Silicea y el grado 14 de Piscis: la rigidez blanda o la blandura rígida.
“A una zona del cuerpo excesivamente rígida le corresponde otra excesivamente blanda.”
El grado 14 de Piscis.
Este aforismo, procedente de las lecturas de los
libros de Alexander Lowen, me parece que cuadra muy bien con el temperamento
que se correspondería con el homeopático Silicea. Se trata, pues, de un
carácter que siente que le falta consistencia, la cual es compensada con
rigidez, tanto en la musculatura como en la actitud. Probablemente se trate de
alguien que siente que no puede llegar a donde pretende. Quizá se trate de
personas ambiciosas, aunque con una falta de estructura interna difícil de
asumir o de definir. La mezcla de ambas cosas puede dar lugar a que la persona
pueda actuar laxa, cuando la situación requeriría de firmeza, o rígida, cuando
la situación requeriría de flexibilidad. El resultado de ello es una actitud en
la que se alternan la permisividad y la prohibición.
El silex, el sílice, es uno de las materiales más
duros existentes en la naturaleza. Por esa razón, Silicea puede ser interesante
en casos de rigidez muscular y/o falta de consistencia ósea. En lo psicológico,
Silicea puede ser excelente para reestructurar actitudes: para flexibilizar los
comportamientos rígidos y para aportar firmeza a actitudes a través de las
cuales uno permite lo que no debería permitir.
Otra cualidad propia de Silicea gira alrededor del
uso de la palabra. Para las personas Silicea, la palabra es el vehículo de
transmisión de su agitación interior. Son personas que cuando están bien
consigo mismas se muestran agradables y dulces en el uso de la palabra, aunque
eluden hablar de lo esencial. Sin embargo, cuando están agitadas, frustradas
–recordemos que son ambiciosas y, por lo tanto, frustrables-, trasladan
fácilmente a los demás estos estados de ánimo, aunque al igual que cuando están
bien, la tendencia es eludir hablar de lo esencial. A través de Silicia observamos
cómo con la palabra se puede contagiar emociones de una persona a otra
fácilmente, aunque se evite comunicar el por qué real de las causas de
semejante caos.
Así, pues, el desorden interior se transfiere
fácilmente a través de una comunicación agitada, torcida, confusa o
tendenciosa. Con la palabra se puede cortar el aire, aún sin decir nada en
concreto. Y eso es precisamente, el no decir, lo que genera y propaga el
desorden. Con la palabra se puede enmascarar, herir, confundir o sanar. Aunque
las palabras se las lleve el viento, los residuos que deja quedan en la
memoria, aunque no tengamos claras las razones de este caos, entre otras cosas
porque la palabra, para Silicea, no se usa para comunicar sino para
distorsionar, confundir o enmascarar. Sin embargo, cuando un individuo Silicea
está bien consigo mismo, usará la palabra con sutilidad y maestría, contagiando
positivamente a los demás.
Por consiguiente, el gran problema de Silicea son
las ambiciones no reconocidas, las cuales pueden dar lugar a frustraciones
confusas, cuyos contenidos anímicos son proyectados o transmitidos a través de
una comunicación perversa. Cuando Silicea clarifica y expone sus ambiciones, su
comunicación se vuelve constructiva y directa. El caso es aceptar las propias
ambiciones. Sólo a partir de este punto es posible una comunicación que
facilite el entendimiento.
El grado 14 de Piscis.
Silicea resuena en el grado 14 de Piscis, uno de
los grados más saturninos existentes en este signo.
El grado 14 representa a la persona que proyecta
sus ambiciones sobre personas, instituciones, comunidades, congregaciones; en
definitiva, sobre ideales y causas colectivas, etcétera; o bien, sobre
personas, cuando se trata de ambiciones más afectivas o particulares. Es como
si al trascender las propias ambiciones en nombre de una causa mayor –el amor a
otros, por ejemplo- se pudiera dar uno el gusto de proclamar que no las tiene,
que las ha superado, que ha quedado exento de estar obligado a cumplirlas o a
realizarse individualmente a través de ellas o que no las tiene –aunque esto es
una forma de taparlas-. Es decir, Silicea puede exhibir desinterés o
escepticismo para enmascarar un gran interés. O bien, puede dar vía a un
interés transpersonal, bajo el cual cobija ambiciones más personales. Dicho de
otro modo: las colectividades humanas, a través de ideales colectivos, son el
vehículo perfecto para obtener la dispensa para encarnar ambiciones que,
perfectamente maquilladas, serían consideradas mezquinas o traicioneras si se
expresaran más directamente. Puesto que uno siente que no tiene fuelle para
permitirse la realización en primera persona del singular, mejor que sea en
nombre de la primera persona del plural; en definitiva, de un nosotros grande
que autorice y legitime lo que a un yo pequeño no le resulta permitido.
A menudo encontramos personas representativas de
Silicea en entornos de poder de alto rango. En estos contextos los individuos
son relevantes en la medida en que la institución lo es. Así, pues, son
servidores en comunidades complejas, en las cuales pueden encontrar el cauce
adecuado para sublimar sus ambiciones.
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