Sobre el ejercicio de la responsabilidad entre personas cuando un proyecto común las pone a colaborar.
En el antiguo paradigma laboral, en el que las personas trabajan juntas en centros, factorías u oficinas, el ejercicio de la responsabilidad se producía como consecuencia de la proximidad cotidiana. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, tendemos a formar equipos temporales e, incluso, remotos, entre personas que no se conocen o que viven en entornos diferentes. Ello comporta un nivel de conciencia, de disciplina, de responsabilidad más exigente. Es por ello que existe la figura de coordinador o coach de equipos remotos.
¿Qué es un equipo remoto? Un grupo de personas puestas a colaborar en un proyecto o empresa. Estas personas no se conocen entre sí según el modo convencional, por proximidad, sino que han sido convocadas por el proyecto para formar parte de una red o equipo de trabajo. Es decir, son personas que se relacionan unas con otras desde sus casas o despachos. No disponen, pues, de aquel automatismo que la proximidad procuraba.
A la facilidad que hoy tenemos, gracias al uso de redes, habría que añadir un elemento crítico derivado de la falta de proximidad. Esta falta de proximidad debe compensarse con un aumento de la constancia, del compromiso y de la disciplina.
Un coach de equipos remotos cuida de las rutinas mínimas que el equipo necesita para mantener la responsabilidad, la regularidad y la coordinación. Ni que decir tiene que la responsabilidad y la constancia en las acciones es lo que más suele flojear en los trabajos en lo que las personas tienen presencia remota.
Sin embargo, el asunto de fondo no sólo afecta a individuos que no se conocen. Veo que ello sucede, además, entre personas próximas que trabajan como autónomas o free-lances desde sus casas. En este contexto percibo que una buena idea o proyecto puede quedar sin realizar debido a la falta de proximidad continuada. O mejor dicho: debido a una falta de responsabilidad, de concreción, de disciplina, de continuidad, por dejadez en detalles clave, por gestión deficiente del tiempo y de las tareas corrientes que el proyecto exige.
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