Si no has tomado el poder que te corresponde, tu signo solar es sólo una reacción, una neurosis, una fijación, un sufrimiento, Sísifo empujando una piedra.
El mito de Sísifo y las 12
piedras neuróticas.
Una interpretación libérrima.
x Jesús Gabriel, un astrólogo de Barcelona.
No me
deja de sorprender la lectura del mito de Sísifo. Trata de las neurosis
humanas, sólo que explicadas de tal
manera que pocos se reconocen ellas, de tan profundas e insondables que son.
Cuenta la
leyenda que Sísifo desafió a los dioses, ya sea desvelando secretos, ya sea porque
robaba, y por ello fue castigado. En realidad, la violación de un secreto -la manipulación genética, por ejemplo- o la depredación de la naturaleza -un robo constante- forman parte del
modo de vida humano. Así, pues, Sísifo somos nosotros y nuestra cultura, la vorágine de un subir y bajar sin fin, un conjunto de castigos
que cada cual sobrelleva con un estilo propio.
El castigo de Sísifo.
El
castigo con el que se le penalizó consistía en empujar una enorme piedra subiéndola por la ladera de una montaña hasta dejarla en la cumbre. Sin embargo, una vez llegado
a la meta, la piedra se le escapa y acaba cayendo ladera abajo, con lo que debía repetir la acción una y otra vez.
Sísifo es el sufrimiento inútil, el esfuerzo en vano, el
sinsentido, la imposibilidad de abandonar lo estéril; el esfuerzo del que uno
no puede soltarse, más que nada porque se trata de
algo inconsciente o innominado.
La
sociedad de consumo ha abusado de esta innominación, de nuestra propia
ignorancia. Nos ha encandilado con una recompensa que no llega o, si llega, no
satisface ni justifica los hechos. Los ingredientes que alimentan y camuflan la
presencia del Sísifo interior pueden ser, por
ejemplo, el delirio propio humano, que no cesa de engañarse con estímulos orientados a edulcorar
su vacío y su miedo al sinsentido; la
religión, las creencias, las
supersticiones, la ciencia misma, que promete llegar a lo insondable; la
publicidad y las promesas de satisfacción y realización personal; los espectáculos, que aseguran emociones
fuertes ya conocidas y vividas una y otra vez; el deporte y la competición, que sirven para que una rueda de triunfos efímeros nos mantengan dopados de ese mismo sinsentido.
Como
todas las neurosis, la piedra de Sísifo puede ser heredada.
Aunque bien es cierto que un episodio de la propia biografía o una actitud determinada pueden actuar como detonantes,
poniendo de relieve e intensificando y particulizando sus efectos.
La piedra
que estás subiendo puede ser la misma
que alguien antes de ti empezó a subir y dejó caer una y otra vez. Incluso, para tapar el sinsentido, es
posible que estés haciendo como que ofreces el
arrastre de la piedra a una hipotética causa, o haciendo eso que
haces en honor a alguien que nunca podrá corroborar si ello le honra y
le sirve para algo.
Es
posible que la carga de esa piedra, una y otra vez levantada, empiece a ser
vivida con gusto. Y hasta es posible que la vivencia de este hecho sea el
motivo por el que estás aquí. Si es así, si no te das cuenta del
sinsentido, es posible que hayas asimilado la neurosis y la hayas convertido en
tu propósito, y que hayas dejado fuera
de realización el talento inconsciente que
venías a desarrollar. Entonces, el
esfuerzo consciente, el castigo de tu Sísifo interior, que te daría la posibilidad de desprogramarte, al ser confundido con
un objetivo genuino te lleva a un sinsentido sin identificar. En otras
palabras: si el esfuerzo que estás haciendo para mantener en
pie una neurosis sigue pasándosete desapercibido, es muy
posible que actúes para el arrastre de la
piedra, que tu vida esté siendo justamente eso y nada
más.
Las 12 piedras neuróticas.
Algunas
posibilidades de expresión de Sísifo en la vida de las personas.
- Si
alguien te acusó o castigó por llegar tarde, es posible que ahora estés llegando cada vez más pronto. Habrá un momento en el que, si sigues llegando cada vez más pronto, lo harás con tanta antelación que al no ver a nadie pensarás que se han ido por llegar
tú tarde. Y entonces llegarás más pronto, con lo cual la
sensación es de un estrés que no te puedes quitar de encima.
- Si
alguna vez fracasaste debido a la acción; si creíste, equivocadamente o no, que la acción lo es todo y que no estabas a la altura, pensarás que habrá que poner más acción, con lo cual la propia acción se convertirá en un propósito que te hará olvidar lo que pretendías con tal acción.
- Si
alguna vez fracasaste en el uso y administración de tus recursos, seguramente
te volverás muy cuidadoso, y hasta es
posible que puedas llegar a construir un buen patrimonio, aunque ya no sepas el
por qué de toda esta atención por el ahorro.
- Si
alguna vez te estafaron, es posible que mires a los demás con el afán de conocerlos de tal manera
que tus simpatías o antipatías no nublen la realidad. Puede ocurrir que por la
desconfianza desarrollada no consigas la objetividad esperada y te vuelvan a
estafar. En eso, descubrirás cómo usar la palabra, para engañar a los que te estafan, y será tal el uso que le des que nadie confiará en ti y querrán estafarte.
- Si
alguna vez te abandonaron, es posible que hayas desarrollado una simpatía que ya nunca más pueda ser olvidada. Y es
entonces que te vuelves permisivo y condescendiente con los demás, para que no te olviden, y es entonces que te vuelven a abandonar porque
no te ocupaste de expresar claramente tus necesidades ante ellos. Y es ahí que ves cómo esa piedra ya la llevó tu padre o tu madre montaña arriba, montaña abajo.
- Si no llevaste
a la meta tus propósitos, y te valoraste a la
baja debido a ello, es posible que te vuelvas muy ambicioso, para que nunca más se te escape la oportunidad de alcanzar esas metas. Sin
embargo, habrá un momento en el que verás que el estrés no justifica dicho empeño... y aún así no puedes parar de intentarlo.
- Si un
amor no se realizó y pensaste que era debido a
algo que estaba en ti poder hacer, intentarás entregarte más y más hasta perder tu integridad y
pulverizar tus límites. Con la integridad perdida
comprobarás que el amor continúa siendo un imposible y, sin embargo, ya no puedes actuar
sin estar dándolo todo. Y es entonces que
el darlo todo se convierte en tu manera de ser: lo das todo sin saber lo que
das ni a quien se lo das.
- Si
valoras mucho la vida en pareja, y alguna vez participaste con algún comportamiento que causó infelicidad, es posible que
estés desarrollando una mirada fría. Y hasta es posible que consigas construir una vida
compartida modélica. Sin embargo, aún así te parecerá irrisorio o triste que por la perfección se pierda el gozo de la frescura y de la pasión sexual.
- Si
esperas que te valoren por tus capacidades, y un día te sentiste ridículo porque no estuviste a la altura de lo que se esperaba,
pensarás que es necesario actuar metódicamente. Sin embargo, un día verás como método se ha convertido en una jaula de la que no
puedes salir ni con la puerta abierta.
- Si
fuiste la alegría de la familia, y un día se produjo un hecho triste que tú no comprendiste, muy probablemente quieras restablecer esa
alegría con una mayor dramatización de las cualidades con las que te aplaudieron
primeramente. Sin embargo, un día descubres tu propia tristeza
en medio de la mayor ovación que te podrían dar. Y ahí ves que te has metido en un
bucle emocional complejo.
- Si
piensas que el mundo necesita cambiar y eres idealista con respecto a la posibilidad que
tenemos las personas con respecto a ello, pero ves que estamos todos dormidos,
pensarás que debes reforzar tu
activismo... hasta que un día descubres que tu propio empuje
es contraproducente. Sin embargo, ya no puedes hacer ninguna otra cosa que no
sea eso.
- Si tu
vida es contradictoria, y piensas que para atenuar tu caos necesitas de unos
principios éticos que te lleven a actuar
rectamente, es posible que adoptes una religión o filosofía estructurada que te ayude en ello. Y es entonces que te
descubrirás dogmático, tal y como percibiste a otras personas de tu entorno
familiar. Así es como te explicarás que tus contradicciones no eran otra cosa que sabotajes y
protestas contra los sinsentidos familiares. Con el dogma como piedra a
empujar, te verás en ello, empujando, como
sistema de vida que no te lleva a ningún sitio. Te puede parecer que
si dejas el dogmático comportamiento algo
negativo puede salir de ti sin control. Sin embargo, y vale la pena que lo
pienses, la verdadera negatividad es el dogma que utilizas como prótesis.
- Si las
opiniones de otras personas te hacen sentir coaccionado es posible que
prefieras empujar la piedra hasta la cumbre haciendo caso omiso de quien te
indica que ya llegaste y que es el momento de dejarla hincada. Sin embargo,
como la desconfianza por tu parte es muy grande, preferirás seguir con ello una y otra vez hasta que la piedra acabe
contigo.
- Si en
algún momento de tu infancia -en el
que querías destacar mostrando algo de
ti que otros censuraron ridiculizándote- te cerraste en ti
mismo, es posible que hayas desarrollado un comportamiento hermético o, de tan discreto, mezquino, con tal de no destacar.
Y si eso es así, es posible que la mezquindad
se haya convertido en una piedra tan pesada que incluso provocará la ridiculización de tu persona por parte de
los demás. Con lo cual pensarás que todavía te estás mostrando en exceso.
- Si
percibes que los humildes del mundo necesitan de la caridad de todos y te
postulas como apóstol del altruismo para animar
a otros a trabajar por ello, te encontrarás con que el egoísmo y la pobreza continúan en el mundo en mayor
cantidad si cabe. Sin embargo, tu dolor, tu piedra, te hará darlo todo, aún sabiendo del esfuerzo
desproporcionado, habida cuenta del funcionamiento del mundo. Acercarse a la
pobreza es acercarse al egoísmo que la provoca.
Estas son
algunas formas a través de las cuales la piedra de Sísifo puede encarnarse. Hay muchas más, tantas como personas. Cada lector podría construir las suyas, en función de sus dotes de observación. Los temas suelen ser
universales. Ejemplos de piedras de Sísifo pueden ser temas
relacionados con el dinero, el amor, la pareja, la salud y la enfermedad, la
vida y la muerte, el reconocimiento, las prisas, el estrés sin saber por qué, el querer llegar a no se
sabe dónde ni para qué, la confusión entre lo urgente y lo
importante, etcétera. También puede ser piedra de Sísifo determinados rasgos del carácter, de la personalidad, de las actitudes, que desbaratan todo intento constructivo por hacer una vida mejor. También, cómo no, las costumbres arraigadas y apergaminadas que lastran la prosperidad. Cualquier cosa que nos
preocupe sin que sepamos por qué y para qué, y nos tenga rodando a su alrededor, es una piedra que nos
identifica como Sísifos.
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