Al igual que sucede con las Casas derivadas, que cada una de ellas
puede ser enfocada específicamente y correlacionada con las 11 restantes, con los Signos podemos operar de igual
modo, derivándolos. Es decir, tomamos cada uno de ellos y les vamos confiriendo sucesivamente
de un protagonismo que hará que el resto del coro se subordine a su propósito. Cada
uno es solista y canta en el coro al mismo tiempo. Por ejemplo, Aries, que tiene a
Tauro como su segundo signo. O Tauro, que tiene a Géminis como segundo;
etcétera. Esta particularización viene dada por la singular relación que tiene
cada signo con los otros 11. Es decir, que cada Signo es lo que es en virtud de
ser un auxiliar de los otros 11.
Esta forma de abordar la inter-relación entre los signos
permite algunas aplicaciones de interés realmente innovadoras:
• Tomar la astrología como una forma de astrosofía, es
decir: un modo de entrar en contacto con información sutil y profunda a partir
de un trabajo de refinamiento de la percepción.
• Una forma de entrenamiento en la que no se da nada por
supuesto o sabido, pues el sistema de interpretación se transforma y se abre según
la finura y agudeza del intérprete.
• Sirve para pulverizar generalizaciones perniciosas en
lo referente a las características que damos a los signos, evitando caer en la
tentación de la simplificación excesiva (los tópicos acostumbrados). Es decir, no hay 12 signos únicamente.
O, mejor dicho, los hay, aunque en cada uno de los grados que los conforman se
vive un proceso único y singular.
• También nos puede servir para rectificar finamente la
hora natal.
Todas estas aplicaciones, y otras más, serán tratadas en
una sesión que tendrá lugar este sábado, día 27.
Está organizado por Eventos Astrológicos. Para una mayor información,
acude al siguiente enlace:
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