Este artículo es la segunda parte del titulado como "La gran confusión: 2011-2025"
El liderazgo líquido.
Los sistemas de vida creados por el hombre son incapaces de contener el empuje de su propia complejidad. A esta complejidad se la podría parafrasear con el nombre de "Inconsciente colectivo".
Cíclicamente la mente colectiva se ve desbordada por sus propios contenidos. Es entonces que se vive el desconcierto con mayor evidencia que en otras épocas. Es ahí cuando la sensación de caos, de incertidumbre y de desorientación cuajan hasta percibirse en pequeños y grandes desórdenes en la vida corriente, en las personas, en las familias, en la sociedad y en los gobiernos.
Este inconsciente tiene su propio ciclo, un gran biorritmo compuesto por ciclos pequeños que afectan a aspectos de lo cotidiano. Y también, por ciclos más grandes que mueven y hacen entrar en resonancia gran cantidad de información. Gran parte de ella, por cierto, es totalmente desconocida o escapa a la razón intelectual. O mejor dicho, este gran biorritmo anuncia que hay etapas en las que la confusión es mayor, pues se trata de años en los que acaba un modelo de liderazgo y empieza otro. Sólo sabemos que un marco referencial cae, mientras que del nuevo marco, por construir, no sabemos cómo va a ser. De ahí la sensación de confusión.
El liderazgo líquido define la actual etapa (2011 - 2025). Cuando me refiero a liderazgo no hablo de actitudes de personas líderes, que también, sino al marco de referencia en el que las personas nos movemos. Este marco nos llama a actuar y a percibir la vida de un cierto modo. Así, pues, el liderazgo colectivo va transmutándose y transformándose más allá de los propósitos conscientes de las personas y de las colectividades. Dicho de otro modo: son estos propósitos los que siguen la estela de la transformación y de la transmutación del marco referencial inconsciente. Se trata, pues, de una fuerza superior que se ve más a las claras con la complejidad creciente que se empezó a constatar a partir de mediados del siglo XIX.
Como decía, este marco se desborda poniendo en evidencia los fallos en la gobernanza de los países y de las comunidades, tanto en las más simples como en las más complejas.
La capacidad para decidir y dirigir se ve afectada negativamente. De ahí, sin embargo, puede surgir la posibilidad de que lo que antes estuvo marginado o fuera del marco tome protagonismo aprovechando el gran despiste sistémico. Es en estos tiempos que lo que parecía imposible puede encontrar la vía de la posibilidad.
Similitudes que ayudan a entender estos periodos.
En otros escritos ya desarrollé la idea de que en el momento actual coincide la activación de dos ciclos históricos sumamente importantes para el devenir de la colectividad humana. Uno de ellos, el ciclo Urano-Plutón, tiene mucho que ver con la crisis financiera desatada a partir del 2008. Muchos pensarán que la actual situación de caos en el liderazgo viene de ahí. Y sí, es posible, aunque no es el único factor.
El otro ciclo es el de Neptuno, justamente el que mayor relación tiene con el biorritmo del liderazgo inconsciente colectivo.
El ciclo de Neptuno a lo largo de los 12 signos va describiendo las diferentes modalidades de liderazgo que el inconsciente colectivo ejercita e inspira. Está claro que la persona que es capaz de captar estos arquetipos, y adelantarse a su tiempo con un espíritu visionario, puede tomar decisiones en situación de ventaja clara.
En la tercera parte del artículo haré una comparativa más detallada acerca de los eventos que se produjeron entre los años 1847 y 1861 y los de esta otra en la que estamos, la que va del 2011 al 2025.
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