La individualidad en un mundo complejo.
x Jesús Gabriel, un astrólogo de Barcelona.
El sistema impide la realización prometiéndola sin parar.
La complejidad de las organizaciones y de la sociedad hace que la vida individual quede fácilmente intervenida o coaccionada por esa misma complejidad. Es por eso que muchas de las cosas que el humano persigue como realización son en realidad trampas creadas por el mismo sistema para aprovecharse de la energía de las personas. De hecho, toda la publicidad que flota en el ambiente va dirigida a intervenir en procesos que se dan naturalmente. De este modo, lo natural es absorbido por el tinglado humano, que acaba vendiéndonos lo que naturaleza nos da.
La realización personal es una falacia alimentada por el sistema, al cual no le interesa que las personas se realicen, pues vive de su no realización. Y no es que uno no se pueda realizar, es que el tinglado humano que la promete y dice facilitarla la impide. Por otro lado, la realización, si acaece, no puede ser una pretensión, pues a la que lo sea quedaría convertida en una neurosis. La realización es una consecuencia, no una pretensión. Por otro lado, es imparable e inevitable. Sólo bloqueos y fijaciones pueden impedir el proceso natural de la realización. Aún sí, no es gratis. Realizarse supone comprender cómo caemos fácilmente en esas trampas. Requiere disciplina, orden, criterio propio, fidelidad a principios y valores, y una buena capacidad discriminativa. Por tanto, la realización no es algo que haya que proclamar, celebrar, compartir, etcétera. Más bien, reservarse y vivirla discretamente, destilándola.
Las 5 falacias de autorrealización.
El sistema humano, altamente complejo, dispone de 5 vías a través de las cuales inyecta al individuo el veneno de la autorrealización y felicidad huecas.
La primera es la que estimula la persecución de la notoriedad, el éxito y el reconocimiento social. Esta vía influye mucho en la forma de relacionarnos con ese monstruo llamado sociedad. La perspectiva de reconocimiento, a parte de ser una burbuja, es usada por el sistema para explotarnos y llevarnos a hacer cosas que quizá no haríamos a poco que nos pongamos a reflexionar seriamente. Pensar en llegar a ser algo es la vía más segura de no llegar a ningún sitio y permanecer vacío y vulnerable.
La segunda es la promesa de que con trabajo duro y votos, según la religión que se profese, podremos eliminar karma negativo, como si el trabajo tuviera que tener un aliciente fuera de sí mismo. El trabajo, si se puede llamar así, no puede sostenerse en un resultado intangible o en una pretensión. Sólo puede haber resultados concretos.... y resulta que no podemos conocerlos de antemano. Por tanto, el aliciente del trabajo no puede ser el resultado. Se trabaja, no por el karma; se trabaja porque ello nos hace más conscientes y concentrados. Este podría ser el resultado: conciencia y concentración. Conciencia y concentración para evitar engaños, abordar nuevas elecciones, decisiones y capas más profundas de libertad.
La tercera son las promesas de libertad y cambio. Representan una vía que puede causar brotes de rebeldía y paranoia con respecto al poder político, económico y social en vigencia por parte de quien no lo tiene y quisiera tenerlo. El mismo sistema que preserva las castas es el mismo que provoca las rebeliones. Hay que entender que la paranoia es una forma de camuflar el propio fracaso. Linajes de poder en declive utilizan la energía popular para volverse a instalar y recuperar el trono perdido.
Esta tercera vía fomenta la proliferación del yo por encima de la conciencia colectivista que supuestamente se pretende con el cambio.
La cuarta está representada por la promesa de elevación religiosa o iluminación mística. La falacia de esta vía consiste en hacer creer que el paraiso y el cambio de conciencia puede operarse en el fácilmente corruptible mundo material. Con esta promesa se generan muchos comportamientos adictivos que lo único que hacen es camuflar la sensación de extravío y orfandad psicológica que el propio sistema genera. Esta falacia sirve para camuflar la desesperanza. Pues bien, resulta que no la habría de no ser por las promesas que el sistema engendra.
Prueba de la existencia de esta vía es el triunfo vicario, la alegría por el triunfo ajeno como si se tratase del propio. De este modo, con esa alegría se evita uno tener que luchar por alcanzarlo, lo cual le evita a uno darse cuenta de que hay una desidia de fondo por lo elemental difícil de aceptar.
La quinta se refiere a la especulación alrededor de la riqueza material como vía de felicidad y realización. Se trata de una vía que nos ha demostrado lo burbujil del entramado humano. Hay mucha publicidad orientada a prometer dinero especulativo fácil. Todos hemos visto cuáles son sus consecuencias. Una de ellas puede ser la pobreza repentina a la que viene una crisis y tambalea la endeble estructura. La otra es la obsesión, una forma de evitar reflexionar acerca de lo que es realmente posible en esta vida. Esta vía sirve para camuflar una impotencia ontológica.
Incluyo en esta vía todas las formas laicas de pretensión de elevación y obtención de conocimiento de lo real.
Incluyo en esta vía todas las formas laicas de pretensión de elevación y obtención de conocimiento de lo real.
A quien interese relacionar cada una de estas vías con un arquetipo planetario, la clave es la siguiente:
La primera, con Júpiter.
La segunda, con Saturno.
La tercera, con Urano.
La cuarta, con Neptuno.
La quinta, con Plutón.
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