Vivimos tiempos excepcionales, tanto por lo difícil como por lo interesante. De un vistazo podemos ver cómo cae el viejo y carcomido sistema , al tiempo que de los serrines se empieza a construir otro.
La cultura del dinero, una oda al individualismo obnubilado con el que crecimos, dio paso a la del precariado, desde hace unos años, y ya está dando lugar a la del voluntariado. Se podrían decir aquí unas cuantas cosas al respecto. Podríamos hacer un discurso demagógico, nostálgico o conspiranoico. Y, de hacer una mínima crítica del sistema capitalista, que tampoco es mi intención, se nos escaparía la percepción de un fenómeno cursioso: la burbuja laboral.
Decía que de la cultura del precariado está saliendo otro ramal que podríamos llamar cultura del voluntariado. En efecto, junto al trabajo voluntario -con promesa o no de remuneración-, que emerge como consecuencia de la precariedad, se unen las necesidades de personas en peligro de exclusión social. Vemos ahora que, por ejemplo, colectivos de personas ofrecen o intercambian ayuda, tiempo, habilidades, servicios. Un ejemplo de ello lo representan quienen ofrecen comida cocinada a indigentes y mendigos. También, cómo no, el intercambio de servicios, los bancos del tiempo.
Pues bien, aunque el altruismo no es exclusivo de los tiempos que corren, todo ello pone encima de la mesa un tema que, de no ser por la situación descrita, nos pasaría por alto. Me refiero a si en el trabajo nos motiva más la remuneración o la ilusión por poder hacer un servicio a la comunidad. Hay quien se obstinó en la motivación debía ser la del dinero (al sistema capitalista le interesó que esta motivación estuviera siempre en primera línea). El movil económico, el sueldo, con que nos habían educado, está siendo desmentid por la auténtica vocación que hay detrás del trabajo: la realización propia al servicio de la comunidad. Esto que les cuento va a más, y más que va a ir en el futuro. Basta ya, pues, de trabajar por dinero, por éxito, por prestigio. El verdadero sentido surge cuando estos factores desaparecen y dan lugar a algo que tiene una fuerza que desafía todas las crisis. (•)
Me dirán que siempre habrá quien preferirá el lucro. Si, claro, por supuesto. Lo vemos todos los días. Aunque a estas personas no les motiva el trabajo ni el servicio a la comunidad. Y, todo hay que decirlo, los tenemos a nuestro alrededor con mucha frecuencia. Y hasta es posible que haya más de uno que utilice la fuerza del altruismo de los demás para construir algún negocio o ventaja a sus expensas.
Una conclusión a la que se puede llegar es que si el movil del trabajo es el lucro, entonces el lucro es la prisión de la realización esencial de las personas. En cambio, si el motivo es compartir e intercambiar habilidades y servicio, la realización de las personas toma fuerza y genera en el trabajador una capacidad mayor para transformar el mundo. Con ello no quiero decir que no pueda haber emolumentos percibidos por el trabajo que se realice. Lo que pongo encima de la mesa es que dejando el movil económico por detrás del de la realización a través del trabajo, escogiendo uno que nos realice y sea útil a la comunidad, somos más libres.
Les explico todo esto porque es un fragmento de la realidad que percibo a mi alrededor. Hay otras porciones que trataré de explicar, porque también las veo, en otros posts que iré escribiendo. Por ejemplo, cómo se construyen las nuevas aristocracias laborales y cómo consiguen convertir a personas de buena fe en siervos. Y hasta es posible que estas nuevas aristocracias cohabiten con el voluntariado emergente.
(•) En esta época tenemos está habiendo una conjunción Quirón-Neptuno. La última vez que se produjo coincidió con el final de la 2ª guerra mundial, una etapa durísima y muy dolorosa, en donde las personas no podían pensar en otra cosa que en construir la vida más allá de la motivación pecuniaria.
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