La adversidad de Artur Mas.
En algunos artículos de este blog dejé indicado que el año 2016 nos va a hacer entrar moralmente en el siglo XXI, pues lo que estamos viviendo aún hoy es un detritus del siglo XX. Se nos avecina, pues, incertidumbre creciente, confusión, grandes cambios y muchas tensiones. Hay mucho en juego, tanto en lo referente a lo político y lo económico como en la vida de las personas, especialmente aquéllas que están al frente, o son aspirantes a ello, de la cosa pública. Me voy a referir a una de ellas: Artur Mas.
Puede parecer cosa del destino, que el actual President de la Generalitat de Catalunya lo llegara a ser con retraso. Tanto las elecciones autonómicas que se celebraron en el 2003 como en las correspondientes a las del 2006, la lista que él encabezaba, la más votada en ambos casos, su candidatura fue frustrada por dos tripartitos formados por IC, PSC y ERC. El caso es que hasta el 2010 no consiguió llegar a la Presidencia de la Generalitat. Fueron, pues, 7 años de espera.
El destino en la carrera política de Artur Mas.
Digo que podría ser una jugada del destino, que Artur Mas llegara a la Presidencia en plena expansión de la crisis, tanto financiera como institucional, y en cuanto a relaciones entre Catalunya y el Estado español. Me pregunto qué hubiera ocurrido de haber llegado a la Presidencia en el 2003. El caso es que las cosas han ocurrido así, y el orden en que han ocurrido nos permite percibir una cierta lógica.
Este retraso puedo interpretarlo como un freno, un impedimento o un retraso en la culminación del objetivo de llegar a Presidente y ejercer el cargo de tal modo que lo lleve a pasar a la historia. Es posible que esto último tenga mucha relación con esa mano del destino. Y hasta es posible que ello pueda ser una estructura de fondo que puede volver a repetirse en acontecimientos futuros: impedimentos, retrasos, contrariedades, frustración, etcétera. De ahí el título de este artículo... y la consiguiente pregunta podría ser esta: ¿es la adversidad buena o mala compañera?, ¿ayuda la contrariedad (o la renuncia) a dar fuerza a los propósitos?, ¿puede conllevar la renuncia una forma de afirmación de fondo?, ¿depende de un político llegar a tocar el cielo que pretende tocar; o sus logros no son generados por la acción de él sino que lo son por la fuerza de la historia?
Si es esto último, entonces el político es un gerente de la historia. Y es la historia la que decide lo que queda y lo que sobra.
Si es esto último, entonces el político es un gerente de la historia. Y es la historia la que decide lo que queda y lo que sobra.
Artur Mas en el 2016.
Voy a hacer un poco de prospectiva. Si lanzo la caña hacia el futuro, nos encontraremos con que el 2016 se presenta cargado de retos y situaciones complejas. Sin embargo, la función que hasta ahora ha estado encarnando Artur Mas empezará a tomar otra forma a partir de noviembre de este 2015, en un proceso que culminará en el verano del año siguiente. En concreto, a finales agosto habrá de vérselas con una decisión que será determinante para su carrera política y para el proceso soberanista, que a partir de aquel momento empezará a transcurrir con otro tono. Es muy posible que el proceso como tal empiece de veras a partir de agosto de 2016, con los actores y actrices políticos adquiriendo una definición mucho mayor que la que hasta ahora estábamos acostumbrados.
Aprovechando la metáfora de la mariposa que mueve las alas y causa un terremoto en las antípodas, a todo esto hay que añadirle la repercusión que estas decisiones causarán en el ecosistema político. Recordemos la mención que ya hice en relación a la simbiosis que hay en el baile político formado por Oriol Junqueras y Artur Mas, que es como decir que detrás de esta decisión no hay sólo una persona sino toda una constelación de elementos. Incluiría, por supuesto, a Durán i Lleida, y a los partidos respectivos, CDC y UDC.
Como comenté en otros artículos, también disponibles en este blog, el proceso que transformará la relación entre España y Catalunya aún no ha empezado a cruzar la linea roja, por más que algunos digan lo contrario. El asunto del cruzar se empezará a ver a partir del segundo semestre del 2016, llegando a su máxima intensidad durante los dos años siguientes, para luego pasar a otras dinámicas. Es decir, me reitero en mis primeros vaticinios: el proceso final no se verá antes del 2017 ni después del 2020.
En el próximo artículo me dedicaré a sondear cómo va a ser el tempo que nos lleve desde aquí hasta el 2020.
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