Alumina y el
grado 12 de Escorpio. El sentido insatisfecho de pertenencia.
Por
lo general, como hago con todas las tomas homeopáticas, procuro no informarme
para qué sirve ni a qué perfil mental corresponde el medicamento en cuestión.
Siento que la homeopatia es un pozo sin fondo y que todo lo que hay escrito
sobre la materia médica es tan sólo la punta de un iceberg. Por eso prefiero
hacer las tomas sin dejarme condicionar. Por lo general, cada medicamento
genera una información a nivel mental.
La
mayoría de veces, cuando he hecho tomas con otros medicamentos, esta
información acaba llegando a los pocos días. Con Alumina, sin embargo, todo lo
que llega parece escaparse. Me está costando descifrar la información, que
seguro la hay. Por eso es muy posible que Alumina tenga relación con
información sutil que no quiere ser desencriptada, como si se tratara de un
registro oculto sumamente resistente a toda indagación. Posiblemente remueva
memorias profundas, complejas, viejas lealtades, viejos temores, aprehensiones
de origen desconocido, sospechas que se despiertan en relación a las supuestas
intenciones de los demás.
Sin
embargo, y ya que la información no la veía por dentro, vino desde afuera. La
respuesta a mi búsqueda llegó a través de un proceso de coaching que compartí
con dos personas que respondían al perfil de Alumina. Fruto de la pertinente
observación es que llegué a una determinada conclusión, que expongo a
continuación.
Pulsión
y propósito.
En
la persona caracterizada por Alumina hay un propósito por mantener ocultas
ciertas pulsiones, lo cual impide que se muestren claramente la nobleza de
miras de tanto ella como de las personas con quienes comparte espacio vital. Es
decir, Alumina disfraza, maquilla o suplanta determinados anhelos de encuentro
profundo con los demás. Puede hacerlo, por ejemplo, a través de formas religiosas,
espirituales, filosóficas o psicológicas. Sin embargo, el asunto reside en la
idealización de este hecho. Entiendo que en Alumina duerme el anhelo por un
mundo mejor imposible, y que esta imposibilidad, por otro lado, está encarnada
en los demás en un nivel muy profundo y abstracto. Es decir, la persona Alumina
es vulnerable a la mezquindad y egoísmo de los demás, tanto más en la medida de
su idealización. Es decir, espera un mundo sano, equilibrado y altruista que
nunca acaba de darse. Probablemente se trate de alguien que preferiría vivir
separado, aislado y protegido de las actitudes mezquinas con las que fatalmente
se encuentra (mientras sigue anhelando ese mundo mejor imposible). Por eso,
cuando Alumina trata de defenderse, maquillando la realidad, aunque sea
pensando en ese mundo mejor, fracasa. Y de ahí viene la sensación de ser
agredido. La decepción, cuando se produce, es vivida violentamente. La persona
cree que la decepción que experimenta forma parte de un propósito intencionado
por parte de los demás. O si no intencionado, teme volver a ser agredida por
quienes siente atracción. La fragilidad es alta; tanta, que uno podría sucumbir
todos los días a ella. Todos los días hay peligro de experimentar como
violación lo que es simple egoismo por parte del otro. Ante estas situaciones,
la persona Alumina oscilará entre reclamar su dignidad o vivir sumisamente ante
lo que es percibido como abuso. Y todo ello vivido con una gran violencia
interna, la cual puede afectar tanto al estado de la psique como al bienestar
físico.
El
propósito de la persona simbolizada por Alumina, más que seguir defendiéndose
sin llegar a sentirse protegida, es procurar tener claras las propias
limitaciones, pues una persona así tiende a vivir más en los demás que en sí
misma. Así, pues, el drama de Alumina es no poder vivir una relación con otra
persona en la que ver reflejados y satisfechos sus anhelos más abstractos y
profundos. Entonces, cuanta más frustración por la falta de complicidad, he
aquí la paradoja, más se refugia en una abstracción que resultará
incomprensible para los demás. Y tal es su intensidad, que si apareciera
alguien que mereciera la confianza incondicional éste no entendería la
complejidad del mundo interior de Alumina, llegando a confundir su anhelo de
amor con engaño y manipulación. Es decir, tomaría la complejidad de la persona
Alumina como si fuera un pantano de aguas movedizas, que te atrapa y te engulle
en proporción a la necesidad de complicidad y reciprocidad amorosa.
Posiblemente
el asunto de origen sea una sensación de pertenencia insatisfecha. Es decir, la
persona vivió situaciones, acaso en un remoto pasado, en donde no pudo ver
consumado su anhelo de sentirse abrazada o incluida en el mundo de los seres
queridos. Por tanto, lo que necesita Alumina es ser querida. Sin embargo, y
aquí está la cuestión, su nivel de desconfianza es tan alto que cuando alguien
se acerca y es percibido como portador de amor puro, la tendencia a idealizar
el encuentro acaba traicionando la posibilidad de satisfacción. Por tanto,
pues, Alumina es como un pez que se muerde la cola, o como un escorpión que se
mata a si mismo.
Si
hubiera que plantear un trabajo específico relacionado con Alumina este sería
el de la concentración, ya que la tendencia es a ir a buscar el amor en
situaciones sobre las cuales uno mismo acabará matando o muriendo. Cuando hablo
de concentración lo digo en el sentido de buscar una actividad que le centre a
uno y que no le lleve a dispersarse en situaciones sobre las cuales no obtendrá
satisfacción sino, más bien, desilusión. Y por lo que uno mata o muere es
precisamente por la frustración a la que está expuesto.
El
individuo Alumina es sentimentalmente hipocondríaco, lo cual alimenta el bucle
de la insatisfacción y de la susceptibilidad. Entonces, pues, el trabajo sobre
el que tomar conciencia consiste en un retorno a la concreción, para salir de
la tendencia a dar a los afectos humanos más trascendencia de la que realmente
tienen. O dicho de otro modo: salir de las arenas movedizas creadas por la
mente no dominada, procurando re-educarla hasta convertirla en una herramienta
fiable y justa.
El grado 12 de Escorpio.
La resonancia de
Alumina es sobre el grado 12 de Escorpio. Este grado describe una psicología
basada en la sospecha, como si la persona fuera un agente secreto que hubiera
recibido un encargo de perseguir a asesinos, criminales, corruptos,
falsificadores, etcétera. Quizá sea por ello que Alumina es un investigador que
atrae lo que investiga multiplicado por dos y sin control. Si no es consciente
de ello, la persona queda expuesta a todo tipo de engaños, tensiones y
somatizaciones. De algún modo necesita un clima de paz, en donde las tensiones
no obedezcan a asuntos sobre los cuales no tiene ningún control. Es decir,
procurar no exponerse a promesas que no se cumplen.
Este grado,
además, genera propensión a vivir clandestina o furtivamente los deseos
amorosos, ya sea por activa o por pasiva. Es decir, tendencia a engañar al
otro, por temor a ser egoísta y resultar rechazado, o, justo por la misma
razón, dejarse engañar por el otro por temor a que recelar de él estropee la
relación. También, y por la misma razón, a enzarzarse en malos entendidos. Por
tanto, tenemos la traición como factor clave de este grado. Uno es traicionado,
uno traiciona, uno se traiciona a si mismo.
Una forma de
defensa es mediante la impostación intelectual o racional. Es decir, la persona
parece haber desarrollado explicaciones para todo -en relación a si misma y en
relación a la idea que tiene hecha de los demás-; incluso mediante formas
paranoicas de comprensión que lo que hacen es dar pie a que se repita la falta
de complicidad y apoyo de la que tanto se queja.
Por tanto, la propuesta de Alumina y el
grado 12 de Escorpio gira en torno a concretar y ceñir el conocimiento en base
a la experiencia real y limitada, en lugar de estar saliéndose por la tangente
de las emociones y quedar así expuesto a situaciones decepcionantes. También,
quitar la importancia que se le da al vínculo con los demás, rebajando la
idealización y procurando el conocimiento compasivo y sin sentirse obligado por
ello a cargar con miserias que no ayudan a nadie.
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