La agenda roja: 2015-2017 (4)
En las tres partes de esta serie he estado tratando de la situación política que afecta a la relación entre Catalunya y España, con el auge del independentismo de fondo. En concreto, en una de ellas, en la segunda, propuse un calendario que abarca de aquí al verano del 2017. En esta, en cambio, voy a proponer una mirada diferente en relación a lo que ha venido pasando y puede llegar a pasar. Para ello, les propongo un viaje al año 2010.
Llama un cliente.
En el 2010, una persona muy bien situada en la élite política local me pide que le ayude a visualizar un escenario independentista. Las preguntas eran la siguientes: Si nos movemos, ¿puede alcanzar Catalunya la independencia en los próximos años?; ¿es este tiempo adecuado para poner en marcha un movimiento que catalice a cuanto mayor número de sectores sociales?; ¿cuáles pueden ser las mejores fechas para encaminar mejor las acciones al respecto?. Debo decir que yo no tenía mucho interés en el tema hasta aquel momento, de no ser porque mi cliente me indujo a investigar. También debo decir que en el 2010 ya estaba habiendo un caldo de cultivo propicio. Durante el año anterior se celebró el referendum independentista de Arenys, se fundó una asociación de empresarios con ideas afines y, para acabarlo de rematar, ya en el 2010, el Tribunal Constitucional dictó una sentencia adversa en relación a la reforma del Estatut. Todo ayuda y todos ayudan, incluso los que no quieren ayudar ayudan sin darse cuenta. Lo cual me lleva a pensar lo siguiente: el futuro es una construcción colectiva, hecha tanto por los que quieren A como por los que quieren B. Es decir, el futuro requiere que en el presente estemos compitiendo en ese laberinto social que es la vida de la especie humana. Es decir, compitiendo por el poder, por la influencia social, por el trozo de pastel, por la carrera profesional, por alcanzar una meta. Y no estoy hablando de lo político únicamente sino que me refiero a cualquier aspecto de la vida humana.
Vuelvo a la pregunta de mi cliente.
La respuesta que le di fue la siguiente:
Mejores posibilidades cuanto más cerca del 2020, pues ahí se inician ciclos crecientes. Es decir, ponerse a fundar un estado en un momento de declive cíclico no ayuda nada al futuro del país. Es por eso que debo decirle que la crisis mundial, con sus recortes y sus ajustes, seguirán durante largo tiempo. Le podría decir que entre el 2016 y el 2017 hay una segunda hecatombe. No es conveniente lograr la independencia antes del primer semestre del 2017, excepto que quiera que el pueblo y sus adversarios le culpen de la hecatombe mundial. Es conveniente que se mentalicen de que la cuerda debe estar tensa durante más tiempo del que se tiene presupuestado.
En sesiones posteriores estuvimos conjeturando con otras alternativas, alguna de ellas ciertamente trascendente. Es decir, la posibilidad de que el proceso soberanista local sirva como detonante de una revolución similar a la francesa a escala europea formada por minorías descontentas con las políticas de los estados y con las de la UE. Sin embargo, adelanto, esta revolución potencial se detonaría como consecuencia de la resistencia del estado español a facilitar el referendum y, llegado el caso, resistencia a facilitar las consecuencias del resultado en el caso de que el voto sea claramente independentista. Es decir, empezaría desde las minorías locales y se iría propagando hasta formar un gran movimiento. De ello hablaré en el próximo artículo de este blog.
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