Sulphur y el grado 0 de Cáncer: sobre el amor, el cariño, la reciprocidad, el desamparo y la frustración.
Sulphur es una persona que vive en medio de un
desacuerdo inconsciente, pues se ve llevada a defender o encarnar valores en los
que no cree o le perjudican. Para sentirse bien, la persona simbolizada por
Sulphur necesita que su entorno sea armonioso, sacrificándose, a menudo para
nada, para que ello pueda tener lugar. Se podría decir que el perfil patológico
relacionado con Sulphur es el de la armonía frustrada. Me refiero, claro está,
a la armonía entre personas, a lo que uno espera de los demás y no acaba de
llegar y permanecer.
La persona Sulphur siente cariño por personas que no responden al amor.
Y ama a personas que no manifiestan cariño. Por lo tanto, el tema gira en torno
a un conflicto entre valores y apegos cuyo origen está en una coacción infantil.
Es decir, Sulphur cae en el apego por cosas que
carecen de valor (aunque tengan un fuerte significado simbólico), mientras lo
valioso se le escapa (o lo deja escapar), o se malbarata debido a una actitud
que oscila entre la pasividad y el enfado. Así, pues, en Sulphur se dramatiza
el choque entre lo que uno quisiera hacer y lo que en realidad acaba haciendo. O
entre lo que quisiera vivir y lo que la realidad impone. O entre lo que
quisiera estar sintiendo y lo que en realidad siente y no quiere sentir. También,
y como telón de fondo, un mundo exterior que no le pide lo que quisiera dar y
que, por el contrario, le exige que dé lo que no tiene para dar.
La personalidad Sulphur es la de alguien que se
deja coaccionar o someter; y parte de su enfado interior proviene de este hecho. Hay un
factor de gran vulnerabilidad que le resulta intolerable, pues se sabe
coaccionado y sin poder hacer nada al respecto.
Aunque muy relacionado con lo anterior, el otro
gran problema de fondo de Sulphur es la pasividad. Actúa pasivamente cuando
está bien, lo cual engendra la futura crisis. Este sufrimiento que padece
Sulphur, por otro lado, puede venir de ciertas experiencias familiares en las
que experimentó como obligación lo que debería haber sido hecho por placer. Muy
posiblemente viviera el cariño como coacción, pues así fue la experiencia en el
sistema familiar. Es decir, la persona Sulphur proviene de entornos en las que
las personas son tomadas como objetos que tienen que encajar en un sistema tóxico,
en donde nadie hace lo que siente ni siente que lo que hace le guste.
Mientras estas discordias son sufridas, la
persona Sulphur anhela que el mundo llegue a ser justo algún día. De algún modo,
el malestar agudiza la petición de justicia, lo cual genera un bucle que es
como un pez mordiéndose la cola. Se juntan aquí el anhelo de amor y la
pasividad. O, si lo prefieren, la persona anhela y se esconde ante el amor. Es
un tema, el de Sulphur, que dramatiza la dificultad para que el amor, la armonía y la justicia tengan el lugar deseado en la vida. Es decir, estas
carencias, en lugar de ser expuestas claramente a través de expresiones
sencillas, siguen un camino que se somatiza a través del cuerpo. La persona
niega lo que necesita afirmar. Y el cuerpo, debido a esas razones, somatiza. Como
la persona parece emocionalmente muda, o tiene la sensación de que no se la
escucha, será su organismo quien exprese lo que el alma quisiera expresar.
Por tanto: justicia, reconocimiento,
reciprocidad, paz y amor, los cuales son encauzados a través de malestares
difíciles de expresar y que resultan incomprensibles. También, y es una forma
de somatización, a través de un peculiar olor corporal o problemáticas a nivel
de piel que pueden provocar cierta repulsión, lo cual lleva a la persona a
vivir en un bucle. Quiere acercarse a los demás, pero no se siente limpia para
poder hacerlo sin sentir temor al rechazo.
En realidad, el mundo no puede albergar en
tiempo presente el problema y la solución, entre una situación actual carencial
y una situación futura de plenitud. Entonces, pues, Sulphur es alguien que
necesita dar prioridad, a veces dramáticamente, a sus valores. El problema gira
en torno al distanciamiento emocional que es necesario para reestructurar la
propia vida, las forma de actuar, las prioridades con las que establecer un
orden. Si no se llega a esta distancia, la voluntad de la persona Sulphur se
verá contradicha una y otra vez por las circunstancias y por la tendencia antes
descrita relacionada con la tendencia a somatizar los anhelos que es incapaz de
expresar voluntaria y sencillamente. Mantenerse en una tesitura de no distanciamiento
puede llevar a que la persona se vea presionada por las circunstancias hasta
quedar retorcida emocionalmente. También, y así lo dicen las materias médicas,
Sulphur sufre de problemas de piel. Y no es casual que durante el tiempo en que
estuve tomando Sulphur (a dilución de 10.000 K) me encontrara con personas que
sufrían de psoriasis.
Es posible que el simbolismo de las
enfermedades de la piel indique un rechazo inconsciente ante el contacto
íntimo. La persona solicita, a través de sus problemas de piel, ser atendida y
abrazada. Sin embargo, la psoriasis genera tal sensibilidad que hace que lo que
uno busca sea igualmente temido, acabando distante de aquella fuente de amparo
que tanto anhela.
Por otro lado, es posible que la persona cuyo
perfil corresponde con Sulphur sea un médium de sus procesos inconscientes
internos. Es decir, que la manifestación en la piel sea un descarnado reflejo
de sus conflictos ocultos. Por tanto, pues, la ganancia relacionada con Sulphur
va a girar en torno a la comprensión y clarificación de los procesos
inconscientes internos. Es decir, sacar a la luz lo que anda escondido en la
sombra.
Una emoción muy relacionada con Sulphur son los
enfados fulminantes. Diríase de Sulphur que manifiesta su discordia interna a
través de la piel y de los enfados que emergen de muy adentro. Esta expresión,
sin embargo, puede quedar interiorizada al rozar con una prohibición de orden
moral. Es decir, la persona de Sulphur, mediante un temor inconsciente a las
consecuencias de sus actos, puede acabar somatizando en sus propias carnes las
desavenencias con el mundo que no se permite expresar plenamente.
El grado 0 Cáncer.
El grado que abre el signo de Cáncer, en el que
reverbera Sulphur, describe a la persona detallista, amorosa, sensitiva,
sumamente emotiva, solidaria y atenta ante la presencia de los demás. Así,
pues, la pretensión que radica en este grado es la ambición de ser
emocionalmente impecable, lo cual puede resultar bastante cargante para uno
mismo. Sin embargo, además, como el cosmos de relaciones refleja en el exterior
la mismas contradicciones, dicotomías y disconformidades que uno lleva en su
interior, no habrá manera de ser impecable en un mundo emocionalmente corrupto.
Así, pues, la propia corrupción debe salir hacia fuera, a través de la piel. Únicamente
habiendo sacado las toxinas propias podremos llegar a percibir cambios en el
mundo exterior.
El propósito relacionado en el grado 0 de
Cáncer-Sulphur es atreverse a manifestar en uno mismo la imperfección o la
corrupción, justo aquello del mundo exterior de lo cual uno se queja. Es decir,
que no haya temor a resultar injusto o imperfecto.
El propósito de este
grado es llegar a vivir en paz, a través de una percepción justa y compasiva de sí mismo y del mundo exterior, procurando, eso sí, que esa compasión no suponga traicionarse a uno
mismo.
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