El siglo XIX contiene muchas de las claves que nos pueden servir para entender lo que va aconteciendo en el siglo XXI. Antes de proseguir, y puesto que el tiempo es continuo, pues tiene meridianos que lo recorren, relacionan y entrelazan unos eventos con otros, me gustaría poner como modelo el surgimiento del Protestantismo en el siglo XVI. Ya veremos cómo este hecho se vuelve a repetir, aunque por otras causas, en otros movimientos de la humanidad.
Como decía, en el siglo XVI surge el movimento protestante, iniciado por Calvino -la fecha clave es 3 de enero de 1521-, una importante escisión procedente de la iglesia católica. Es como si del sistema imperante surgiera una fisura por la que se escapa el germen que ramificará a extramuros del sistema. Veríamos, pues, que hay una fortificación, el catolicismo en este caso, y que fuera de ella emergen nuevos brotes que darán lugar a nuevas fortificaciones alrededor de la primera. Estas fortificaciones nuevas se van alejando unas de otras con mayor o menor distanciamiento -la ambición es separativa- en función de pugnas por obtener el predicamiento de fieles y estamentos de poder. Sería algo parecido, o igual, al modelo Big Bang propuesto por la ciencia.
Sigamos. Alrededor de 1875 surge la Teosofía -la fecha clave es 8 de septiembre de 1875-, un movimiento espiritual que aboga por un retorno a lo esencial, la ciencia esotérica. La Teosofía es, de alguna manera, el germen de lo que luego serán los movimientos espirituales y filosóficos que giran alrededor de la llamada New Age. Como se puede ver, la Teosofía supone un escape, una reivindicación de la espiritualidad a extramuros de las religiones que tenían acotado para sí en exclusiva este terreno hasta ese momento. El Big Bang, la explosión primigenia, prosigue su expansión. Los modelos sociales, políticos, idológicos, filosóficos, religiosos y espirituales parecen compartir su dinámica con la forma de operar del cosmos.
Sigamos. Por esas mismas fechas surge el modelo de empresa que conocemos hoy. Lo que antes estaba controlado por los imperios empieza a germinar a extramuros. La actividad económica y empresarial, anteriormente vinculada al emperador o al monarca, se emancipa. Es así cómo se va construyendo el mundo. Vamos viendo que en el siglo XIX el modelo cosmológico aplicado a la sociedad da muestras palpables de su existencia. En ese siglo vemos cómo la economía se ha mercantilizado plenamente, dando lugar al capitalismo que hoy conocemos. Por las ventanas de los muros que acorazaban al sistema hasta antes conocido, surgen las formas que darán lugar al sistema del futuro.
También, de esas mismas fechas, surge el modelo de ciudad que crece a extramuros de los cascos antiguos. La mayoría de derribos de las viejas murallas que constreñían las ciudades caen durante los últimos decenios del siglo XIX.
Pues bien, ahora estamos en las mismas. Del estado del bienestar, hoy en quiebra, está surgiendo otro formado por brotes que darán lugar a un modelo más expansivo. La creatividad que dio lugar a todos esos movimientos dinámicos que he tomado como ejemplo vuelve a emular el modelo Big Bang. Los relativamente pequeños muros de contención van dando lugar a otros muros más amplios. No hay vuelta atrás.
También es verdad que los movimientos expansivos y abarcativos pueden ser percibidos como amenazantes. Condición humana, la del miedo al cambio, la de la reacción ante el rompimiento de los planes por mantenerse en la pequeñez de lo seguro.
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