Preparándonos para la Conspiración de
Capricornio (2020-2053)
En este blog he dedicado varios
artículos dedicados a glosar la deriva neoliberal que se viene produciendo
desde 1982. En ese año se produjo la última
conjunción entre Saturno y Plutón habida hasta ahora, la cual
abrió un ciclo que expirará en el 2020. Este ciclo, en el que aún estamos,
lo he llamado el de la Conspiración de Libra, pues este es el signo en el que se
produjo.
En resumidas cuentas, lo que este
ciclo ha traído es una liberalización total de
la moralidad capitalista, de tal modo que quien ha querido y podido
enriquecerse lo ha hecho sin ninguna cortapisa ética. El
resultado de ello es la acumulación de poder y de dinero en pocas manos, lo cual
percibimos más claramente a partir de la segunda mitad del ciclo,
crecientemente desde principios de los 90. La otra consecuencia ha sido el auge del
individualismo, que se ha traducido en una desmovilización en relación a
motivaciones más colectivistas. Es decir, el individualismo he
predominado de tal manera que ha dejado erosionado lo comunitario –e, incluso,
la individualidad misma-. Así, pues, al darle a la individualidad la supremacía absoluta
(hasta hacerla crecer como un hígado de pato para convertirlo en foi), ha acabado
fagocitándose ella misma, de tal manera que el individuo ha
acabado convirtiéndose en mero títere del
mercado. Es
decir, el individualismo ha erosionado la individualidad. Y aunque la situación que
vivimos hoy, con tantos recortes y tanta exclusión social,
ha hecho rebrotar la conciencia de grupo, la solidaridad y la empatía, lo que
se puede percibir es que el espíritu comunitario actual todavía no tiene suficiente fuerza. Y aún más, y dicho sea de paso, muchos, conscientemente o no, utilizan las
necesidades del grupo para arrimar el ascua a su sardina particular.
En un artículo
anterior traté de cómo podría ser la transición de una
economía basada en la propiedad a una economía basada en
el uso, en el que los coches y la vivienda, por poner un ejemplo, ya no serían de
titularidad personal sino que las personas seríamos
usuarias de bienes, los cuales sí serían propiedad de grandes
oligopolios. Lo cual, dicho sea de paso, supondrá que esos oligopolios tendrán control
de nuestros movimientos, y no sólo los que se producen a través de
internet (como ahora). Pues bien, como tantas otras cosas, el que se llegue a ello o no
dependerá de si las personas estamos de acuerdo con tal cosa y de si somos
capaces de emprender campañas que compensen esta tendencia (si es que ponemos
interés en el tema). Lo cual es como decir que habría que tomar
la voz. Lo cual, insisto, dependerá de si abandonamos el individualismo y nos convertimos en activistas de
intereses colectivos que no queremos que queden ignorados.
Lectura complementaria:
Terrorismo de corbata.
Lectura complementaria:
Terrorismo de corbata.
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