esta idealización surgen numerosas profesiones, y todas pretenden solucionar reduciendo y categorizando los problemas a la medida de los intereses de esos profesionales. El fracaso humano da de comer a muchas bocas, lo cual indica que gran parte del solucionismo fomenta los problemas que pretende solucionar. Y ninguno de esos mercaderes consiente que el ciudadano pueda llegar a soluciones sin pasar por ellos. Si esos mediadores-mercaderes se retiraran, nuestras vidas cambiarían definitivamente, pues ello nos obligaría a relacionarnos entre nosotros de una manera más comprometida y consciente. Y para ello, para saltarnos la influencia de semejantes mercaderes, deberíamos confrontarnos con nuestra naturaleza depredadora. Pero, claro, si ellos desaparecieran, el sistema caería definitivamente, pues los mercaderes se aprovechan de las contradicciones, incluso las fomentan con plena conciencia. Y eso es algo que afecta a todas las profesiones que ofrecen mediación, como, por ejemplo, la política. La política es la burocracia de la democracia, un cáncer en expansión que acabará con ella.
El caso es que me propongo hablarles en este escrito de la cuadratura entre Júpiter y Neptuno, que nos irá azotando a lo largo de este año. Esta cuadratura exacerbará (ya lo está haciendo) las contradicciones, que son como plagas sociales que surgen por doquier. Les propongo unos ejemplos:
- A parte de la alocución de Juan Carlos I, de la cual hablé en la conclusión del post anterior, las contradicciones nos van a ir asaltando en el camino de maneras muy variadas. Aquí van unas perlas:
- Un médico independentista, por tanto favorable al derecho a decidir de los catalanes, forma parte de la cruzada de médicos que abogan por eliminar la homeopatía del mapa. Es decir, derecho a decidir en unas cosas pero no en otras.
- Un editor de revistas, favorable a las medicinas alternativas, reniega furibundamente del derecho a decidir de los catalanes.
- En relación al conflicto del taxi: hasta no hace mucho las emisoras de radio se declaraban encantadas con los taxistas, pues los consideraban fieles transmisores de sus intereses. Sin embargo, ahora se ponen de acuerdo en defender la libre competencia (en relación a las empresas VTC), despotricando de los taxistas en huelga. Me pregunto yo qué les hace ahora, precisamente ahora, defender los intereses de la libertad de empresa.
- Hay partidos que abrazan el ideal nacionalista hispano, como Vox, C's o el PP, pero, mira por dónde, defienden el liberalismo en lo económico. Eso mismo se podría aplicar al resto de partidos, incluso a los que defienden la independencia de Catalunya. ¿Alguien entiende por qué son estatistas patriotas en lo emocional pero no en lo económico? ¿Y cómo es que, mientras babean con la palabra España, se pongan a defender a las empresas VTC?
- El caso de Demos, próximo a Vox, que aspira a que España vuelva a ser el faro de la civilización cristiano-católica de habla hispana, como si si fuera posible volver a épocas pretendidamente gloriosas. Y yo me pregunto: ¿cómo es posible que España pueda volver a ser el faro del mundo, si la gestión del conflicto en Venezuela por parte del gobierno español es como está siendo? De vergüenza ajena, vamos.
- El gobierno español, que propone un plazo de 8 días para que Nicolás Maduro convoque elecciones: ¿pero cómo es posible que el gobierno proponga algo así después de no haber reconocido a Nicolás Maduro como gobernante legítimo (en el 2013, si no recuerdo mal)?
- ¿Y cómo es posible que el actual gobierno español exija a Nicolás Maduro que convoque elecciones libres, si mientras tanto en España dicho partido está en minoría? ¿No debería Pedro Sánchez convocar elecciones inmediatamente?
- El caso de la ex-atleta Ruth Beitia, que acaba de dimitir como candidata del PP, que proclama su amor por los animales a la par que dice que es taurina. Luego supimos que el taurino es su padre, y por eso a Ruth le encanta ir a presenciar corridas de toros. ¿Es que no se da cuenta de semejante incongruencia? ¿No deberían los personajes públicos los que más debieran esforzarse en parecer congruentes?
El caso es que Júpiter, a través de sus aspectos, pone luz sobre tanta incongruencia. ¿Y cómo lo hace?: pues llevándonos a escenificar nuestra propia incongruencia de la manera más gruesa y voluminosa posible, para que todo el mundo se de cuenta. Lo lamentable es que ni con lo grueso nos damos cuenta de semejantes barbaridades. Y en el caso de la actual cuadratura con Neptuno, el asunto gira en torno a anhelos inconscientes, que saltan a la superficie en forma de delirios espirituales. Tengamos en cuenta que la finalidad del delirio es la decepción. Por consiguiente, la cuadratura nos irá llevando, durante todo el 2019, a escenificar la decepción en relación a los mediadores que trafican con nuestras expectativas . Y hasta es posible que esta decepción sea lo mejor que nos pueda pasar, para que aprendamos a gestionarnos como colectivo a partir de causas concretas.
Y como Júpiter también guarda relación con el imperio (y con las ínfulas imperialistas), iremos viendo cómo esas ínfulas se convierten en ridículo total. Recordemos que los imperios se expanden para poder defender a la élite. El pueblo no tiene ninguna importancia, aunque se alinee emocionalmente con el ideal imperial que proponen sus gobernantes. ¿Cómo es posible que el ciudadano mondo y lirondo se ponga a apoyar a la élite que le fagocitará? Otra incongruencia más, y de las gruesas. El estado-nación, para poder garantizar su supervivencia, necesita aspirar a imperio. El ejemplo más actual y más claro es Rusia, además de España, que aspira a reverdecer su viejo imperio, para mayor gusto de la élite gobernante (o aspirante a gobernar). Para poder preservar sus intereses, una nación requiere seguir desarrollándose como imperio, prometiendo a la ciudadanía propia momentos de gloria. Promesas que irán muriendo sin haberse cumplido, pues no había intención de cumplirlas. Ya veremos como irán surgiendo aspirantes a Napoleón.
Por tanto, lo que más claramente vamos a ir presenciando durante una buena temporada es el fracaso de la política. ¿Qué es que no era un fracaso desde hace años? Pues sí, pero lo del 2019 será de record Guiness.
En España, en Catalunya, en Europa, y en el resto del mundo, iremos viendo cómo la política fracasa una y otra vez. Las movilizaciones sociales serán la consecuencia de ese fracaso. Y será la intensidad de tales movilizaciones las que obren, en la medida en que serán llevadas por las fuerzas del inconsciente colectivo, y abran vía.
En el tema que afecta a la relación entre Catalunya y España, y viendo que la política está haciendo aguas por todos sitios, sólo podrá encontrar la vía cuando la ciudadanía se desmarque de los partidos. Será la única manera de mantener la congruencia, pues la razón de ser de los partidos es favorecer a una élite a partir de fomentar la división en el pueblo. Por consiguiente, debe ser la ciudadanía la que se reivindique ante el afán monopolístico-solucionista de los partidos. Y si no es capaz de soltarse de semejante influencia, es que no está a la altura de los ideales que dice defender.
El aspecto entre Júpiter y Neptuno suele estar relacionado con el cáncer. En concreto, con el cáncer linfático. Atención, pues, quienes tengan antecedentes familiares relacionados con esa enfermedad. Y si tomamos este cáncer como metáfora social, veríamos que cada partido político es un tumor que busca hacer metástasis succionando la energía de la ciudadanía. Los partidos políticos son el cáncer de la democracia... y son los que están acabando con ella.
Y si el cáncer porta un mensaje oculto, sería algo así como la tendencia a renunciar a si mismo a cambio de nada. Si lo llevamos a lo social, este cáncer lo percibiríamos en una ciudadanía que renuncia a si misma entregando su alma a los partidos políticos a cambio de nada. Esperemos que esta cuadratura suponga una reacción que lleve a que la ciudadanía se empodere frente a los intereses mezquinos de los partidos políticos.
Conclusión:
Ante tales despropósitos, y mientras no encontremos un recambio profundo y realista al actual sistema (para lo cual deberemos esperar al 2037), el humor nos puede ayudar a sobrellevar la carga y el ridículo. Les recomiendo que escuchen las palabras de Ignatius, un humorista que es filósofo. Habla claro como el agua. ¡¡ Y además es jupiteriano total !! ¡¡ Ah, y dicho sea de paso, también lo es Nicolás Maduro !! Si les apetece, vayan al siguiente enlace: ¡ Es el mercado, amigo !