En mis pruebas con homeopáticos, la primera vez que tomé Medorrhinum me dejó con un catarro profundo que me duró 15 días. Un catarro antiguo, que estaba dormido y que despertó. Por otro lado, a resultas de ello, un problema de encías que requería de atención contundente se calmó y ya no hizo falta el bisturí.
La segunda vez que lo probé, mucho tiempo después, volví a experimentar el catarro, sólo que esta vez duró dos días. Lo que sí ocurrió es que me vinieron recuerdos muy potentes del proceso final de mis padres. Fue algo muy lúcido e intenso. Me pareció experimentar la muerte en mi... pero no la mía sino la de mis padres.
El caso es que como consecuencia de esta última experiencia he percibido en Medorrhinum un registro que me clarifica alguna de sus funciones: la relación entre alma y cuerpo, especialmente dolorosa en procesos en los que el alma ya está (o quiere estar) en otro plano mientras el cuerpo se descompone, se inflama, pesa, estorba. Es decir, Medorrhinum describe un proceso en el que el funcionamiento mental excede la capacidad material para gestionarlo. La hiperactividad mental hace que el cuerpo parece quedarse atrás. Uno se adelanta a las posibilidades de la materia densa, pues la mente vuela. Luego, por consiguiente, hay que volver atrás para re-ocupar el cuerpo rezagado. Es como si la mente no encajara bien en el cuerpo, con la tensión que ello supone. Se trata, tal y como la entiendo, de una relación incómoda. A la mente el cuerpo parece sobrarle. Y al cuerpo le parece que la mente lo maltrata. La consecuencia de todo ello es que el cuerpo acaba imponiéndo sus razones reales.
Es como si un elefante quisiera ser pájaro. Si persiste en el empeño, su identidad elefantil quedará perjudicada, herida, odiada. Entonces, pues, la realidad corporal se impondrá con dolor, inflamaciones, dolores, etc.
Medorrhinum y el grado 27 de Géminis.
Medorrhinum está muy relacionado con el grado 27 de los signos de Aire, especialmente Géminis. La historia con el que este grado se relaciona es la de un prófugo, la de un exiliado, ya sea en su propia casa, con los de su familia, como en el mundo. Se trata de alguien que no cabe en su clan, tal como la mente no cabe en el cuerpo que se tiene. Por tanto, el dolor físico es el del exilio emocional y psicológico.
Finalmente, si el propósito es que el vino acepte a la botella en la que está contenido, a la persona no le quedará otro remedio que procurar encajar en el cuerpo que la vida le ha dado. En caso contrario, el cuerpo, y con razón, actuará con una contundencia proporcional.
1 comentario:
Publicar un comentario