Del Neoliberalismo al
Neoactivismo (2)
Estados y personas en el Nuevo
Orden Mundial.
La Conspiración de
Capricornio es una revolución orquestada por las clases corporativas para
ejercer un control total del mundo. La pasión por el
poder se regenera y amplifica en proporción a cuantos
más medios se tienen, y se tienen muchos y cada vez más. Por
alguna razón, a las élites les parece necesario concentrar este poder,
provocando la liquidación de una parte de la pirámide. Estoy
hablando, pues, de que hay una operación de
aislamiento y blindaje, lo cual quedaba hasta ahora paliado por la existencia
de clases medias y un ascensor social, el cual ha quedado parado desde hace
unos cuantos años.
A partir de estos hechos podemos
reflexionar acerca de cuál es el papel de los estados en el Nuevo Orden
Mundial. A por ello, pues.
a.- El estado debe competir con
las empresas. Para ello necesita ser tan rentable como ellas. Mal asunto, pues
eran los estados los que estaban disponibles para procurar por los ciudadanos
lo que las empresas no suelen hacer.
Este estado competidor no
garantista necesita empequeñecerse, para poder ganar en agilidad y así poder moverse con la facilidad de
una empresa. Es decir, los estados irán soltando
competencias a favor de empresas, dando lugar a un nuevo paradigma que afectará a los funcionarios. Por ejemplo,
los recortes en sanidad que afectan a los usuarios son sólo un preámbulo para
que el personal sanitario pase de funcionario a empleado. El resultado de todo
ello es que el paciente acabará siendo atendido por oligopolios formados por los restos del estado
mezclados con empresas privadas. Y lo mismo puede pasar con el resto del
funcionariado público. Es decir, el estado se fragmenta y suelta sus
fragmentos. A cambio, el estado, pactando con el mercado, al cual cedió gran parte de la soberanía
financiera que tenía hace unas décadas,
volverá a tener ciertas competencias reguladoras. Es decir, vamos a un mundo más regulado
en lo financiero y menos regulado en cosas que hasta ahora estaban aún reguladas.
b.- La otra alternativa es un
estado emprendedor capaz de abrir vías que las empresas no serían capaces
de asumir. Este modelo sería bastante parecido a la relación que tiene
el Estado chino con las empresas. Sin embargo, esta opción obliga a
los estados, en relación a las empresas globales, a ser mucho más fuertes
de lo que ahora son. Igual que la opción anterior,
mal asunto, pues el mercado tiene demasiado poder. Debería ocurrir
algo verdaderamente audaz para darle un giro a esta tendencia.
c.- Otra opción es crear
mega-estados que lleguen a tener tanta o más fuerza
que las mayores empresas, lo cual conllevaría multitud
de problemas de gobernanza, incluida la exclusión social de
grandes masas de población. Es decir, los mega-gobiernos ya no gobernaran los
pueblos sino sólo para una minoría. El resto
deberá habérselas con lo que les quede, lo cual facilitará el emerger de una nueva cultura
colectivista. Un ejemplo de esta opción sería el TTIP.
Estas opciones requerirán de élites
corporativas muy conscientes de lo que se traigan entre manos y de las
consecuencias que ello genere. Es decir, en cualquier caso el escenario va a
suponer que las instituciones del futuro inmediato sólo van a
gobernar para una porción muy selecta de población. Y para
el resto, las migas de pan.
Todo ello nos llevará a una conclusión: los
grupos sociales que se sientan excluidos de la macro-gobernanza deberán apañárselas para
hacerse notar, para tener voz, para
ocupar escenarios locales y globales, para que sus intereses sean tenidos en
cuenta. Lo que quiero decir con ello es que no hay que esperar a futuras
contingencias que sirvan de detonante, sino, más bien, de
lo que estamos hablando es de que la energía que hemos
gastado en ser individualistas la hemos de reciclar para convertirnos en
individuos que trabajan comunitariamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario