El TTIP, el ciclo del capitalismo y la Conspiración
de Capricornio.
¿Es el TTIP una forma de burocracia controladora al servicio
de una élite,
como lo ha sido la Iglesia Católica, los Estados-nación
de la modernidad, los grandes organismos transnacionales, como la UE; o como lo
son, por ejemplo, ciertos aspectos del mundo de internet, que suplanta y subvierte la relación entre humanos; o, también,
la política
y los políticos, que parece que más que servir al país
lo que hacen es aportar más impedimentos y burocracia mental,
además
de la que ya hay?
Se está hablando
mucho estos días del TTIP,
con un movimiento popular en contra y numerosas dudas que el tema plantea. Sin
embargo, voy a procurar ser neutral en este asunto. Es decir, ni de derechas ni
de izquierdas, ni a favor ni en contra de la libre empresa, ni estatista ni no
estatista.
Tan sólo una
reflexión en relación a un proceso que no es nuevo
en la historia:
Cuando se formaron los reinos, dejando atrás el feudalismo local medieval, se instituyó una forma de poder ciertamente
globalizado, a través de
tratados que imponían un
orden mayor. Luego vino la formación
de los imperios y de los estados. Luego de estos últimos,
la UE, por poner un ejemplo, la cual aspira, y ya lo vemos, a imponer normas
que trasciendan las de los estados. Así,
pues, entiendo que la creación
del TTIP es la continuación
de esa misma lógica.
Algunos dicen, y con razón,
que el TTIP creará tribunales
privados orientados a proteger a las grandes corporaciones. Sin embargo, como
podemos ver a lo largo de la historia, la esfera de lo público y la esfera de lo privado han estado en
trifulca desde que existe el ágora.
O dicho de otro modo: en el mundo de las instituciones públicas (orientadas a regular lo común) se entremezclan los intereses
de las empresas privadas (con prioridad por el lucro). Lo vemos, por ejemplo,
en la calle, que los negocios privados inundan y coaccionan el espacio de
todos. En realidad, la diferencia entre lo que es público y lo que es privado parece ser tan sólo semántica. El espacio público está lleno de intereses
privados, incluyendo los de cada cual.
Ahora trataré de
argumentar a favor del TTIP. Yo, que me siento de izquierda y, por tanto,
estatista, aunque valoro el espíritu
emprendedor de los empresarios nobles, entiendo que el TTIP es la consecuencia
lógica de la desregulación. De este tema, de la
desregulación del capital y
de la deslocalización de
empresas, ya he tratado en artículos
de este blog. El asunto es que como los estados han quedado desbordados por los
mercados -recordemos a Juan Carlos I, cuando explotó la crisis, diciéndonos
que la cosa era de los mercados-, los mismos estados deben crear
macro-estructuras con las que hacer frente a la anarquía del mercado. Es
decir, y sigo la palabra de los economistas, algunos de los cuales reclaman que
hay que regular, que si hay un mercado que se ha hecho demasiado grande y
complejo como para poderlo contener, habrá
que crear formas tanto o más
mayores y complejas. Es posible que este sea el camino que se está emprendiendo con el TTIP. Como
todos los ingenios humanos, y más
en cuanto a asuntos económicos,
políticos y sociales, la
mayoría suelen generar
efectos secundarios que pueden ser peor que el problema que se trata de
solucionar. Es decir, el nivel de competencia que se requeriría es demasido alto para la complejidad
alcanzada. Es decir, el TTIP no funcionará
tal como se pretende, por la sencilla razón
de que ninguna solución está funcionando. Por otro lado, el
humano, cuando su nivel de competencia no satisface el ideal de servicio público,
suele volverse más egoísta y partidario de lo que es suyo. O, dicho de otro modo:
el humano, a partir de cierto nivel de complejidad, y ya hace mucho que este
nivel se superó, se vuelve
proporcionalmente incompetente.
Sin embargo, y a pesar de esta humilde y subjetiva opinión, el TTIP (u otro invento)
saldrá adelante. Y hasta es
posible que el euro-dólar se convierta en la moneda de referencia definitiva,
desplazando definitivamente al euro y al dólar. O el yuan, justo después.
Paso página.
Ahora quisiera referirme a cómo
será el mundo de la
micro-economía, aunque lo
trataré
más
adelante en otro artículo. Es decir, a lo que serán
nuestras vidas durante el ciclo capitalista. Sin embargo, doy unas pistas:
-
Paradójicamente, el mundo capitalista
favorecerá y facilitará el
comunismo (+-) y la cooperatividad.
-
El mundo del dinero dará paso al mundo de las relaciones.
-
Las cooperativas darán paso, junto a los clusters empresariales, a una
nueva era feudal (+-).
-
Los estados ejercerán la tarea de control de las oligarquías.
- Las oligarquías corporativas ejercerán funciones que hasta ahora estaban en manos del estado.
Bueno, si lo miramos bien se ve que no va a haber nada nuevo en el
fondo. Tan sólo habrá cambios en la semántica,
en las formas de explicar las cosas, a través de nuevos conceptos, en la
narrativa. Aunque el capitalismo caiga, la desigualdad seguirá
como hasta ahora, pues viene de mucho antes de que el sistema capitalista
hubiera sido bautizado con ese nombre.
Este artículo viene a cuento de la próxima conjunción entre Saturno y Plutón en Capricornio en el 2020. Esta conjunción pondrá fin al ciclo neoliberal iniciado en 1982 y servirá para fijar las estructuras de gobierno propias del siglo XXI. Es decir, la fusión entre lo privado (la empresa corporativa) y lo público (las instituciones estatales).
De ello seguiré tratando en el siguiente artículo.
Nota:
Para quien le interese ampliar conocimiento en relación al TTIP y otros tratados, les recomiendo el monográfico de Le Monde Diplomatique correspondiente a octubre de 2015.
O también, en internet, en el blog de David Soler:
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