Miseria de Plutón en la Tierra.
El poder no es algo que se consigue. El poder se tiene porque la naturaleza nos lo da. Nos lo da y nos lo quita. El poder es la naturaleza misma. Sin embargo, el marco cultural en que vivimos nos da a entender que es la obtención de poder lo que justifica la competición a que nos somete.
Se nos dice que el poder es el resultado de competir y ganar, y que lo contrario es la derrota, la ignominia, la exclusión y la expulsión.
En realidad, el arquetipo de Plutón no corresponde con el poder sino con la miseria; o, más bien, el miedo a ella y la creencia que obteniendo poder se liberará uno de ella.
El humano, que recibe una cierta información por parte del gran tinglado social, la interioriza mediante una lucha que se establece entre el miedo a la pobreza y el anhelo de riqueza material; entre el ser nada y el serlo todo; entre la exclusión y la integración; entre el fracaso y el éxito. Así, pues, uno está en lucha consigo mismo, como si uno fuese responsable de todo y sólo tuviese una oportunidad para redimirse, venciendo y obteniendo poder, con el telón de fondo formado por los diversos patrones tóxicos que arbitran sobre los modelos de los que estamos hablando.
El humano, que recibe una cierta información por parte del gran tinglado social, la interioriza mediante una lucha que se establece entre el miedo a la pobreza y el anhelo de riqueza material; entre el ser nada y el serlo todo; entre la exclusión y la integración; entre el fracaso y el éxito. Así, pues, uno está en lucha consigo mismo, como si uno fuese responsable de todo y sólo tuviese una oportunidad para redimirse, venciendo y obteniendo poder, con el telón de fondo formado por los diversos patrones tóxicos que arbitran sobre los modelos de los que estamos hablando.
En el mapa personal, la posición de Plutón refiere al tentáculo de miseria que el marco colectivo alimenta en lo individual hasta llevarlo a proliferar en un mundo exhibicionista, en el que conseguir poder se nos muestra como única alternativa ante la difícil aceptación de la miseria.
Entonces, pues, las personas, actuando según esta consigna, pretendemos el poder como forma de enmascarar la propia miseria.
A diferencia del gran tinglado humano, la naturaleza no produce deshechos, de ahí su poder. Todo lo que hay en ella es poder en estado puro.
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