¿Quiere realmente el politico la movilización popular, cuando su razón de ser consiste en que el pueblo se quede quietecito como está y le transfiera a él sus esperanzas, para que las gestione según su conveniencia?
¿Es la politica un ejercicio esquizoide o, como dice Beppe Grillo, una enfermedad mental?
El político se mueve entre la movilización y la desafección del pueblo. No le interesa un pueblo desafecto que no le corresponda cuando lo necesita; y tampoco le interesa un pueblo movilizado que le ponga cara a cara ante su propia incompetencia. Le interesa que se le deleguen las expectativas de cambio, eso sí, y que el pueblo renuncie a la acción para que sea el político quien la encarne.
¿Es la politica un ejercicio esquizoide o, como dice Beppe Grillo, una enfermedad mental?
El político se mueve entre la movilización y la desafección del pueblo. No le interesa un pueblo desafecto que no le corresponda cuando lo necesita; y tampoco le interesa un pueblo movilizado que le ponga cara a cara ante su propia incompetencia. Le interesa que se le deleguen las expectativas de cambio, eso sí, y que el pueblo renuncie a la acción para que sea el político quien la encarne.
Este artículo es el primero de una serie que iré publicando en próximos días.
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