Siempre me pareció que cada religión posee carácter, como las personas, las empresas o los países, de tal manera que según cómo sea el nuestro, nos sentiremos atraidos por una determinada idea, filosofía o religión.
A las claras, el budismo está muy conectado con el carácter de dos signos: Tauro y Cáncer. Para acabar de confirmar este hecho, vemos que el actual Dalai Lama es nacido bajo la influencia de Cáncer, un signo de agua.
Cáncer, un signo que, según el vocabulario de la astrología antigua, era considerado mudo, por ser de agua.
Un signo mudo -parece un contrasentido que indique algo y no diga nada-, porque está conectado con motivaciones no conscientes o, cuanto menos, no declaradas. Sin embargo, motivos los hay, sólo que necesitan del permiso de lo que para ellos es la autoridad que les motiva a ser. En cuanto la encuentran, la acción entra en vía. A menudo, este permiso deriva en compromiso, el cual reviste una pasión por atender a los demás, por satisfacer sus necesidades emocionales. En definitiva, un compromiso por la nutrición y cuidado de los demás.
He aquí la autoridad que da brillo al potencial de las personas nacidas en este signo: profundamente empáticos, compasivos y nutridores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario