Trata de la historia de un hombre en su decrepitud. Lo vemos ahí con sus hijas. El guión podría parecer simple y previsible, y lo es en cierto modo. Sin embargo, es un texto que es la antesala del oro que luego vemos en pantalla. Ahí está Juan Diego, apoteósico. Y la no menos apoteósica Nathalie Poza.
Me recordó No sé decir adiós a Solas, la película de Benito Zambrano que ha dejado huella perdurable.
Otra joya es el trabajo del director, Lino Escalera, y más siendo su primer largometraje.
La volveré a ver. Y con esto lo digo todo.
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