La re-encarnación funciona como una lavadora: entra en ella la ropa sucia, se impregna de agua, de jabón, se mueve como si la batieran, se centrifuga, se desagua, se expone al sol, se seca, etcétera. Luego acaso veamos que no ha salido del todo limpia, y vuelta a empezar.
Sin embargo, en el momento de escoger el modo de lavado es posible que se produzcan inarmonías debido a una falta de compatibilidad entre el tipo de ropa y el programa en cuestión. Por ejemplo, puede suceder que para una ropa delicada se escoja un programa fuerte, cuando lo ideal sería un lavado a mano.
La ropa somos nosotros; el programa de lavado, el tipo de vida en el que tratamos de desenvolvernos. Además, cada edad se corresponde con un momento determinado del ciclo. Por ejemplo: hay personas que se están centrifugando; otras, en cambio, están tendidas al sol a la espera de que alguien venga a recogerlas para plancharlas y ponérselas. También, y hay que decirlo, hay ropa tan vieja que más vale que muera para darle al alma nuevas oportunidades y nuevas prendas más adecuadas para sus tiempos venideros.
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