Lo propio de la política es la ficción. Y en nuestro país la ficción consiste en decir que se quiere hacer lo que no se va a hacer. En cambio, de lo que se va a hacer en realidad nadie puede hablar. Nadie habla porque debe haber algo que no puede decirse y, por tanto, lo sabe alguien que se guardará muy mucho de decirlo. Alguien, por cierto, que va a recibir una muy buena recompensa ejecutando lo que ninguna coalición de izquierda se atrevería a hacer. Y esto que no puede decirse me lleva a pensar en términos de política-ficción. Allá va la elucubración:
Pedro Sánchez tiene una misión de la cual no puede hablar, acaso por lo desagradable que va a resultar culminarla. Para ejecutar ese mandato, necesita que el gobierno que deba formar le garantice una estabilidad que dure los cuatro años de legislatura. De esos años, los dos primeros serán los peores, por las consecuencias que se pueden generar como consecuencia de las decisiones a tomar. Lo hemos visto en otros gobiernos, los cuales aplican las medidas más impopulares durante los dos primeros años de legislatura, dejando las modificaciones más popularmente tolerables para los últimos años. De esta manera, el mandatario vuelve a hacerse amigo de sus votantes: tras un par de años como ogro, le sucederán otros dos como osito seductor.
A la vista tenemos que ese gobierno futuramente estable deberá hacer frente a temas muy espinosos. Si este gobierno, supuestamente socialista, se coaligara con Podemos, y más intuyendo el panorama que se abrirá bajo nuestros pies a partir de que haya gobierno estable, podría hacer que los ministros de Podemos que hubieran podido participar en ese gobierno de coalición dimitan y acusen al Psoe de hacer lo que suponemos que va a hacer. Si es así, las medidas no podrían llevarse a cabo. Con lo cual volveríamos a ir repitiendo elecciones cada pocos meses. Y así hasta que alguien con un poder mayor diga basta.
Por otro lado, los chicos de Podemos tampoco creo que tengan muchas ganas de participar en un gobierno cuya principal tarea es hacer cosas feas. Sólo lo harían para poder dimitir antes de lo feo y acusar al Psoe de falta de patriotismo. Es decir, lo harían para salvar el nombre y publicitarse.
Supongo que el propósito de Pedro Sánchez es llegar a ganar las elecciones con una mayoría lo más amplia posible, lo cual le daría campo para hacer esas cosas tan feas. Pero entonces, ¿es que Pedro Sánchez admite que puede llegar a convertirse en el gobernante que producirá (o canalizará) el gran marrón de la historia venidera? Es posible, pero a cambio de qué, y en favor de quién.
Está claro que Pedro Sánchez no puede fiarse de Podemos, pues necesita de un gobierno que le apoye incondicionalmente, dado el marrón que tenemos en el horizonte.
Recordemos que fue durante el mandato de Felipe González, vía Carlos Solchaga, que gran parte de la economía que se había creado a partir del Plan de Estabilización fue vendida a corporaciones privadas.
A la conclusión a la que llego es que nadie quiere gobernar, y que los españoles tampoco quieren ser gobernados, dada la dispersión del voto, o acaso porque intuyen lo que se avecina, y que cuanto más se tarde, mejor. Votar variado en España es un anatema, tanto para el pueblo como para los gobernantes.
De ahí que el título que le he puesto al artículo sea Morituri Te Salutant. Los que van a morir te saludan. Ahora solamente falta tener paciencia para saber a quién se saluda y a quién le va a tocar morir.
3 comentarios:
Con las botas puestas como la película del Errol Flinn
sactamente !!
el que està passant és pitjor del que m'havia imaginat que passaria, segons els teus articles...
estic desolada
...
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