¿Qué
es un vampiro cognitivo?
Pensar es una forma de acción. Lo contrario, no pensar por cuenta
propia, nos lleva a entregarle al vampiro nuestra sangre, nuestra alma y el fruto de nuestros actos.
Un vampiro cognitivo es
alguien a quien se le otorga autoridad, lo pretenda o no, sobre el pensamiento
propio. Hay vampiros cognitivos que saben que lo son, pues son profesionales
que se ganan la vida con ello; y los hay que no lo saben o no tienen intención
de ello. También, y por la misma razón, hay personas que, con o sin conciencia,
se dejan vampirizar.
En el libro que se publica estos días, El Gran Tinglado de la Felicidad.
El secuestro de los valores, trato precisamente de este tema, el de los
valores y el de las 12 formas básicas que tenemos para dejarnos vampirizar por
el ruido colectivo, por los gurús, por los mercaderes, por los creadores de
opinión.
Los diversos capítulos de El Gran Tinglado de la Felicidad son
recorridos por una idea fundamental. Las expresaré en forma de preguntas. A
saber:
• ¿Somos capaces de pensar por cuenta
propia?
• ¿Qué pasa cuando pudiendo pensar por
nosotros mismos no lo hacemos?
• ¿A qué nos exponemos cuando regalamos
nuestra capacidad pensante a otros?
• ¿Apoya la educación la construcción de
un pensamiento propio; o acaso le interesa al sistema que seamos perezosos a la
hora de pensar?
• ¿Por qué se tiene la impresión de que
el sistema hace todos los posibles para que las personas perdamos (o no
establezcamos) la conexión con el propio pensamiento?
La pérdida de conexión con el pensamiento
propio tiene su aliado
en el ruido de fondo, en las prisas, en la falta de comunicación, en las presiones psicológicas y emocionales que flotan en el ambiente, y más en situaciones de crisis. La pérdida de conexión con el propio pensamiento genera, además, otro efecto: la pérdida de conexión con la realidad externa. Es decir, nuestra relación con el entorno es equiparable a la calidad de conexión con nuestro propio pensamiento. Si nuestro pensamiento es débil o poco definido se expone a ser vampirizado; también, y por la misma razón, nuestra relación con el contexto social será poco definida o débil y expuesta a influencias no deseadas.
en el ruido de fondo, en las prisas, en la falta de comunicación, en las presiones psicológicas y emocionales que flotan en el ambiente, y más en situaciones de crisis. La pérdida de conexión con el propio pensamiento genera, además, otro efecto: la pérdida de conexión con la realidad externa. Es decir, nuestra relación con el entorno es equiparable a la calidad de conexión con nuestro propio pensamiento. Si nuestro pensamiento es débil o poco definido se expone a ser vampirizado; también, y por la misma razón, nuestra relación con el contexto social será poco definida o débil y expuesta a influencias no deseadas.
Es por eso que repito la pregunta:
Si al sistema no le interesa que las personas
nos demos tiempo para pensar, reflexionar, compartir, escuchar a los demás y
escucharnos a nosotros mismos, ¿qué tipo de
sociedad estamos construyendo? ¿a quién beneficia? ¿a quién perjudica?
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