martes, 26 de julio de 2016

El caso Fischer

¿Qué sería de la mente de personas brillantes sin una madriguera que les sirviera de referencia emocional?

El caso Fischer, que así se llama la versión españolizada de una película llamada Pawn Sacrifice, trata de un caso real: el de Bobby Fischer, el famoso ajedrecista. La he visto dos veces. En la primera, me pareció una buena película. Pasadas unas semanas, volví. Me pareció más interesante en el segundo visionado que en el primero, lo cual dice mucho. No puedo decir lo mismo de, por ejemplo, las películas de Paolo Sorrentino.

Otro factor: Tobey McGuire es el actor protagonista y el productor, lo cual ya indica que se trata de una apuesta importante para él.

Los hechos narran la biografía de Bobby Fischer, con especial dedicación a la experiencia que rodeó a las partidas con Boris Spassky. Se ve, ya al principio de la película, al Bobby Fischer de niño y de adolescente. Se deja a las claras cuáles pudieran ser los hechos que, según avanza la película, podrían tener relación con  su comportamiento de adulto. Por tanto, El caso Fischer puede resultar de interés para aficionados al ajedrez, para quienes quieran conocer el clima que rodeó las relaciones entre USA y la URSS durante los años de la guerra fría y, muy especialmente, para personas interesadas en psicología y en psiquiatría. Y para el público en general, que será puesto en el interior de la mente de una persona brillante y genial, además de otros elementos de su personaldad que quedan bien descritos.

También, ya en el último tramo de la película, vemos al Bobby Fischer de verdad (a través de imágenes de archivo).

Alrededor del personaje de Bobby Fischer hay otros dos, a parte de la madre, la hermana y Boris Spassky, que me llamaron la atención: el del abogado, encarnado por Michael Stuhlbarg, y el del cura, representado por Peter Sarsgaard. En un momento cumbre de la película, el cura dice que el juego del ajedrez es como una madriguera, refiriéndose a determinados rasgos de la personalidad de los ajedrecistas profesionales. Me pregunto, pues, llevado por tal comentario, si las profesiones son también madrigueras, en donde las personas se muestran o se ocultan o parapetan. ¿Qué hubiera sido de una mente como la de Bobby Fischer sin esa pasión, que tan bien se describe en la película?

Aprovecho ahora para adjuntar la Carta astrológica del genio. Verán en ella lo claro que está todo.

domingo, 17 de julio de 2016

El Eneagrama y Ramon Llull


Mientras espero con alborozo poder asistir a la exposición que en el CCCB se le dedica a Ramon Llull, leo y releo un artículo que Lluis Roca dedica al Eneagrama en tono crítico. Se preguntarán ustedes qué relación puede tener el Eneagrama con Ramon Llull y con Luis Roca Jusmet. Ya les digo: mucha. Ramon Llull ideó un sistema que es, en gran parte, eneagrámico y astrológico.

Antes de seguir, les paso el enlace a la exposición: La màquina de pensar: Ramon Llull i l'ars combinatoria.
Y aquí va el enlace con el texto sobre el Eneagrama escrito por Luis Roca Jusmet: El Eneagrama: un apunte crítico.

La razón de este entrelazamiento me produce la siguiente pregunta:

En el texto de Luis se hace una crítica al Eneagrama. También hace una mención a la Astrología. Me pregunto yo si un sistema de conocimiento se puede llegar a confundir con el conocimiento mismo. Es decir, ¿puede convertirse un sistema, que sólo es un modelo de mediación entre el observador y el mundo, en un elemento que le procure fascinación? Es decir, ¿es correcto y saludable tomarse el Eneagrama, los postulados hipocráticos de los 4 elementos, la filosofía china de los 5 elementos, el Ars Combinatoria de Ramon Llull y la Astrología, por poner unos ejemplos, como un sustituto fascinante de la realidad? ¿Y no será que lo fascinante debería ser la realidad sensible en la que vivimos, también llamada Cosmos?

Y más aún, si la realidad -el humus cósmico- no resultara fascinante, ¿qué es lo que hace que lo sea a partir de un sistema de conocimiento?

Otra pregunta más: ¿a partir de qué momento un sistema de conocimiento, que nos ayuda a mediar entre el pequeño cosmos con el gran cosmos, sustituye a la realidad que pretendíamos observar con él?
Dejando a parte el sistema de conocimiento aportado por Ramon Llull, ¿es posible tomarse el Eneagrama, la Astrología o las teorías de los elementos como si se tratara de formas religiosas? O, en el otro lado, ¿alguien podría tomarse estos puentes hacia el conocimiento como si se tratara del conocimiento mismo -hasta dejarlos convertidos en objeto de veneración-?

Mi idea y mi sentir es que estos medios no son la realidad, sino, más bien, reducciones y clasificaciones de la realidad. Confundir la realidad con un método o con un modelo es como rebajar la realidad a las limitaciones del método o del modelo.
Entonces, pues, ¿por qué dejarse fascinar por un método o por un modelo de conocimiento? ¿no debería ser la realidad sensible la que nos debería resultar fascinante? ¿por qué entronizar un método: no será acaso una muestra del narcisismo propio del humano? ¿O quizá es que tendemos a pensar que el método es más que la realidad, acaso porque con el modelo o método creemos ejercer algún tipo de control que nos ayuda a apaciguar el espíritu?

¿Y no será que lo que nos debería preocupar es el determinado uso, tendencioso y mercantil, que hacen los agentes espirituales que trafican con estos puentes, aprovechando el narcisismo congénito de consumidores y clientes potenciales?

De esta última pregunta, Luis hace un argumento con el que estoy totalmente de acuerdo.

Para concluir, les paso un enlace a un artículo en el que describo cómo el neoliberalismo raptó el malestar de las masas y lo llevó hacia la terapia (en lugar de a la revolución), lo cual entroncaría con gran parte de lo que dice Luis Roca en su artículo. Es decir, hacia la explotación del narcisismo:

miércoles, 13 de julio de 2016

Lolo

Retrato de la mujer sagitarial.

Debo reconocer, y lo digo sin tapujos, que siento una debilidad, o como lo quieran llamar, por Julie Delpy. Llevo en la memoria sus interpretaciones, en especial la trilogía rodada con Richard Linklater, con Ethan Hawke como co-protagonista.

Ahora, que recién he acudido a la proyección de "Lolo", en la que es protagonista y directora, vuelvo a quedar prendado. Qué tiene Julie Delpy que me hace tanto tilín. A parte de su presencia, su sentido del humor. Hay algo en ella que denota que se ríe de si misma y de todo. Es un reirse que es, en realidad, un respeto de fondo en relación a las contradicciones y absurdos humanos. Parece extraño, pero no es una contradicción. Ignoro si ella es así en su vida personal. En "Lolo", por ejemplo, hay un guión con tintas agridulces que trata con un humor. Estamos hablando de un drama disfrazado de sarcasmo.

Vayamos por partes. Vemos en pantalla a una madre (divorciada) y a su hijo, que ya empieza a estar bastante más allá de la edad adolescente. También vemos a su novio (de ella) en ciernes. El asunto son los celos del hijo ante la presencia del intruso. Se trata de un Edipo que, ya muy avanzada la película, se nos muestra como que ha ido repitiendo sus argucias con otros novios sin que la madre se diera cuenta (hasta un cierto momento). Dicho de otro modo, la madre no ha tenido novios duraderos debido a la acción subrepticia del hijo. 

Podría servir "Lolo" como debate en escuelas de todo tipo, pues da material como para hacer de ella un testimonio de las relaciones de los hijos con sus padres, cuando éstos se han divorciado y tratan de rehacer sus afectivas vidas (siempre y cuando los hijos respectivos lo permitan).

Es muy destacable la escena final, de lo más sutil de la película, en que se re-encuentra con el novio. Aparece ahí la hija (de él), apuntando a la repetición del conflicto, sólo que en lugar de venir por parte del hijo de ella viene de la hija de él. El conflicto parece que esté a un tris de repetirse.

Una curiosidad relacionada con Julie Delpy es lo sagitarial en ella, nacida en el día que corresponde al último grado del signo de Sagitario. Ella misma imprime un fuerte contenido sagitarial a sus interpretaciones y a sus diálogos. Lo vemos, por ejemplo en esta "Lolo", y lo vimos también en la trilogía de Richard Linklater. En esas tres películas ambos protagonistas, Ethan y Julie, aportan mucha improvisación. Es decir, gran parte de sus características personales son percibidas en su presencia en pantalla sino, además, en los diálogos. Y diría aún más: las cosmovisiones de lo sagitarial se perciben espléndidamente en estas películas de Julie Delpy.

lunes, 4 de julio de 2016

Money Monster

De las películas que han dejado retratado al sistema, me quedo con "Spotlight", "La Gran Apuesta" y "Money Monster". No incluyo en el paquete las películas de Michael Moore y tantos otros trabajos en formato documental en los que se trata el tema del dinero, de las finanzas, de la corrupción, de la codicia, de los abusos y de la estupidez humana. Así, pues, me estoy ciñendo a un tipo de películas cuyo circuito es el de las salas comerciales.

Como decía, esta trilogía, pues ahí veo un hilo conductor común a las tres citadas, trata de algo que ya existía desde hace muuuucho tiempo. Sin embargo, a la que cayó Bernie Madoff, en el 2008, y fue puesto en prisión, a lo que asistimos es a una caida de la venda colectiva. Me explicaré: el sistema es corrupto, y no de ahora. Sin embargo, hay cosas que es difícil que se puedan mantener guardadas, excepto que algo ocurra y detone una situación que lo haga todo más visible. Se podría decir que el sistema es opaco (siempre), sólo que nos damos cuenta según nos va en él. Y resulta que ahora algo nos va en ello, y por eso pasa lo que pasa.

Con la caida de Bernard Madoff fuimos viendo cómo el sistema se las apaña para lanzar al circo de los leones a alguna de sus criaturas, acaso para que el resto de fieras pueda seguir con lo que estaba haciendo, acaso para que el público se regocije y se distraiga. Todo es muy antiguo. Nada nuevo bajo el Sol, vamos.

El caso es que tenemos ante nosotros la nueva película de Jodie Foster como directora. Lo digo ya: es muy buena, ella y la película. Ahí vemos a Julia Roberts, como directora de un programa televisivo, y a George Clooney, como conductor del programa ante cámara. Es de esos programas que con tal de tener alta audiencia es capaz de todo. En este caso, se trata de un programa que toca temas de bolsa y finanzas, en un formato que es puramente tele-basura. En un momento dado, habiendo entrado en los estudios furtivamente, aparece una persona que ha perdido todos sus ahorros siguiendo los consejos del personaje interpretado por George Clooney. A partir de este punto se inicia un viaje trepidante a los reinos de Plutón, el dios del inframundo.

Para no extenderme, les diré que no es sólo un programa de denuncia en relación a una actividad concreta del humano, como podrían ser las finanzas, la economía, la bolsa o la especulación codiciosa. Es algo más. Ahí vemos cómo el sistema va engullendo todo lo que encuentra a su paso: tanto da que sean poderosos, miserables, hackers, periodistas, público, etcétera. 

No es "Money Monster" una película sobre el dinero, sobre las inversiones, sobre los pelotazos que acontecen de un día a otro, que también. Trata "Money Monster" de una maquinaria que engloba a todos los actores que participan en el sistema: o sea, todos: verdugos, víctimas e intermediarios. 

Seguramente no será "Money Monster" de lo mejor de Julia Roberts o de George Clooney, que también es el productor, dicho sea de paso. Sin embargo, sí que contiene perlas en el guión y en la dirección.  Y hasta es posible que llegue a ocupar un lugar destacado en la carrera de Jodie Foster como directora. Estas perlas dan a la película un ritmo trepidante, con detalles y desenlaces creativos muy notables.

Para los astrólogos amantes del cine:
La mención de Plutón es por razones obvias. Lo retrata muy bien. Y además, vemos ahí la exaltación de Plutón en Géminis: cómo los medios de comunicación son la gran máquina tragadora de todo: traga, metaboliza, capitaliza, rentabiliza, fagocita y expulsa.

sábado, 2 de julio de 2016

Neptuno encarnado en Paolo Sorrentino

¿Qué nos quiere decir Paolo Sorrentino en realidad?

De Paolo Sorrentino (para más señas, un géminis con ascendente pisciano) he visto dos películas: La Gran Belleza y La Juventud. Y las he visto dos veces. La primera vez que vi cada una de ellas, debo reconocerlo, me deslumbraron, me fascinaron. Sin embargo, con el segundo visionado la cosa cambia. Me explicaré.

Está claro que Paolo Sorrentino, cabeza privilegiada, quiere transmitir cosas, quizá demasiadas y de modo superficial para la enjundia que esas cosas tienen. Percibo un fondo ético y filosófico en su cine, pero queda eclipsado por el preciosismo y la hiperesteticidad de su estilo. No es de extrañar la fascinación inicial, que se desvanece con facilidad a la que le ves el truco y el afán de protagonismo de lo estético sobre lo ético. Es decir, Paolo eclipsa él mismo lo que quiere transmitir, si es que quiere transmitir algo.

Me pregunto si Paolo Sorrentino quiere explicar lo que parece que pretende querer explicar; o bien, si lo que quiere es demostrar lo buen director que es. Es decir, si su intención, más que la de transmitir lo que parece querer transmitir, es la auto-promoción. Lo cual no es mala cosa para un oficio como el de ser director de cine, para el cual es necesario contar con la complicidad de inversores, productores y público. También me pregunto cómo podría Paolo explicar lo que explica sin la carga preciosista y esteticista que impone e imprime en sus películas.