Una aclaración personal.
Aprovecharé para dar a conocer mi posición personal al respecto. No estoy a favor ni en contra de nada. En los últimos tiempos, y a resultas de unas intervenciones en programas de radio en los que auguraba el pronto inicio de un proceso conducente a la independencia de Catalunya, he recibido avisos por parte de sectores españolistas, como si fuera yo la causa de la futura desmembración del estado español. Como dije al principio, no estoy ni a favor ni en contra de nada. Tan sólo describo una realidad. No escribo desde la coacción de ninguna ideología o creencia.
Todo empezó con la petición de un cliente.
Todo estos augurios vienen como consecuencia de una petición de un cliente, una persona muy significada en el ámbito político catalán. Tal petición giraba en torno al diseño de un escenario de futuro en relación a una hipotética toma de decisiones al respecto de la independencia. En concreto, se planteaba qué pasos había que dar y en qué orden.
El caso es que me puse manos a la obra y propuse unas fechas, las cuales han quedado reflejadas en esos programas de radio -Boira, en Onda Cero; Misteris, de Rac1; y, más recientemente, en RNE-Radio4, en el programa de Miquel Murga- y en determinadas entradas de este blog. Si un cliente de otra ideología me hubiese planteado, por ejemplo, acerca del futuro organizativo del estado español, yo me habría puesto sobre ello tal y como he hecho con el caso antes aludido.
Mi posicionamiento profesional, en relación a cualquier solicitud que alguien me haga, es ofrecer una opinión neutral y constructiva. En el caso de la relación entre Catalunya y España lo que he hecho es estudiar los meridianos históricos que afectan a tal relación y los he relacionado con los ciclos astrológicos con los establecen resonancia. Una vez observada una sinergia clara lo que hice es trazar una hipótesis de futuro como si se tratara de una prolongación de lo que ha venido sucediendo hasta ahora. Ese es mi trabajo y me debo a él con toda la neutralidad de la que soy capaz. La independencia de Catalunya a mi, que no tengo potestad para gobernar, ni me va ni me viene. Entiendo que hay muchos factores emocionales en juego que afectan a gran parte de la población. Sin embargo, el fenómeno en si, si lo miramos bien, va a afectar a una minoría. Es como si me preguntaran sobre si el Barça va a ganar la liga. Si la gana o la pierde, sólo una minoría a ganar o a perder con ello. Para el resto, para una inmensa mayoría, la única repercusión es emocional. Mientras tanto, la vida seguirá más o menos igual para unos y otros. Si el Barça gana o pierde, sólo una minoría muy concreta y contada va a ganar o a perder realmente: quienes se ganan la vida y hacen negocio con ello. Y nada más. En el caso de la independencia de Catalunya, idem de idem.
Digo idem de idem, en principio, claro. En realidad, un proceso de independencia que afectara a la identidad de lo que todavía es el estado español va a dar lugar a un periodo de enfrentamiento que nos va afectar a todos. El pueblo va a ser utilizado por unos y por otros de muchas maneras. Una guerra fría está ya en marcha y su resultado será la desmembración. En realidad, todas las partes, independentistas y dependentistas, están poniendo toda la leña en el fuego.
En una economía global, el significado que tiene una independencia no puede ser el mismo que antes de eso que llaman globalización. Y más cuando el futuro de la Unión Europea pasa por la fiscalización de cada estado. Ello quiere decir que las soberanías locales la van a ir cediendo, y por eso pasa lo que está pasando, con lo cual la consecución de una independencia no puede tener la misma forma y fondo que en otras etapas históricas.
Los acontecimientos vienen con el pan bajo el brazo
Y ahora, aprovechando que estamos aquí, les diré que este proceso no llegará solito. La danza en la que estamos viene dada por la crisis de identidad y liderazgo en Europa, por su declive, por una reinvención que afectará a las relaciones internas de cada país. Ah, y también, porque la institución monárquica ha entrado en el periodo de caducidad. Una cosa va con la otra, lo cual es algo que todos, independentistas y dependentistas, pueden constatar.
Por cierto, la petición inicial de mi cliente incorporaba otras preguntas relacionadas con cómo evitar la pérdida de credibilidad del pueblo con respecto a la clase política en relación al tema motivo de la consulta. Dicho de otro modo: cuándo tomar decisiones de tal manera que la congruencia no decayera más de lo que está en este momento.
Mi contestación fue que el mejor año para la consecuención de la independencia habría que situarlo a partir del 2020 (no antes), y que el referendum vinculante habría que hacerlo con tiempo, en torno al periodo que va del 2013 al primer trimestre del 2015. A parte de disponer de tiempo para hacer la transición, hay una razón muy sencilla y de peso: si el referendum se hace más tarde, y cuanto más tarde, peor, la confianza del pueblo en la coherencia de los políticos iría bajando peligrosamente.
MI función, y para esto me contratan, es desvelar la deriva de los acontecimientos. Nunca me interesó la predicción literal de los acontecimientos. Mi apuesta es por los significados que portan bajo el brazo. Y con respecto al proceso de deconstrucción del estado español, tan sólo me limito a describir dicha deriva. Mi profundo respeto hacia quien prefiere mantener las vendas puestas en los ojos.
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