Los Meridianos de la Historia
Jesús Gabriel Gutiérrez
Los ciclos están de moda. Suele ocurrir que en
situaciones de crisis buscamos establecer alguna analogía con sucesos
semejantes ya superados, a la espera de encontrar en ellos alguna respuesta. Se
tomó conciencia de los ciclos como consecuencia de la crisis de 1929, con la
cual se establecen comparaciones con la actual. Sin embargo, la ciencia de los
ciclos no es un invento reciente. Las diferentes tradiciones los han tenido en
cuenta: la ciclología occidental, la cultura maya, la medicina china, etcétera
Los
ciclos nos sirven para enlazar y comprender etapas históricas separadas en el
tiempo pero unidas en el significado, como hilos trenzados que formaran un
mismo tejido. Los ciclos son los meridianos de la historia.
La Cronosfera y el carácter del tiempo
Cada época tiene su medida, su química, su carácter.
Las hay inventivas, creativas, aguerridas, pacíficas, revueltas, caóticas,
armoniosas, enfermizas. Cada una de ellas, como si se tratara de un espejo
biológico de múltiples facetas, pone en danza esas mismas características en
las personas. Podríamos decir que la historia del mundo y la historia
particular de las personas están entrelazadas mediante hebras o trazas que
tanto están en lo individual como en lo colectivo. Eso nos lleva a entender que
en el gran athanor de la historia, lo que va ocurriendo contiene en su misma
sustancia el pasado, el presente y el futuro. En otras palabras, lo que
diferencia a una época de otra, estando compuestas por los mismos rasgos,
reside en el protagonismo que uno ejerce sobre los demás. Un baile de rasgos
hace que en momentos determinados la guerra o la paz, el caos o el orden, lo
sano o lo enfermizo, vayan sucediéndose cíclicamente.
La historia es como un gran reloj que ha ido marcando
los tiempos. Cada aguja, y tiene muchas, representa un rasgo, un tipo de
eventos, una velocidad determinada. Hay momentos que alguna de ellas se
encuentra con otra en un mismo punto y coincide con que en el mundo está
ocurriendo algo especial, un punto de inflexión que afecta por igual a
colectivos, organizaciones, personas, familias, empresas y países.
La ciencia que estudia este reloj es la astrología,
una disciplina muy mal comprendida y denostada por las clasificaciones,
desgajes y exilios cognitivos surgidos como consecuencia de la adopción del
cartesianismo racionalista. Sin embargo, y justo es decirlo, gran parte de sus
postulados son encarnados actualmente por la física cuántica y las
neurociencias. Una misma información está aquí y allí, dentro y fuera, cerca y
lejos, arriba y abajo. Vivimos en un mundo espejo en el que el reloj de
múltiples agujas – el sistema solar- rige tanto el tiempo macro como el tiempo
micro. El cosmos es un territorio neuronal en el que estrellas, planetas,
satélites, órganos y células interactúan sin cesar en un plasma que nos vincula
con el Todo. El universo fractal en acción.
La ciencia de los ciclos
La astrología es la ciencia de los ciclos, la cual,
por otro lado, conlleva un sistema de trabajo que sólo se puede entender si se
pone uno en ello. Hay quienes percibirán en ella una creencia, un arte
conjetural o, incluso, una ciencia que puede dar lugar a que con ella se hagan
estadísticas, como, por ejemplo, es el caso de los brokers y analistas de
bolsa; o se hagan estudios de prospectiva, como es el caso de algún economista
al que conocí en un congreso de astrólogos, mucho antes de publicar un libro
que lo ha hecho famoso.
Sin embargo, a mi entender, lo mejor lo trae el
entrenamiento que se genera al estudiarla. Acostumbrarse a transversalizar
datos -relacionar unos eventos con otros, considerar los diferentes ciclos,
etcétera- te va llevando a percibir que la realidad está llena de símbolos que
interactúan con la realidad concreta, lo cual nos aporta una conciencia acerca
de esta implicación y de hasta qué punto hay una influencia cuyas trazas se
dejan ver en el carácter de eventos, personas y organizaciones.
Para quien no conozca cómo funciona, lo más que se
suele saber de la práctica astrológica es la que se deriva de la interpretación
de un mapa astral individual basado en la fecha de nacimiento… y poca cosa más.
Empresas y países también tienen su mapa natal, y es interesante constatar cómo
hay patrones que se repiten en esos mismos mapas. Un mismo comportamiento puede
constatarse en una persona, en una empresa o en un país. Esa repetición hace
que las consecuencias proliferen, buenas o malas, en función de lo armonioso o
inarmonioso del comportamiento, dando lugar a resonancias curiosas.
Sin embargo, más allá de la interpretación puntual de
un mapa natal, hay que entender que la astrología es la ciencia de los ciclos,
lo cual puede hacerla especialmente útil cuando el alquimista –el consultor-
también es economista, historiador, sociólogo, politólogo, experto en
prospectiva o coach sistémico.
Los meridianos de la historia
Si las piezas del carácter estuvieran formadas por
partículas, tanto lo estarían en las personas como en las empresas, en la
sociedad, en el planeta, en la cosmosfera, en el cuerpo humano o flotando en el
agua. Estas partículas, trazas resonantes, danzan con un vaivén cíclico. Y cada
ciclo, y hay unos cuantos, como si se tratara de un meridiano de acupuntura,
tiene momentos en los que toma protagonismo. Es entonces que en la sociedad y
en los comportamientos colectivos se producen eventos que reflejan ese carácter
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