El protagonismo justo.
Conlleva
Staphysagria una sensación de injusticia y de falta
de reconocimiento, que aún es más dolorosa cuando ocurre en el entorno más íntimo. La persona siente que no se la toma en serio. Por otro lado,
hay una fuerte sensación de vacío y de ansiedad, como si a la persona le faltara algo para encontrarse
completa. Esta ausencia le quita poder, energía y
credibilidad. Y además, le resulta torturante.
Para compensar este hecho, la sensación de injusticia y la falta
de reconocimiento, la persona opta por la dispersión de intereses.
Podríamos decir que la aversión al vacío la lleva a compensar esta sensación con
preocupaciones nimias o mediante una multiplicidad de actividades poco o nada
enriquecedoras e improductivas. Es decir, Staphysagria puede habilitar lo
insignificante como tapadera ante la falta de significado existencial.
La
consecuencia de la dispersión en la persona Staphysagria
es que la mente está tan activada que resulta
imposible vivir pacíficamente con ella. Por otro
lado, en relación a los agravios de los
cuales se queja, es consciente, a su vez, de ser injusta, pues sabe que su
propia actitud ante los demás lo es. Es decir, cuando
percibe que alguien adquiere un protagonismo que considera injusto experimenta
el mismo dolor que experimentó cuando tantas
veces se ha sentido ignorada. También experimenta dolor y ridículo cuando se da cuenta de su propio anhelo de protagonismo. Es
decir, no soporta bien que otros alcancen notoriedad ante los demás, en la medida en que tal
hecho le remite a un viejo anhelo de protagonismo no satisfecho; ni tampoco lo
acepta ella de si misma cuando se ve protagonizando algo que no merece ser
protagonizado. Sin embargo, siendo como es sensible a la ignominia, asocia el
protagonismo que otros alcanzan con una capacidad para manipular por parte de
ellos. Entonces, pues, podemos percibir un bucle en Staphysagria relacionado
con la manipulación, ejercida por activa o por
pasiva, o ya sea percibida en los demás, asociada al
protagonismo injusto por parte de quien cree que no lo merece. Incluso ella
misma, cuando se siente protagonista sin motivo que le parezca digno, acaba
tirando piedras sobre su propio tejado.
La
persona Staphysagria piensa que no es nadie ni nada para los demás, y ni tan siquiera para sí misma. Y es por ello que opta por llenar su mente con juegos o
distracciones mentales. Estos juegos pueden revestir formas seductoras, pues la
sexualidad no es ajena al drama de fondo. Así, pues, la persona
Staphysagria puede ser seductora o promiscua, para evadirse de una sensación de inadecuación sexual o como modo de
transferir una sensación de abandono
sobre los demás. Por ejemplo,
puede seducir y luego abandonar como forma de transferir a otros el sufrimiento
que lleva dentro. También puede
protagonizar escenas de autodestrucción, o incluso tentativas de
suicidio, como forma de reclamar y castigar a los demás.
A
menudo observamos buena educación e, incluso,
una resignación orientada a tapar el
sentimiento de injusticia. Incluso puede haber intereses en los ámbitos de la moral, de la ética, de la
religión o de la ley, siendo muy
sensible cuando las personas no se comportan en la línea de lo que se espera de
ellas.
Así, pues, el trabajo con Staphysagria gira en torno a tomarse en serio
el enfado, el agravio, a no escudarse en consideraciones morales acerca de su
necesidad de protagonismo no satisfecha, pues esta persona ha permitido que lo
legal y justo se haya impuesto sobre sus necesidades más elementales. Es decir, este trabajo debe ayudar a conectar con las necesidades que se tienen, sin dejarse atrapar por juicios acerca de
si la persona merece o no ser atendida, reconocida, comprendida y mimada. O lo
que es lo mismo: la persona Staphysagria se exige estar a una altura moral que
le permita estar legitimada para poder ser atendida por sus seres queridos. Sin
embargo, como la exigencia es mucha, rara vez se encontrará con el derecho a hacerlo.
La consecuencia de esta represión es que hay sufrimiento, tensión y posibilidades de
expresar sus necesidades de forma exagerada, tiránica –transfiriendo a los demás el propio dolor- o a
destiempo.
Otra
cualidad, nada desdeñable, es que
Staphysagria es muy corcón con los temas
que le preocupan, casi al nivel de la obsesión. Es corcón consigo mismo, como si su
mente lo tiranizara, hasta hacerle la vida imposible.
La
otra característica
relacionada con Staphysagria es una tendencia a evitar el conflicto directo con
las personas amadas. Sin embargo, como su sufrimiento procede de su relación con ellas, y ello causa
grandes presiones internas, optará por transferir sus congojas a personas externas a dicho entorno
afectivo. Por ejemplo, un conflicto con el marido, la esposa, el padre, la
madre o los hijos puede ser llevado a escena proyectado sobre personas ajenas.
El resultado es que los demás percibirán una exigencia sobre ellos
que nada tiene que ver con algo que hayan hecho.
El individuo Staphysagria
atribuye a los demás una determinada opinión sobre él mismo que, obviamente, no se
corresponde con la realidad. La raíz de todo ello es una interiorización de
mensajes infravalorativos que es incapaz de contener o identificar, poniéndolos
en mente ajena, dando lugar a reacciones paranoicas. Si escarbamos sobre ello
veríamos que esas opiniones proceden del entorno infantil, en donde ese
individuo fue modelado según la escala de valores y carencias de los padres (y de la
sociedad de aquel momento). Y luego, de algún modo, sitúa tal criterio en forma
de mirada o creencia de lo que el mundo proyecta sobre él. Así, por ejemplo, si
la persona Staphysagria se siente emocionalmente tormentosa, atribuirá tal
tormento a un supuesto mal trato (o trato injusto) por parte de los demás. Sin
embargo, como hemos indicado, el asunto viene de muy atrás. Una educación
castrante o represora dejó restos en forma de luchas y tormentas internas.
El grado 6 de Leo.
Staphysagria
reverbera en el grado 6 de Leo, que se corresponde con una persona que anhela
la honorabilidad, que es gentil y franca, pero que siente por dentro las consecuencias
de un rechazo muy antiguo que se ejerció
sobre
ella. Puede haber sido, por ejemplo, por conflictos propios del sistema
familiar, en el que cada miembro ha sido encajado según expectativas
injustas. En el caso de Staphysagria, la razón del sufrimiento
viene dada por haber tapado las carencias de otros a través de un comportamiento ejemplar, el cual no ha sido reconocido o
recompensado adecuadamente.
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