por Jesús Gabriel
La Lilith astrológica señala el derecho a no querer estar
aquí. Todos llevamos esa posibilidad en mayor o menor medida. La ubicación de
nuestra Lilith, su posición natal y sus aspectos, indica hasta qué punto
podemos estar a gusto con las condiciones y circunstancias vitales. Dicho de
otro modo, con nuestro modo de vida y con nuestro modo de vivir esas
condiciones.
Por lo general, si Lilith no está excesivamente pronunciada,
la tendencia a no querer estar podrá ser contenida y administrada con cierta
facilidad. Es decir, nos resultará factible encontrar motivaciones para seguir
estando en el aquí y en el ahora. En cambio, cuando la Lilith está muy acentuada,
el registro que emerge es que la vida se hace insoportable, o que la gestión
que uno hace de sus circunstancias convierte a éstas en insoportables. Es por
ello que una Lilith fuertemente aspectada, especialmente por los planetas
lentos, nos la encontramos en personas extremadamente sensibles, tanto como
para que puedan degenerar en patologías mentales.
Esta sensibilidad puede llevar a que algunas personas
lleguen a manifestar conductas suicidas, ya sea para poner fin a sus días o
suicidando, boicoteando, sus emociones. Es decir, esta sensibilidad, de tan
difícil que es manejarse con ella, lleva a la persona a alejarse de aquello que
quería tener a su lado, hasta acabar, por el contrario, por atraer la fatalidad
a su vida.
Una Lilith muy pronunciada lleva a una vida errónea, con
conductas erróneas y desenlaces fatales.
El asunto de fondo, de lo cual hablé en los artículos
anteriores, es que el humano no acepta la vida enteramente. Quiere modificarla
de acuerdo a una visión que tiene de ella. Le da miedo su propio telurismo, el
suyo y el de la vida misma. También, cómo no, en las emociones, que tampoco las
acepta plenamente. No aceptamos que llevamos la base genética de un animal
depredador.
Como no aceptamos la animalidad de nuestras emociones, éstas
provisionalmente son maquilladas, por obra y gracia de eso que llaman
educación, o marginadas en depósitos psíquicos. Sin embargo, un día explotan y
lo que estaba guardado se vuelve incontenible. Es entonces que aparecen todas las
rarezas que hasta ese momento parecían están guardadas en el armario.
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