Pudiéndose resolver con facilidad, ¿por qué duran tanto los conflictos?
Surgen,
pues, para este país de Sagitario, varias hipótesis en este sentido:
• nadie quiere una solución, acaso porque ninguna de las partes es
capaz de definir cuál es el problema.
• la solución que uno propone no la quiere el otro, aún estando de acuerdo en el diagnóstico del problema.
• el diagnóstico que uno propone es incompatible con el que propone la otra
parte, si es que propone alguno.
• los diagnósticos no se ajustan a la realidad del asunto porque están subordinados al interés de cada una de las partes. Por
tanto, esos intereses obtienen beneficios entretanto el problema no se
diagnostique adecuadamente, acaso porque para solucionarlo exigiría un nivel de competencia que
ninguna de las dos partes tiene. Esta opción la desarrollo más abajo.
• los diagnósticos son deliberadamente irreales y tendenciosos, pues ambas parte
ganan mientras el conflicto no se resuelve.
• hay secretos que conviene no desvelar, lo cual genera un bucle que le
conviene al poseedor del secreto, a fin de eternizar el conflicto. Esta hipótesis tiene tanto futuro como
las anteriores. O
sea, casi ninguno. Sin embargo, y valga la excepción, eso es lo que ocurrió
con los gobiernos
de Jordi Pujol en sus pactos con Felipe González, José
María Aznar y José
Luis Rodríguez Zapatero.
Propongo una,
ya señalada en
la lista anterior,
mucho más ajustada a lo que entiendo por realidad:
Una de las
partes, la dominante, o ambas, sabe lo que hay que hacer pero no se atreve a
plantear la solución, y mucho menos a ejecutarla. Como teme ser incompetente y no lo
quiere reconocer, preferirá postergar indefinidamente el desenlace, a la espera de que otro -un
sucesor, por ejemplo- proponga, se arriesgue y cargue con la responsabilidad y
con las consecuencias.
Es decir,
prefiere actuar mal siendo competente -o según lo acostumbrado- que actuar
bien exponiéndose a que su acción llegara a mostrar una incompetencia que no quiere dejar ver. El
resultado de ello es que los problemas se van acumulando, hasta que explotan de
pura putrefacción.
De ese país de Sagitario llamado España da buena cuenta este refrán:
Más vale malo conocido que bueno
por conocer.
En un país en el que innovar da pánico, ¿cómo sería posible imaginarse un
referendum sobre el asunto de la independencia, por poner un ejemplo, siendo
como es un gesto innovador que requerirá de un sinfín de innovaciones posteriores?
Acabo con un
apunte.
Se dice que
Franco pudo vencer y concluir la guerra bastante antes de 1939. Entonces, ¿cuál podría haber sido la razón del alargamiento de la
tortura? Es muy posible que haya una doble motivación. De un lado, Franco quiso
afianzar su poder personal entre los suyos, de tal manera que con la prolongación se aseguró
no tener
competidores para ocupar el trono.
El otro
factor fue que con una duración mayor los daños son mayores y la moral del país cae aún más por tierra. Es decir,
alargando la tortura aplica la ejemplaridad, cronifica el miedo y se asegura la
mansedumbre del pueblo dominado, el cual, por cierto, al final hasta le da las
gracias por haberlo salvado de males mayores. Es decir, el síndrome de Estocolmo, que es
cuando el secuestrado acaba por agradecerle el gesto a su torturador cuando es
liberado, cosa que no ocurriría en el caso de torturas o secuestros breves.
Lo que vengo
a decir es que la incompetencia y la estupidez humanas no tienen límite, a diferencia de la
competencia y de la sensatez.
Ahora, por
ejemplo, estamos viviendo una opa en forma de proceso independentista. Y ahí
vemos un mismo
comportamiento de fondo: la parte dominante rehúsa aplicar soluciones, generando
un alargamiento de la tensión, un alargamiento inútil, pues estamos hablando de un proceso cuya
causa está ahi desde hace más de 300 años. El resultado de esta presión es que se está
convirtiendo en una
guerra -sin cañones, de momento, pero en una guerra-. Ello quiere decir que si el
gobierno español actúa según el modo franquista, prolongando la tension innecesariamente, las consecuencias van a tener
forma de una larga posguerra, sea cual sea el resultado. Es decir, si la
actitud es no aceptar los hechos, la venganza va a existir y se prolongará
tanto o más tiempo como tiempo vaya a
durar esta guerra.
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