Vamos un poco para atrás. Estamos en el 2008 y estalla la crisis. Pasan los años y la bola se hace más grande. Justo por esas fechas, aparece Juan Carlos I por televisión diciéndonos que la culpa es del mercado. Vamos, que los estados, las instituciones públicas y los jefes políticos no sirven para lo que supuestamente deberían servir. Dicho por ellos suena a broma pesada. Sin embargo, pasan los años y los mismos políticos que nos decían que la culpa era de los mercados ahora nos dicen que vayamos a votarles porque en ellos está la solución. Me recuerda a la metáfora de la pasta del tubo de dientes, que aprietas para que salga y luego, claro está, no hay manera de volverla a poner dentro del tubo. Algo de eso ha ocurrido: los estados se han ido debilitando, a la par que se han ido engrandeciendo las grandes corporaciones, los bancos y los fondos de inversión. Ya nos avisó el presidente Eisenhower en los años 50: "La influencia de la industria del armamento en las decisiones políticas es mayor que la del máximo gobernante del país."
Lo que ha venido ocurriendo desde los años 50 para acá es justo un desarrollo de esta idea. Incluso George Soros dice que los únicos que tienen sentido de estado son los mercados. Sin embargo, y aún con estos avisos, los políticos siguen haciéndonos creer que pueden hacer algo. Incluso los gobiernos legislan más que nunca y, sin embargo, sospecho, esta abundancia de legislación sólo puede indicar que es una tapadera para enmascarar lo obvio: la pasta no se puede volver a poner dentro del tubo.
Mi pregunta, entonces: ¿cómo es posible que las instituciones, a través de los políticos que las gestionan, pretendan regular los mercados si son éstos quienes tienen el poder? Quizá la respuesta esté en que los mercados cederán el poder que les convenga ceder a dichas instituciones. O lo que es lo mismo: los mercados cederán el poder que les convenga y les resulte favorable. A cambio, las instituciones seguirán siendo los perros guardianes de la casa de los señores, que son los que verdaderamente mandan.
Otra cosa: Acerca del ex-ministro Soria y su opción a ocupar sillón en el Banco Mundial, ¿no les parece un poco raro que salga esta noticia en este momento? ¿no será que el PP están haciendo los posibles para aniquilar el pacto con Ciudadanos? Entonces, pues, ¿cuál es la razón que lleva al PP a no querer gobernar? ¿quién gana y quién pierde con este tipo de noticias, y más cuando son emitidas en momentos tan delicados de cara a la formación de un gobierno? ¿no será que la propuesta de nombramiento de Soria es una forma premeditada de erosionar las posibilidades de un acuerdo con Ciudadanos? Y luego, ¿qué hará Ciudadanos, volver a pactar con el PSOE? Parece todo una maniobra para quitarse a Ciudadanos de encima, cosa que aplaudirán los del PP y los del PSOE.
Y también podría ser que nadie quiera gobernar, y por eso pasa lo que pasa.
Y también podría ser que nadie quiera gobernar, y por eso pasa lo que pasa.
Y la última: El 2008, si sumamos los dígitos, era un año 1. Ahí empezó la crisis a popularizarse. El año 2017 volverá a ser un 1. Es muy posible que se abra ahí un nuevo ciclo de 9 años. Lo iremos viendo pronto. Mi sospecha es que el ciclo que va del 2017 al 2026 será de una transformación. Empezaremos por las instituciones. Es decir, si antes fueron los bancos los que nos hicieron sufrir, a partir del 2017 van a ser las instituciones públicas las que entren en crisis. Y si las instituciones entran en crisis, también entrarán en ella los partidos políticos, que son quienes viven del asunto.
Y posiblemente antes del 2020 se aborde el tema del fin del uso libre del dinero, tema del cual ya traté en este blog hace algún tiempo.
2 comentarios:
Hola Gabriel. tu teoría respecto al respaldo actual del PP al nombramiento del ex-ministro Soria me parece muy acertada.
Saludos
Hola, Joan Carles.
Parece un acuerdo oculto y sostenido entre todos los partidos para no gobernar... o para descabalgar a los intrusos que tratan de poner entre las cuerdas a los que siempre han estado empoltronados.
También podría ser que nadie quiera gobernar... por aquello de los recortes que se avecinan.
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